
juanhms
Reparte alegría
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Pues sí. El amor de los animales es así. Es una suerte.Nunca me abandonan y ahora que estoy convaleciente, menos. Max (el blanquito) no para de achucharme y echarse encima Es muy cariñoso (Hasta le gusta ver el partido en mi hombro). Y Quetzalli, la negrita/dorada, es como una mamá pendiente y vigilante de que nadie me haga nada. Se los comería. Los quiero mucho. Son como los hijos que Dios no me dio, pero en amor incondicional.