Cierto. Quizá muchos cambiarían de opinión en un minuto, tal y como me pasó a mí. Si no he dado el paso a comprarme las Oculus no es por el potencial de la tecnología, sino por la oferta de experiencias, pues cada vez juego menos.
El problema es que con el maldito Covid ahora ya no se ofrecen pruebas de visores en los centros comerciales. Hasta que no se sufre el vértigo al mirar desde las alturas o se cae uno al suelo al intentar apoyarse en un coche virtual que no existe para ver el motor, no se entiende lo real que puede parecer la experiencia.
Imaginemos que varias marcas de relojes acuerdan realizar un evento en el interior del Álcazar de Segovia, pasáis por una sala y podéis ver lo último de Omega, Orient, Casio, etc haciendo una quedada con la gente de este mismo foro, con aquellos con los que tratamos regularmente y con los cuales podríais hablar fluidamente en lugar de escribir.
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Al mirar por los ventanales podríais ver los alrededores de Segovia, con tal realismo que vuestros ojos os aseguran y juran que lo que estáis viendo es real. En el lado contrario, sobre unos espectaculares expositores, se encuentra el nuevo Omega Moonwatch y al acercaros un pequeño cohete espacial suelta algo de humo que se usa para dar ambiente a la presentación.
Sin dejar esa charla interesante con otros foreros y amigos, decidís que desde un vínculo que os ofrece Omega vais a visitar la Luna en el momento que el hombre la pisa por primera vez. Y mientras los astronautas recogen muestras, un espectáculo visual de Omega sin límites de costo (como debería tener en la vida real), os permite incluso entrar en el cohete y consultar cada una de las especificaciones técnicas de vuestras piezas preferidas.
Pulsáis un botón y sobre la Luna se despliega una simulación del movimiento del Moonwatch, del tamaño de un monte, como si se estuviera montando delante de vuestros ojos. Después de tan solo dos minutos dentro, tan real os resulta la experiencia que tocáis la pared de vuestra casa al intentar apoyaros sobre el Rover lunar. Es lo que tiene la pereza de no configurar el área de seguridad del visor.
Volvéis de nuevo al Álcazar, pues a las 11:00 van a hablar varios directivos de Omega, en la sala de los monarcas. No cuentan mucho, pero lo poco que hacen es interesante. Decidís volver a la sala de Seiko, desde donde hay un enlace para pasear por un bellísimo jardín japonés en floración y preguntáis a Cabanillas como ha logrado poner sobre su avatar la camiseta virtual de Seiko.
- Es solo un par de clicks... - Dice Cabanillas, dispuesto a ayudar. (Por poner a un forero de los más influyentes como ejemplo).
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Después, sobre otra sala, algunos foreros ya más metidos en la VR, presentan sus propias piezas sobre una mesa, mientras que hablan de ellas y las historias que tienen detrás. Son piezas reales, pues en sus casas las están colocando sobre una mesa con una alfombrilla verde. Os acercáis y os presentan a algunos foreros cuyos nombres de avatar no coinciden con los de este foro. Durante media hora aprendéis mucho por las experiencias de otros foreros con sus piezas.
La mañana ha sido realmente genial, productiva.... Tanto que habéis quedado varios foreros de la misma comunidad para conoceros en persona.
Pero estáis pensando como molaba el avatar (NPC) de Rolex con su espectacular crono clásico de la marca. Es solamente una bella mujer no real, pero con mucha clase, que usando inteligencia artificial os responde a las preguntas más frecuentes sobre la marca y permite incluso meteros dentro de las listas de espera.
🙂 Es guapísima, pero vuestros ojos se os van a ese reloj que lleva puesto. Hay un enlace y al pulsar os sale "Rolex Antimagnetique 4113" y algunos detalles de su historia. ¡Flipante!
Decides bajar al patio de armas, pues después de probarte un Breitling en la muñeca de tu avatar, has decidido comprar uno desde allí mismo. En dos días estará en tu casa.
Estás planteándote si comprar un Aesop virtual que están vendiendo para los avatares por 2€, pero la marca no es muy conocida, aunque luce genial.
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¿Vienes a comer o que? ¡Ya te he llamado dos veces!
Te quitas los cascos VR y apagas el ordenador, mientras piensas intentar librarte de visitar a la suegra para volver a entrar por la tarde. Quieres sentarte delante del relojero artesano que en su antiguo taller de madera monta relojes clásicos de Lange & Söhne.
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Aunque este futuro ya se encuentra relativamente cerca, al menos por tecnología, por ahora es solo ficción. Vayan por delante mis disculpas a las marcas y a Cabanillas si en algo pudiera haberles molestado, pero creo que era necesario para crear ese ambiente de inmersión necesario.