AbderramanII
Reina Mora
Sin verificar
Que no cunda el pánico, que el título no es lo que puede parecer: no he estado en peligro ni a punto de perder la vida. Sencillamente, de no haber habido suerte me habría faltado la excusa para contaros lo que os voy a contar. Vamos, clickbait puro
La cosa es que hoy vamos a dar una vuelta de tuerca más a aquello que solemos repetir con frecuencia de “lo mejor del foro son los foreros”, porque la protagonista del hilo es ¡¡la hija de una forera!! Estaréis de acuerdo en que esto ya es para nota La BSO hoy la he tenido clara; si os apetece leer con música, ya sabéis, dadle al Play
Adelanto que se trata de hilo “soft”: aquí lo de menos es el reloj, aunque haberlo haylo. Para más inri, a muchos os sacará sarpullido verlo, que entre nosotros tiene muchos detractores Por eso he pensado que mejor primero os cuento la historia y después pongo las fotos del susodicho.
Vamos allá... Todo empieza con la revolución montada en torno a los MoonSwatch y el montón de hilos que se activan cada poco tiempo sobre ellos. El caso es que hace un par de meses mi amiga Meritxell (una reina de Grafos de nick @VALIRA) me lee en uno de ellos que cuento que mi marido andaba antojado desde el principio con Neptuno, pero que se seguía resistiendo y yo le había regalado Mercurio a modo de premio de consolación (no se lo ha puesto ni un día, dicho sea de paso; yo sí, me he consolado por él ). Y bien amable y dispuesta como es ella, me dice “pues igual en Barcelona se puede encontrar; al menos, multiplicamos las opciones”. Hago un inciso para puntualizar que ella es barcelonesa, sí, pero de una población que se encuentra a unos 30km de la capital; quiero decir con esto que no es que cada vez que sale a un recado pasa por delante de la tienda Swatch porque vive al lado.
Ante su considerada oferta, le doy las gracias y le digo que bueno, que tampoco es fácil para ella pasarse a preguntar, pero que si algún día va a la capi y le cuadra pasar por allí, y se acuerda, pues que muy agradecida por el intento. Me responde “pero es que mi hija trabaja en Barcelona y va a diario, y la tienda le pilla cerca del camino que hace de la estación al trabajo”. Ya eso me pareció rizar el rizo, porque la moza es un cielo, pero que tu madre te “enchufe” mirar una tienda para ver si encuentras algo que quiere una amiga suya, hay que admitir que tiene tela 😨 Un poco avergonzada e insistiendo en que, por favor, no se molestase mucho para hacerlo, quedamos en que preguntaría de vez en cuando por el relojito, por si sonaba la flauta.
Pues cada tanto, cuando hablábamos por cualquier otro motivo, me decía que no iba habiendo suerte y la nena no se había encontrado aún con el Neptuno. Yo, agradecida, le reiteraba que no pasaba nada, que por favor no se preocupase, y que me daba reparo y no quería incordiar. Después descubrimos que nuestra amorosa conseguidora no pasaba “cada tanto” como yo (e incluso su madre) creía, sino que preguntaba casi todos los días por el condenado reloj, más linda ella 😍 Uno de esos muchos días, tal día como hoy hace unas semanas, resulta que le dicen que el camión aún no había llegado pero que tal vez ese día… Viernes, fin de la semana, y la chica suele plegar algo antes en el trabajo y así aprovechar a volver pronto y hacer compras con su pareja, pero decide que se espera a ver si llega el camión ¡Increíble! 🤩 Se da una vuelta para hacer tiempo y se sienta fuera frente a la puerta a esperar; en esto que ve que uno de los empleados de la tienda sale a reclamar la entrada de un compañero que ha salido a la puerta a fumar, y éste último la mira y le hace un gesto cómplice. Hecha un manojo de nervios se va para el interior de la tienda y allí que aparece el Neptuno, ella lo compra y se va para el tren con su tesoro. Obviamente se lo cuenta a su madre y ésta a mí. Bueno, bueno, bueno, ni os imagináis la retahíla de mensajes, audios y fotos que intercambiamos aquella tarde (en secreto, para no estropear la sorpresa, of course). Luego vinieron preparativos y anécdotas varias, pero no quiero alargarme más para no cansaros.
El caso es que mi marido está requetecontento con su inesperado azulito y ya se lo ha puesto varios días (cosa que no ha hecho con el Mercurio en varios meses, jajajaja). Pero bueno, como os podéis imaginar, lo de menos es el reloj y ya lo decía al principio; la emoción que compartimos las tres aquella tarde (y en el proceso anterior) es lo que no tiene precio. La complicidad en la ilusión y la alegría es algo precioso. Todo lo demás se puede conseguir con cualquier tarjeta de crédito 😇
Y por eso el título, porque si la cosa hubiera terminado de otro modo, sin el reloj, todo el resto de la historia habría sido igual de meritoria y digna de ser contada, igual de bonita, creo yo. Sin embargo, sin ese golpe de suerte que hizo que el camión llegase aquel día fuera de su horario habitual y con este trozo de biocerámica (no es plástico) azul entre su carga, no habría tenido el pretexto que me da el reloj para compartir el relato y se habría quedado en la intimidad de nuestra amistad. Pero por suerte esta hermosa historia tuvo final feliz y yo he podido contarla, que me hace ilusión que se sepa.
Muchas gracias, Txell y muchísimas gracias a tu amorosa nena, que ya se portó de maravilla y con enorme paciencia cuando era una mocita y os acompañó la primera vez que nos vimos en persona hace varios años ya. Petonets para ambas 😘😘
Y gracias también a los que habéis llegado leyendo hasta aquí por vuestra complicidad; espero que me perdonéis por el título “cebo”
Y ahora unas fotitos del pretexto
Trajo su correa, no creáis que no, pero no le duró puesta el tiempo suficiente para que hiciese las fotos 😅
La cosa es que hoy vamos a dar una vuelta de tuerca más a aquello que solemos repetir con frecuencia de “lo mejor del foro son los foreros”, porque la protagonista del hilo es ¡¡la hija de una forera!! Estaréis de acuerdo en que esto ya es para nota La BSO hoy la he tenido clara; si os apetece leer con música, ya sabéis, dadle al Play
Adelanto que se trata de hilo “soft”: aquí lo de menos es el reloj, aunque haberlo haylo. Para más inri, a muchos os sacará sarpullido verlo, que entre nosotros tiene muchos detractores Por eso he pensado que mejor primero os cuento la historia y después pongo las fotos del susodicho.
Vamos allá... Todo empieza con la revolución montada en torno a los MoonSwatch y el montón de hilos que se activan cada poco tiempo sobre ellos. El caso es que hace un par de meses mi amiga Meritxell (una reina de Grafos de nick @VALIRA) me lee en uno de ellos que cuento que mi marido andaba antojado desde el principio con Neptuno, pero que se seguía resistiendo y yo le había regalado Mercurio a modo de premio de consolación (no se lo ha puesto ni un día, dicho sea de paso; yo sí, me he consolado por él ). Y bien amable y dispuesta como es ella, me dice “pues igual en Barcelona se puede encontrar; al menos, multiplicamos las opciones”. Hago un inciso para puntualizar que ella es barcelonesa, sí, pero de una población que se encuentra a unos 30km de la capital; quiero decir con esto que no es que cada vez que sale a un recado pasa por delante de la tienda Swatch porque vive al lado.
Ante su considerada oferta, le doy las gracias y le digo que bueno, que tampoco es fácil para ella pasarse a preguntar, pero que si algún día va a la capi y le cuadra pasar por allí, y se acuerda, pues que muy agradecida por el intento. Me responde “pero es que mi hija trabaja en Barcelona y va a diario, y la tienda le pilla cerca del camino que hace de la estación al trabajo”. Ya eso me pareció rizar el rizo, porque la moza es un cielo, pero que tu madre te “enchufe” mirar una tienda para ver si encuentras algo que quiere una amiga suya, hay que admitir que tiene tela 😨 Un poco avergonzada e insistiendo en que, por favor, no se molestase mucho para hacerlo, quedamos en que preguntaría de vez en cuando por el relojito, por si sonaba la flauta.
Pues cada tanto, cuando hablábamos por cualquier otro motivo, me decía que no iba habiendo suerte y la nena no se había encontrado aún con el Neptuno. Yo, agradecida, le reiteraba que no pasaba nada, que por favor no se preocupase, y que me daba reparo y no quería incordiar. Después descubrimos que nuestra amorosa conseguidora no pasaba “cada tanto” como yo (e incluso su madre) creía, sino que preguntaba casi todos los días por el condenado reloj, más linda ella 😍 Uno de esos muchos días, tal día como hoy hace unas semanas, resulta que le dicen que el camión aún no había llegado pero que tal vez ese día… Viernes, fin de la semana, y la chica suele plegar algo antes en el trabajo y así aprovechar a volver pronto y hacer compras con su pareja, pero decide que se espera a ver si llega el camión ¡Increíble! 🤩 Se da una vuelta para hacer tiempo y se sienta fuera frente a la puerta a esperar; en esto que ve que uno de los empleados de la tienda sale a reclamar la entrada de un compañero que ha salido a la puerta a fumar, y éste último la mira y le hace un gesto cómplice. Hecha un manojo de nervios se va para el interior de la tienda y allí que aparece el Neptuno, ella lo compra y se va para el tren con su tesoro. Obviamente se lo cuenta a su madre y ésta a mí. Bueno, bueno, bueno, ni os imagináis la retahíla de mensajes, audios y fotos que intercambiamos aquella tarde (en secreto, para no estropear la sorpresa, of course). Luego vinieron preparativos y anécdotas varias, pero no quiero alargarme más para no cansaros.
El caso es que mi marido está requetecontento con su inesperado azulito y ya se lo ha puesto varios días (cosa que no ha hecho con el Mercurio en varios meses, jajajaja). Pero bueno, como os podéis imaginar, lo de menos es el reloj y ya lo decía al principio; la emoción que compartimos las tres aquella tarde (y en el proceso anterior) es lo que no tiene precio. La complicidad en la ilusión y la alegría es algo precioso. Todo lo demás se puede conseguir con cualquier tarjeta de crédito 😇
Y por eso el título, porque si la cosa hubiera terminado de otro modo, sin el reloj, todo el resto de la historia habría sido igual de meritoria y digna de ser contada, igual de bonita, creo yo. Sin embargo, sin ese golpe de suerte que hizo que el camión llegase aquel día fuera de su horario habitual y con este trozo de biocerámica (no es plástico) azul entre su carga, no habría tenido el pretexto que me da el reloj para compartir el relato y se habría quedado en la intimidad de nuestra amistad. Pero por suerte esta hermosa historia tuvo final feliz y yo he podido contarla, que me hace ilusión que se sepa.
Muchas gracias, Txell y muchísimas gracias a tu amorosa nena, que ya se portó de maravilla y con enorme paciencia cuando era una mocita y os acompañó la primera vez que nos vimos en persona hace varios años ya. Petonets para ambas 😘😘
Y gracias también a los que habéis llegado leyendo hasta aquí por vuestra complicidad; espero que me perdonéis por el título “cebo”
Y ahora unas fotitos del pretexto
Trajo su correa, no creáis que no, pero no le duró puesta el tiempo suficiente para que hiciese las fotos 😅
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