Año 2050.
El mundo que conocíamos ha dado paso a un vasto páramo desertificado, donde largas carreteras desoladas recortan la monotonía como venas marcadas sobre una piel seca.
Un Tesla recorre la A6 hacia Madrid, parando cada 300 kilómetros en una polvorienta electrolinera. Parecen abandonadas, pero así es como se llamaba antes a lo que hoy es la automatización de todas las cosas. Enchufa, paga, y sigue. No hay nadie allí.
El hombre que conduce el vehículo tiene 57 años, y en su muñeca lleva un vestigio de una época donde las cosas eran muy diferentes. Ya todo lleva un chip, todo tiene GPS, todo tiene circuitos y funciones y todo está conectado.
Por eso ese hombre mira el reloj, lo contempla, sin miedo a chocarse, pues Tesla por fin tiene un autopilot de verdad (ya era hora). Lo contempla y se alegra de haberlo comprado hace tantos años...
Porque aunque el grupo Swatch ya solo vende relojes de plástico, el suyo es para siempre gracias a los artesanos relojeros que aún existen aquí y allá en los últimos talleres
Porque aunque ya todo es smart, el suyo no lo es, tiene alma
Porque pase lo que pase en el mundo, su reloj siempre será su reloj, salvo que se lo roben, cosa que en este mundo distópico no sucede porque me chafaría la moraleja. Cuentan con los de Minority Report y se cargan a los cacos antes de que cometan el crimen.
Este hombre abre después la guantera. En ella hay un Tandorio. En su día le costó 85 euros y ha visto tiempos mejores. Llevaba un humilde PT5000, pero como era un clon del ETA2824 el apañado protagonista de la historia pudo ir reparándolo sacando piezas de otros relojes y valiéndose de Internet. Aún funcuina, aunque prefiere no llevarlo, porque después de mucha filosofía en esos largos trayectos en su Tesla, llegó a la conclusión de que no le gusta llevar homenajes.
Moraleja: comprate hoy lo que te haga feliz y pase lo que pase en la economía, en el mundo, en la relojería, si dios quiere y estamos vivos dentro de muchos años, y no nos han mangado los relojes, los seguiremos disfrutando. Yo no se si dentro de 30 años San Martin será alta relojería, lo que sí se, es que hoy, en 2023, me compro lo que me gusta, y dentro de 30 años haré lo mismo.
PD: lo de arriba es un relato, no es que crea que el grupo Swatch sólo va a hacer plástico. O si. Quien sabe lo que dictarán las futuras leyes sobre reciclaje y metalurgia...ahí