Je, está claro que cuando al tipo británico ese le tocaron los 190 Kilogramos de Euros, podrá dedicar la mitad a hacer el loco con dispendios absurdos.
Como decía la escuela de millonarios de Madrid (esto es cierto, la hubo y era necesario habida cuenta de la revolución social en la que los políticos llegaban a millonarios en pocos meses, única vía de conseguirlo honradamente), un millonario no puede tomar másde un solomillo, o más de una langosta, o más de un tarro de caviar, y por tanto el gasto de estos debe estar orientado a los productos de lujo que exhiban su nivel económico.
Y así, una birria de reloj de 7.000 Euros queda en lo que resulta de usar y tirar, equiparándose con tanto mindungui que va por ahí creyéndose algo. Por ello han surgido los relojes para el rey de Marruecos, y para alguno más. Incluido algún jerifalte de sindicatos al que le han pillado con cuatro relojitos en régimen de igualdad con quien es representado por él.
Vamos, que cuando uno tiene dinero y no lo exhibe es como si no lo tuviera.
Lo peor del caso es que tenga que llevar coche blindado con escolta, y permanente guardaespaldas. Al final lo de tomar unas birras con los amigos y dedicarse a criticar a las mujeres, (o a los hombres, según), echar unas risas, y disfrutar de pequeños momentos comiendo, bebiendo y profiriendo exclamaciones burdotas, es algo que solo se tiene con amigos. Con dinero, habitualmente, no.
Así que bravo por quien lo compre. Pero que no se olvide que la observancia de un reloj no supera el placer de departir con unos amigos y otro -siempre el mismo- que quiere dejar de serlo porque el tío está empeñado en que pierda tu equipo. Bueno, o es el que piensa que el hombre no llegó a la luna. O que hay una conspiración... Eso sí, terminada la cerveza todo vuelve como antes.
Pues, "clonc", salud, al centro y ¡adentro! Y por favor, disfrutad, lo más importante.