P
PET
Habitual
Sin verificar
El último argumento que les queda a los relojes con calibres genéricos para mantener su nivel competitivo es el de los controles de calidad, y tienen toda la razón. Cuando ese mismo argumento es empleado por quien fabrica sus propios relojes, es decir, por quien sabe perfectamente lo que ha hecho y cómo lo ha hecho, parece que la cosa no tiene importancia. Es el caso de Jaeger LeCoultre que lleva inventando relojes en Le Sentier desde 1833.
Ninguna otra casa relojera ha inventado tanto, ni ha creado tanta afición como esta relojera de refinado gusto francés, pero intrínsecamente suiza. Sus logros y su prestigio se deben a lo que hacen, a cómo lo hacen, y desde cuando lo hacen. Sus proezas relojeras no tienen discusión, y por eso los relojes de las grandes casas como Patek, Vacheron C. o Audemars P. han tenido el honor de llevar en sus entrañas una mecánica JLC, es decir, han llevado lo mejor de lo mejor.
Los iconos no son relojes de moda, sino que son piezas imperecederas a las que el tiempo no deslabra su prestigio ni su aspecto. JLC interpretó magistralmente el Art Decò en el primer tercio del siglo XX, y hoy en día, -76 años después-, aquélla portentosa obra se ha enriquecido con valores nuevos, con mecánicas de ensueño que permiten acceder al primer peldaño de la alta relojería, eliminando los detalles que de joya pudiera tener un reloj, dejando sólo lo esencial, es decir, el reloj y su mecánica, para hacerlo trascender a la categoría de Obra de Arte.
Todas las manufacturas emplean hoy la última tecnología para alcanzar logros imposibles hasta hace unos años, pero la casa de Le Sentier exhibe una proeza al año, y construye relojes que pocos relojeros se atreven a abrir y mucho menos a tocar: el calibre 101 o el 849 que incorpora el Master Ultra Thin son obras de arte sin más complicación que el desafío a las leyes de la física.
El tamaño del calibre 101 lo dice todo: pesa menos de 1 gramo y ocupa 0,2 centímetros cúbicos.
Cal.101:
Pero JLC no se queda solamente en el aspecto, o en las complicaciones, en los acabados o en el rendimiento de sus relojes, sino que ahonda en propiedades como la sonoridad en algunos de sus relojes más reconocidos. La línea histórica Memovox, dentro de cajas de acero, permiten una sonoridad que al día de hoy sólo puede ofrecer F.P.Journé en alguno de sus relojes más caros.
Estos logros no serían posibles sin los severos controles de calidad a los que se someten estos relojes. Dicho control está compuesto por seis tipos de pruebas:
1ª) Verificación de resistencia continua a golpes y vibraciones y de la tensión normal del muelle.
2ª) Verificación del perfecto ajuste de la espiral y la indentidad de las alternancias entre sí, estableciendo controles en 6 posiciones.
3ª) Control de reserva de marcha, verificando si el muelle real libera su energía por igual y garantiza la autonomía prevista, lo que resulta especialmente importante en los mecanismos de 8 días.
4ª) Verificación de resistencia a la variación de temperaturas mediante el sometimiento del reloj a diferentes temperaturas entre 4 y 40 grados centígrados durante varios días.
5ª) Pruebas sobre el Cyclotest para los relojes automáticos, con simulación de movimientos de muñeca y golpes durante tres semanas.
6ª) Vertificación de la estanquidad del reloj en función del modelo, sometiéndolo a presiones de entre 5 y 20 atmósferas.
Estas pruebas son diferentes y posteriores a las que la propia manufactura hace a cada reloj una vez terminado, montado, ajustado y revisado, tanto desde el punto de vista mecánico como estético.
Ninguna otra casa relojera ha inventado tanto, ni ha creado tanta afición como esta relojera de refinado gusto francés, pero intrínsecamente suiza. Sus logros y su prestigio se deben a lo que hacen, a cómo lo hacen, y desde cuando lo hacen. Sus proezas relojeras no tienen discusión, y por eso los relojes de las grandes casas como Patek, Vacheron C. o Audemars P. han tenido el honor de llevar en sus entrañas una mecánica JLC, es decir, han llevado lo mejor de lo mejor.
Los iconos no son relojes de moda, sino que son piezas imperecederas a las que el tiempo no deslabra su prestigio ni su aspecto. JLC interpretó magistralmente el Art Decò en el primer tercio del siglo XX, y hoy en día, -76 años después-, aquélla portentosa obra se ha enriquecido con valores nuevos, con mecánicas de ensueño que permiten acceder al primer peldaño de la alta relojería, eliminando los detalles que de joya pudiera tener un reloj, dejando sólo lo esencial, es decir, el reloj y su mecánica, para hacerlo trascender a la categoría de Obra de Arte.
Todas las manufacturas emplean hoy la última tecnología para alcanzar logros imposibles hasta hace unos años, pero la casa de Le Sentier exhibe una proeza al año, y construye relojes que pocos relojeros se atreven a abrir y mucho menos a tocar: el calibre 101 o el 849 que incorpora el Master Ultra Thin son obras de arte sin más complicación que el desafío a las leyes de la física.
El tamaño del calibre 101 lo dice todo: pesa menos de 1 gramo y ocupa 0,2 centímetros cúbicos.
Cal.101:
Pero JLC no se queda solamente en el aspecto, o en las complicaciones, en los acabados o en el rendimiento de sus relojes, sino que ahonda en propiedades como la sonoridad en algunos de sus relojes más reconocidos. La línea histórica Memovox, dentro de cajas de acero, permiten una sonoridad que al día de hoy sólo puede ofrecer F.P.Journé en alguno de sus relojes más caros.
Estos logros no serían posibles sin los severos controles de calidad a los que se someten estos relojes. Dicho control está compuesto por seis tipos de pruebas:
1ª) Verificación de resistencia continua a golpes y vibraciones y de la tensión normal del muelle.
2ª) Verificación del perfecto ajuste de la espiral y la indentidad de las alternancias entre sí, estableciendo controles en 6 posiciones.
3ª) Control de reserva de marcha, verificando si el muelle real libera su energía por igual y garantiza la autonomía prevista, lo que resulta especialmente importante en los mecanismos de 8 días.
4ª) Verificación de resistencia a la variación de temperaturas mediante el sometimiento del reloj a diferentes temperaturas entre 4 y 40 grados centígrados durante varios días.
5ª) Pruebas sobre el Cyclotest para los relojes automáticos, con simulación de movimientos de muñeca y golpes durante tres semanas.
6ª) Vertificación de la estanquidad del reloj en función del modelo, sometiéndolo a presiones de entre 5 y 20 atmósferas.
Estas pruebas son diferentes y posteriores a las que la propia manufactura hace a cada reloj una vez terminado, montado, ajustado y revisado, tanto desde el punto de vista mecánico como estético.
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