Yo soy tan mayor que ni me acuerdo del que me regalaron pero sí me acuerdo del de nuestros hijos en los 90, que se convirtió pronto en el reloj familiar porque lo adquirimos también para nosotros mi mujer y yo.
Se conservan todos, con la correa de caucho y el brazalete, menos el de mi hija, a quien le desapareció un día en el trabajo. Cuando encuentre uno como el suyo en condiciones lo volveré a comprar para que vuelvan a estar juntos los cinco.
Se trata de la primera versión del Tag Heuer Fórmula 1 (en realidad, la segunda porque la caja de estos es ya de acero, no de resina) y siguen funcionando a las mil maravillas, incluyendo inmersión en el mar en verano. Les tengo mucho cariño. Este modelo, junto con los Swatch, representó un soplo de aire fresco en la relojería suiza, bien necesitada de reanimación tras el desastre que produjo la aparición del cuarzo. Un tamaño pequeño para el gusto de hoy (34,8m. o 37,3m. con corona) pero que a mí me encanta y sienta estupendamente en la muñeca.
Os dejo las fotos.
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