
Jose Perez
De la casa
Sin verificar
Exacto. Coincido con tú planteamiento.De todas formas lo que creo que es un ejercicio muy sano es llamar a las cosas por su nombre, aunque sea descarnado, porque el lenguaje moldea la realidad y al final con tantas capas de metáfora no se ve el fondo.
Está claro que una cosa son fusiladas o inspiraciones a las que se le va la mano en mayor o menor grado y rozan la copia, como el tan traído “submariner” de Heuer, el Nivada alias “explorer 1016”, o un San Martín que se inspira más o menos en un sub vintage pero no es exacto; esto lo hacen y han hecho suizos, alemanes, chinos…
Otra cosa son las copias exactas de relojes recientes y en producción: a estos les llamaría réplicas legales sin logo. Lo hacen los chinos, marcas como Steinhart, etc. No hay que meter consideraciones morales, si uno quiere una réplica, quiere una réplica (legal), que sea igualito a X por una fracción. No es mi malo ni bueno, están ahí y son legales, cada uno es el que tendrá una opinión en contra, favorable, neutra, por consideraciones morales, estéticas, históricas, etc
Con dos matices.
EMO no son “réplicas legales”. Son copias. Aunque creo que como se les llame no tiene la menor importancia. Son lo que son. Y tienen su nicho de mercado.
Y, por otra parte, creo que la copia de un reloj descatalogado es una estrategia puramente empresarial de ahorro costes en varios sentidos.
Por una parte el coste de diseño se reduce a la mínima expresión y por otra las posibilidades de que el modelo “triunfe” (algo muy difícil de conseguir hoy en día) aumentan considerablemente. No digo ya nada si encima se limitan a integrar componentes chinos. Pero lo veo como una opción empresarial tan lícita como cualquier otra. Eso sí, “mérito” poco y y marketing y negocio mucho. Las cosas como son.
Y luego que cada uno compre en función de su valoración y criterio personal.