Los precios los ponen los fabricantes pero también los ponemos nosotros. Y aunque el hilo no va de Rolex, la política de precios de Rolex es un magnífico ejemplo: si en poco más de 10 años el precio de un producto se multiplica por 2, y el fabricante tiene lista de espera para atender la demanda, es evidente que su precio está por debajo del precio de equilibrio y, por tanto, es barato. Si las subidas de precio no afectan a la demanda, puede significar dos cosas: i) que se trata de un producto que sus eventuales compradores entienden que tiene un valor igual o superior a lo que su precio indica y, por tanto, que se dan las condiciones para que su valor se mantenga o incremente en el futuro; o ii) que su target de cliente es completamente idiota. Y como lo segundo no es fácil de aceptar en términos generales, me inclino por lo primero.