Buenos días.
Lo cierto, es que pensé no volver a participar en el foro por el momento, pero sinceramente creo que debo y necesito hacerlo.
Debo, en agradecimiento a las personas, que desinteresadamente me dieron, tanto opciones, como sensatos consejos.
Y necesito, porque no me gustaría que estas personas piensen de mi, que soy un tipo descortés.
Como ya les expliqué al inicio, en mi presentación, tengo 55 años, pronto 56 ( si Dios quiere).
Actualmente estoy retirado y como alguno de ustedes entenderán, para un trabajador por cuenta propia, no es ni deseable, ni frecuente.
El motivo de haberme retirado a tan temprana edad, no fue otro que un problema de salud.
Un gran susto, que hizo que me replantease ciertos aspectos de la vida.
En septiembre 2018, sufrí un infarto de miocardio.
Afortunadamente no fue grave del todo, por lo que en unos 4 días me dieron el alta y a los pocos días ya estaba de nuevo trabajando, aunque reconozco que no a pleno rendimiento.
Sin embargo este desafortunado hecho, que como es lógico no solo me afectó a mi, también a mi familia, como digo, hizo replantearme (o replantearnos) la situación, muy especialmente en el ámbito laboral.
Al haber finalizado sus estudios, Oriol el mayor de mis hijos, que ya llevaba unos años aprendiendo y ayudando en la empresa, estaba preparado y dispuesto a tomar el relevo, para pasar a ser la cuarta generación.
En Diciembre de 2019, dejé de acompañar a mi hijo, con la gran satisfacción, de saber que estaba más y mejor preparado que yo.
Pasé a situarme en un segundo plano.
Aunque he querido seguir estando ahí, de forma más tranquila y muy ocasional, para aportar mi experiencia, contactos e ideas al negocio, como “relaciones públicas” intentando transmitir y fortalecer los vínculos comerciales, que han sido, son y serán, la parte primordial de todo negocio.
Con el firme propósito de recuperarme y disfrutar, de lo que deseo sean muchos más años de vida, decidí que debía cuidarme y porque no, también mimarme.
Algo que debo reconocer, no hice del todo bien.
Prometí que empezaría a hacer ejercicio, ya que tengo algo de sobrepeso, cosa que no hice, pero es que tampoco me he podido resistir nunca a una buena comilona.
En fin, con estos ingredientes lo que tenía que suceder, acabó sucediendo.
Durante la madrugada del pasado 29 de febrero, tras regresar de una reunión entre amigos, comencé a sentirme indispuesto.
Pensaba que había cenado en exceso, no soy de tomar bebidas alcohólicas y por supuesto no fumo.
Creía que se trataba de una simple indigestión, acompañada de una sudoración fría.
Entonces una sensación amargamente familiar, me recordó lo que me estaba sucediendo. Tenía una presión en el pecho, sudor frío, un dolor que subía del cuello a la mandíbula y un hormigueo parcial que me recorría la mitad del cuerpo.
Esto fue determinante, ser consciente de lo que ocurría y la rápida actuación de mi esposa, hicieron posible que hoy esté escribiendo estas líneas.
Por suerte mis dos hijos no estaban en casa, algo que ahora me alegra, evitándose así el susto.
Àngels , llamo de inmediato a los servicios de emergencias médicas, me dio una aspirina, se mantuvo tranquila, durante lo que para ella debieron ser unos eternos minutos, a mi desde luego me tranquilizo muchísimo.
Cuando llegaron los sanitarios, tras corroborar los síntomas y diagnóstico que mi propia mujer les dio, me trasladaron de inmediato al Hospital.
De nuevo, había sufrido un infarto.
En esta ocasión y al ser la segunda vez, de mayor gravedad.
Pero por fortuna y según las palabras de mi cardiólogo, la aspirina y la rápida reacción me salvaron la vida.
No recuerdo gran cosa, algunos momentos posteriores, como la llegada y entrada al hospital, siguen desdibujados en mi memoria.
Durante varios días he permanecido ingresado.
Durante la recuperación, no he sido plenamente consciente de la gravedad, algo muy importante y a tener en cuenta, si en alguna ocasión tienen a un ser querido con esta afectación.
Afortunadamente, tras una larga intervención (algo más de 6 horas) y superar algunas complicaciones, he podido volver a casa, de forma algo precipitada, ante la situación actual y eso si, con estrictas órdenes médicas de descansar y no alterarme absolutamente nada.
Si por algo me he caracterizado siempre y que además aprendí de mi padre, es la responsabilidad, el compromiso y el honor, valores que me han empujado siempre, a cumplir con mis obligaciones por encima de mis intereses.
Todo esto sumado a mi fuerte carácter e ímpetu, en ocasiones me ha llevado a vivir ciertas experiencias de manera excesivamente intensa.
Tengo que aprender a vivir y sentir de otra manera, algo que les garantizo, no me está resultando nada fácil.
Así he creído que necesito y me ha parecido conveniente, dar una explicación a mi repentina y prolongada ausencia.
Simplemente, por cortesía hacia todos ustedes.
Dicho esto, me quiero despedir de todos ustedes, al menos por el momento y desearles lo mejor.
Decirles también, que el candidato y futuro reloj que voy a adquirir (espero, más pronto que tarde) será el Piaget Polo S, con su brazalete metálico y en color gris.
Espero poder adquirirlo como digo, aunque actualmente y ante la situación económica que se nos plantea, creo que la prudencia será la mejor opción.
Pero una vez lo compré, se que ya no será un regalo de jubilación, ahora siempre será un recuerdo de cómo la vida corre, con cada minúsculo salto que de la aguja, hasta completar un segundo.
Cada vez que mire en mi muñeca, recordaré que lo más importante es vivir y disfrutar de todo aquello que uno tiene.
Pero también pienso, que lo más importante es la historia que hay detrás de las cosas, esto me ha hecho recordar especialmente al Sr. Emérita.
Lo fácil que resulta quedarse en el contenido y no ver lo bello que puede llegar a ser el continente.
Al final detrás de las cosas importantes, hay algo más importante aún, su historia .
Siempre me he considerado un hombre muy afortunado, pues la fortuna de cada uno, está (o debería) en la riqueza personal de los que nos rodean.
Tengo la obligación de cuidar mis más importantes activos, a mi hijo Oriol, a mi hija Mercè y a mi amada esposa, Àngels.
Sin ellos, estoy convencido que no sería la clase de persona que soy.
Como cualquiera de ustedes, que esté casado y/o tenga hijos, sabrán que la plenitud de una persona, llega cuando forma una familia.
Hay momentos más fáciles que otros, pero si en el transcurso de la vida, el balance es absolutamente positivo, puedes considerar que has sido muy afortunado.
Cuando las cosas funcionan todo resulta sencillo, pero cuando no es así, es cuando uno realmente toma consciencia de los valores e integridad, que poseen las personas que tenemos a nuestro lado.
El breve tiempo que he pasado en este rincón de la red, lo tengo y recuerdo muy gratamente.
A pesar de ser mi primera experiencia de este tipo, he llegado a empatizar con alguno de ustedes, pienso que incluso podría ampliar más mi círculo de amigos, pero lamentablemente no puedo de momento, formar parte de esta comunidad, ya que poco o nada puedo aportar.
Aunque prometo seguir leyéndoles.
Quizá más adelante, si la situación es más favorable, me viese con ánimo y me decido a adquirir el reloj, lo presentaré como es debido y como me comprometí a hacerlo, si así ustedes me lo permiten.
Por último y queriéndoles devolver alguno de los muchos consejos que tan gentilmente me han brindado, permitan que desde la humildad y el más absoluto respeto, les recomiende yo tan solo una cosa;
Vivan, disfruten y no se enfaden por cualquier minucia, somos frágiles y efímeros, no merece la pena perder el poco tiempo que tengamos, con situaciones negativas.
La vida ya está llena de situaciones difíciles, pero si en nuestro paso por ella, somos capaces de dejar aunque solo sea una pequeña huella, todo esto que nos resulta ahora tan complicado, habrá tenido mucho más sentido.
Sebastián Quero.