posr500
Forer@ Senior
Verificad@ con 2FA
Es una realidad en nuestra sociedad, que para llevar a cabo cambios profundos en ciertas industrias, deben ocurrir catástrofes con pérdida de vidas humanas que los justifiquen.
El 19 de abril de 1891, el tren rápido de correo de la empresa Lake Shore se dirigía al este y un tren de pasajeros local de la Michigan Southern estaba en la misma vía en trayecto opuesto. En Elyria, a 25 millas de Cleveland, tanto el Ingeniero como el Conductor del tren local recibieron órdenes para dejar pasar al tren rápido de correo en Kipton en una pequeña estación al oeste de Oberlin.
Como el Conductor del tren local admitió posteriormente, desde el momento en que salieron de Elyria hasta que colisionó con el tren rápido de correo en Kipton no sacó en ningún momento su reloj del bolsillo. El Conductor comentó que suponía que el Ingeniero se encargaría de controlar el tiempo con su reloj para evitar inconvenientes con el tren rápido de correo, pero el reloj del Ingeniero había sufrido una leve caída temprano ese día, producto de la cual el mecanismo dejó de funcionar por alrededor de cuatro minutos y luego con el movimiento volvió a trabajar otra vez, un pequeño detalle de vida o muerte del cual no estaba consciente. Hubo varias estaciones entre Elyria y Kipton, pero el Ingeniero pidió ralentizar la marcha durante el trayecto pensando que tenía tiempo de sobra consultando su reloj atrasado.
Al abandonar Oberlin, el Ingeniero supuso que tenía siete minutos antes de alcanzar el punto de encuentro. Por supuesto, tan sólo tenía tres minutos realmente. Si el Conductor hubiera consultado su propio reloj se hubiera podido prevenir el accidente. Los trenes llegaron al mismo tiempo a Kipton, el tren rápido de correo a plena velocidad, mientras que el tren local estaba frenando porque estaba cerca de la estación, produciéndose el choque frontal. Los Ingenieros de ambos trenes murieron y también fueron rescatados los cuerpos sin vida de nueve ayudantes de entre los amasijos de hierro y madera de los carros de correos. Algunas fotos del suceso:
El desastre de Kipton tuvo como consecuencia el que los oficiales de Lake Shore pidieran a Webb C. Ball (un conocido fabricante de relojes basado en Cleveland) investigar las condiciones horarias en toda la línea y desarrollar un sistema de inspección para su aplicación inmediata. Además se le encargó inspeccionar las condiciones en todas las líneas importantes al este de Chicago
En la revisión que hizo Ball encontró que los conductores de los trenes de mercancías de las líneas de larga distancia confiaban en relojes despertadores baratos que colgaban con clavos en el furgón de cola. Por otra parte, muchos comerciantes en esos tiempos regalaban relojes de bolsillo de mala calidad por la compra de ropa o muebles. Los ingenieros y conductores de trenes acostumbraban tener tales relojes en sus bolsillos y conducían sus trenes haciendo uso de los mismos, poniendo en peligro tanto vidas humanas como propiedades.
Algunos de los relojes en los depósitos de locomotoras y en las oficinas de los despachadores de trenes no habían sido limpiados, reparados o regulados en años. La regla aplicada entonces era de dar a los conductores e ingenieros cinco minutos extras en sus itinerarios. Vale decir un tren que estaba programado para llegar a las 10:00 se consideraba a tiempo si llegaba entre las 9:55 o las 10:05.
Luego de un trabajo que duró cuatro meses, Ball tuvo un plan concretamente formado y lo puso en acción. Oficiales inspectores de relojes fueron ubicados al final de cada línea de Lake Shore. A los conductores e ingenieros les fue solicitado que hagan revisar sus relojes cada dos semanas. Si un reloj retrasaba o adelantaba 30 segundos en dos semanas tenía que ser reparado o regulado inmediatamente. Pequeñas tarjetas se entregaron a los conductores e ingenieros con los registros de sus relojes escritas por los oficiales inspectores.
Cuando un reloj debía ser reparado o regulado, el oficial inspector prestaba otro reloj perfectamente regulado al funcionario para que continúe su trabajo. Conforme este esquema evolucionaba, Ball tenía un listado de relojes no aptos, llegando a aprobar solo 37 tipos diferentes de relojes que eran fabricados por 8 empresas diferentes.
Como resultado de la revisión completada por Ball, en 1893 los Estándares Generales de Medición del tiempo para Ferrocarriles fueron adoptados, los que indicaban los requisitos que debían reunir los relojes ferroviarios:
La industria relojera norteamericana fruto de seguir estas normas llegó a la cúspide en términos de calidad y precisión superando en esos tiempos a todas las demás.
Para ilustrar el hilo les presento mi clásico de los relojes ferroviarios: Un Illinois Bunn Special Tipo III de 60 horas de tamaño 16 enchapado en oro blanco. Este reloj fue producido en 1927 (justo un año antes de que la empresa Illinois sea comprada por la Hamilton Watch Company), ajustado a seis posiciones, tiene 21 joyas y cumple los estándares de 1893.
La palanca de cambio de hora luego de quitar el bisel exterior
Los coleccionistas de relojes que no están muy familiarizados con el tema de los relojes ferroviarios tienen frecuentemente la impresión de que los Bunn Special de tamaño 16 fueron parte de la primera gran ola de producción masiva de este tipo de relojes en los inicios del siglo XX. Generalmente los asocian con los Hamilton 992, Hampden Wm. McKinley y Waltham Crescent. Sin embargo la realidad es que recién en 1913 hace su aparición este modelo emblemático. Antes de este año, si se quiere un reloj Illinois de tamaño 16, con 21 joyas y grado ferroviario se debe buscar el modelo 189, el modelo 5 Sangamo o el modelo 5a Lincoln. Todos ellos relojes memorables con seguridad, pero sin el encanto del nombre Bunn Special. Por cierto el nombre Bunn Special proviene del apellido de los ejecutivos de la compañía: John Whitfield Bunn y Jacob Bunn.
El reloj en acción:
Saludos desde La Paz, Bolivia
El 19 de abril de 1891, el tren rápido de correo de la empresa Lake Shore se dirigía al este y un tren de pasajeros local de la Michigan Southern estaba en la misma vía en trayecto opuesto. En Elyria, a 25 millas de Cleveland, tanto el Ingeniero como el Conductor del tren local recibieron órdenes para dejar pasar al tren rápido de correo en Kipton en una pequeña estación al oeste de Oberlin.
Como el Conductor del tren local admitió posteriormente, desde el momento en que salieron de Elyria hasta que colisionó con el tren rápido de correo en Kipton no sacó en ningún momento su reloj del bolsillo. El Conductor comentó que suponía que el Ingeniero se encargaría de controlar el tiempo con su reloj para evitar inconvenientes con el tren rápido de correo, pero el reloj del Ingeniero había sufrido una leve caída temprano ese día, producto de la cual el mecanismo dejó de funcionar por alrededor de cuatro minutos y luego con el movimiento volvió a trabajar otra vez, un pequeño detalle de vida o muerte del cual no estaba consciente. Hubo varias estaciones entre Elyria y Kipton, pero el Ingeniero pidió ralentizar la marcha durante el trayecto pensando que tenía tiempo de sobra consultando su reloj atrasado.
Al abandonar Oberlin, el Ingeniero supuso que tenía siete minutos antes de alcanzar el punto de encuentro. Por supuesto, tan sólo tenía tres minutos realmente. Si el Conductor hubiera consultado su propio reloj se hubiera podido prevenir el accidente. Los trenes llegaron al mismo tiempo a Kipton, el tren rápido de correo a plena velocidad, mientras que el tren local estaba frenando porque estaba cerca de la estación, produciéndose el choque frontal. Los Ingenieros de ambos trenes murieron y también fueron rescatados los cuerpos sin vida de nueve ayudantes de entre los amasijos de hierro y madera de los carros de correos. Algunas fotos del suceso:
El desastre de Kipton tuvo como consecuencia el que los oficiales de Lake Shore pidieran a Webb C. Ball (un conocido fabricante de relojes basado en Cleveland) investigar las condiciones horarias en toda la línea y desarrollar un sistema de inspección para su aplicación inmediata. Además se le encargó inspeccionar las condiciones en todas las líneas importantes al este de Chicago
En la revisión que hizo Ball encontró que los conductores de los trenes de mercancías de las líneas de larga distancia confiaban en relojes despertadores baratos que colgaban con clavos en el furgón de cola. Por otra parte, muchos comerciantes en esos tiempos regalaban relojes de bolsillo de mala calidad por la compra de ropa o muebles. Los ingenieros y conductores de trenes acostumbraban tener tales relojes en sus bolsillos y conducían sus trenes haciendo uso de los mismos, poniendo en peligro tanto vidas humanas como propiedades.
Algunos de los relojes en los depósitos de locomotoras y en las oficinas de los despachadores de trenes no habían sido limpiados, reparados o regulados en años. La regla aplicada entonces era de dar a los conductores e ingenieros cinco minutos extras en sus itinerarios. Vale decir un tren que estaba programado para llegar a las 10:00 se consideraba a tiempo si llegaba entre las 9:55 o las 10:05.
Luego de un trabajo que duró cuatro meses, Ball tuvo un plan concretamente formado y lo puso en acción. Oficiales inspectores de relojes fueron ubicados al final de cada línea de Lake Shore. A los conductores e ingenieros les fue solicitado que hagan revisar sus relojes cada dos semanas. Si un reloj retrasaba o adelantaba 30 segundos en dos semanas tenía que ser reparado o regulado inmediatamente. Pequeñas tarjetas se entregaron a los conductores e ingenieros con los registros de sus relojes escritas por los oficiales inspectores.
Cuando un reloj debía ser reparado o regulado, el oficial inspector prestaba otro reloj perfectamente regulado al funcionario para que continúe su trabajo. Conforme este esquema evolucionaba, Ball tenía un listado de relojes no aptos, llegando a aprobar solo 37 tipos diferentes de relojes que eran fabricados por 8 empresas diferentes.
Como resultado de la revisión completada por Ball, en 1893 los Estándares Generales de Medición del tiempo para Ferrocarriles fueron adoptados, los que indicaban los requisitos que debían reunir los relojes ferroviarios:
- Ser de tipo Lepine (open face)
- Tamaño entre 16 o 18
- Tener un mínimo de 17 joyas
- Ajustado al menos a 5 posiciones
- Mantener el tiempo con precisión con una desviación máxima de 30 segundos por semana
- Ajustado para funcionar a temperaturas entre 34 a 100 grados Fahrenheit
- Tener doble cilindro
- Rueda de escape de acero
- Palanca de ajuste de hora
- Regulador micrométrico
- Mecanismo de corona para dar cuerda a las altura de las 12
- Tener el grado en la tapa trasera
- Usar números Arábicos gruesos en color negro sobre un dial blanco
- Tener manecillas negras gruesas
La industria relojera norteamericana fruto de seguir estas normas llegó a la cúspide en términos de calidad y precisión superando en esos tiempos a todas las demás.
Para ilustrar el hilo les presento mi clásico de los relojes ferroviarios: Un Illinois Bunn Special Tipo III de 60 horas de tamaño 16 enchapado en oro blanco. Este reloj fue producido en 1927 (justo un año antes de que la empresa Illinois sea comprada por la Hamilton Watch Company), ajustado a seis posiciones, tiene 21 joyas y cumple los estándares de 1893.
La palanca de cambio de hora luego de quitar el bisel exterior
Los coleccionistas de relojes que no están muy familiarizados con el tema de los relojes ferroviarios tienen frecuentemente la impresión de que los Bunn Special de tamaño 16 fueron parte de la primera gran ola de producción masiva de este tipo de relojes en los inicios del siglo XX. Generalmente los asocian con los Hamilton 992, Hampden Wm. McKinley y Waltham Crescent. Sin embargo la realidad es que recién en 1913 hace su aparición este modelo emblemático. Antes de este año, si se quiere un reloj Illinois de tamaño 16, con 21 joyas y grado ferroviario se debe buscar el modelo 189, el modelo 5 Sangamo o el modelo 5a Lincoln. Todos ellos relojes memorables con seguridad, pero sin el encanto del nombre Bunn Special. Por cierto el nombre Bunn Special proviene del apellido de los ejecutivos de la compañía: John Whitfield Bunn y Jacob Bunn.
El reloj en acción:
Saludos desde La Paz, Bolivia