Valeriano
Forer@ Senior
Sin verificar
Cada vez que paso el paño por mis estilográficas, pienso en su momento de adquisición y el impulso del que fue fruto. Me da la sensación de que nunca dejaremos de ser unos caprichosos que pueden aplicar también unas reglas básicas para moderar la tentación, sean conscientes o no. De las reglas pasamos a los principios, otras veces prejuicios, que establecen los límites de nuestra colección y personaliza esa compleja relación con lo práctico del uso y disfrute de cada piezas. Pero esto ya es terreno propio y del propio consumismo, que tantas veces es tema transversal en buena cantidad de hilos, y no quisiera ser ahora la excusa...
Cuando paso ese paño de limpieza, que al final es una caricia protectora, de reconocimiento a través del cuidado, suelo preguntarme qué considero bello en cada una de ellas que pueda ser trasladado al resto, porque ahí debería estar mi gusto. Reconozco, pues, un gusto por lo artesanal, la personalidad a la vista de un suntuoso plumín, los colores intensos de las resinas, pero también el equilibrio de los negros con los metales... Aunque haya muchas que reciban la caricia merecida sin cumplir esas generalidades, que están hechas más bien para el ojo intruso que quiere aumentarnos la colección con buenas intenciones.
Intentando abstraernos, pero hablando de lo que cada uno quiera, sacando o no a colación piezas que reconocemos como nuestro prototipo, considerando también nuestra experiencia al tacto: del expositor a nuestras manos, ¿qué consideramos como bello, vulgar y hortera en una estilográfica?
Un gusto leeros...
Cuando paso ese paño de limpieza, que al final es una caricia protectora, de reconocimiento a través del cuidado, suelo preguntarme qué considero bello en cada una de ellas que pueda ser trasladado al resto, porque ahí debería estar mi gusto. Reconozco, pues, un gusto por lo artesanal, la personalidad a la vista de un suntuoso plumín, los colores intensos de las resinas, pero también el equilibrio de los negros con los metales... Aunque haya muchas que reciban la caricia merecida sin cumplir esas generalidades, que están hechas más bien para el ojo intruso que quiere aumentarnos la colección con buenas intenciones.
Intentando abstraernos, pero hablando de lo que cada uno quiera, sacando o no a colación piezas que reconocemos como nuestro prototipo, considerando también nuestra experiencia al tacto: del expositor a nuestras manos, ¿qué consideramos como bello, vulgar y hortera en una estilográfica?
Un gusto leeros...