Cuando uno regala algo siempre regala aquello que, de primer requisito, le gusta a uno mismo.
Permíteme que discrepe. Dejemos de lado los relojes y centrémonos en cualquier regalo, sea de la categoría que sea. Precisamente en estos días estoy comprando los regalos de Navidad para quitarme esa tarea de encima y ... no, no va ningún reloj entre ellos, ni para mis sobrinos (aún niños), ni para mi hermano o cuñada, ni para mis padres. ¿Por qué? Pues porque he pensado en ellos y no en mi. He pensado que será lo que agradecerán más, lo que más necesitan, lo que más les gusta, lo que más usarán, o lo que más ilusión les hará.
Yo iría a una relojería y saldría cargado de relojes mecánicos, uno para cada uno adecuado a sus gustos, estilo, etc, pero me llevaría un chasco al ver sus caras al abrir los paquetes. Y es que, cuando uno regala, lo que busca es ver la ilusión en la otra parte al recibir el regalo. Evidentemente el componente emocional estará presente sea cual sea el regalo, pero si pensamos en nuestros gustos en lugar del de la persona que recibirá el regalo, ésto quedará plasmado en el regalo e incluso se podría provocar el efecto contrario e incluso, yendo a un extremo, el efecto contrario de que esta persona pueda llegar a pensar "vaya, has comprado algo que te gusta a ti y no a mi"....
Creo que incluso podría ser egoísta tu planteamiento. Cuando yo regalo, aspiro recibir una respuesta de emoción cuando quien lo recibe abre el paquete,
aunque no me guste nada a mi. Ahí está la magia de regalar, saber exactamente qué ilusiona a la otra parte sin necesidad de preguntarle. Es muy fácil comprar algo de nuestro gusto, lo verdaderamente complicado es acertar exactamente en lo que la otra parte espera/necesita dejando al margen lo que nos ilusiona a nosotros.
Así que no tengo ninguna duda. Cómprale un automático. Explícale como funciona, háblale de lo maravilloso que es un mundo de engranajes que dan la hora con una exactitud casi sorprendente a pesar de su complejidad. Muéstrale cómo medir la precisión y como corregir la hora cuando le toque, disfruta explicándole como dar cuerda, poner en hora, cambiar la fecha...etc... todo aquello que a nosotros nos vuelve loco.
No habrás regalado una herramienta para ver la hora.
Has regalado un trozo de tí que, cada vez que utilice y tenga que hacer todo lo explicado arriba, le traerá ese imborrable momento que viviste con ella cuando decidiste, buscaste, compraste y le distes su primer artilugio mecánico para saber la hora.
Vuelvo a discrepar, y es que las pasiones se tienen o no se tienen, difícilmente se pueden explicar para que sean adoptadas como por arte de magia por la otra parte. Cuando hablas de
herramienta para ver la hora denostas intencionadamente a los relojes de cuarzo y dejas en el olvido lo más importante, que es un regalo que procede de tu padre. Verás, en mi más que humilde caja hay un reloj que me regaló mi padre cuando tenía 15 años. Es un cuarzo, un TH F1 del 89 que aún me pongo esporádicamente. ¿De verdad crees que no es mas que una herramienta para ver la hora? Estás totalmente equivocado. El componente emocional se lo da el momento, la persona, o las circunstancias en las que se produce el regalo, el modelo elegido es casi, casi irrelevante. También hay en mi caja otros cuarzos, todos regalos, y todos con una carga emocional importante por las circunstancias o las personas que me los regalaron. No, no son solo herramientas para ver la hora. Y, sí, son cuarzos.
Has dado en el clavo al cien por cien, a mi hija ya le he regalado relojes normalitos de cuarzo, pero en esta ocasión me gustaría darle algo más especial, algo que le dure más que yo y que cuando lo use, aunque sea una vez al año, se acuerde de mí. Soy consciente que un reloj de 500€/600€ no es una joya y que hay relojes muy superiores, pero no me los puedo permitir.
La compra de un reloj de cuarzo de las marcas mencionadas (Tissot, Hamilton, etc.) sería la compra más racional y la más lógica como bien me aconsejan los compañeros, el comprarle uno automático de esas marcas es algo emocional que creo sabrá valorar.
Con el debido respeto. Me da la sensación de que buscas un regalo que te guste a ti y dejas de lado lo que le pueda gustar/necesitar tu hija.
Hablas de que ya has comprado relojes de cuarzo normalitos, pero por esos 500/600€ te puedes comprar muchísimo más que un cuarzo normalito. Vuelves a incidir en algo que le dure más. ¿Aún no te has dado cuenta de que le va a durar lo mismo el mecánico que el cuarzo siempre que cuide adecuadamente ambos modelos?
Tu regalo siempre será especial por el hecho de venir de ti y de haberte preocupado en buscar lo que más ilusión pueda hacerle a tu hija (sea un reloj o un peluche). Si tu hija tiene la sensibilidad suficiente para apreciar lo que significa ser destinatario de un regalo, guardará con cariño tanto el peluche como el reloj (sea el que sea). Aún recuerdo las vueltas que tuvo que dar mi padre hace 30 años para hacerse con ese TH F1 que menciono, simple y llanamente porque yo había pedido "
un reloj sumergible". Si mi padre hubiera sido aficionado a los relojes y aparece con un precioso mecánico, aunque evidentemente lo hubiera agradecido, se me habría quedado cierta cara de tonto, y más con 15 años que tenía yo, pensando en que había dejado de lado cuales eran mis deseos para regalarme lo que le gustaba a él y no a mi.
Y, ojo, no hablo de cuarzo vs mecánicos, hablo de regalos, en general, y la diferencia entre regalar lo que nos gusta a nosotros o regalar lo que ilusiona a la otra parte. Tu búsqueda de un reloj de cuarzo por esos precios y poner el mensaje en el foro ya denotan un esfuerzo por tu parte para comprar a tu hija un reloj de calidad, que le ilusione, le guste, le sirva y aprecie. Si algún día le cuentas la historia de como llegó a su muñeca tal o cual modelo sabrá valorar tu esfuerzo por encontrar algo que fuera de su agrado. Esta búsqueda del reloj perfecto para ella ya le está añadiendo un componente especial al regalo.
Y ahora, permitidme que me ponga como ejemplo con un regalo que hice hace ya muchos, muchos años. Era por aquellos entonces la que pensaba que sería mi futura pareja. Particular que era ella, en una charla varios meses antes de su cumpleaños,
decidió que le hacía ilusión un yoyó rosa. Ya veis que tontería. Era mucho antes de los Amazon y las tiendas de internet donde puedes encontrar lo que imagines. No os imagináis las miles de vueltas que tuve que dar para encontrar el puñetero yoyó rosa. Pero lo conseguí. No fue ese mi único regalo, y junto al yoyó iba una bonita pulsera de plata. Creo que no hace falta decir cual es el final de la historia, la pulsera se la puso dos veces, pero aquel pequeño yoyó rosa de plástico que compré hace 20 años sigue siendo especial para ella.
Piensa en ella, no pienses en ti.
Saludos.