Pues esto es como todo. Y hay gente para todo.
Lo primero es, ¿donde?
Porque no es lo mismo que estés en el aperitivo en la barra, prepares un cóctel y viendo el reloj que lleva el cliente digas algo así como que tu reloj ya tiene marcha para dos días, siendo la cara del cliente la que te dirá si sabe de qué hablas.
Si está en la mesa y está mirando la carta, mal momento, no sería oportuno.
Si está solo, y te habla, es una cosa. Si está solo y es lacónico y no te habla, solo se limita a la comanda, yo me abstendría.
Si está departiendo con los de la mesa, absolutamente me abstendría.
Si están hablando de relojes mientras los demás dicen de su elección, podría ser oportuno.
Lo segundo es, ¿cuando?
La cuestión está en que hay que observar esos pequeños detalles que nadie como un maître percibe. Hay quien es receptivo a una conversación y quien no. Hay quien lo es habitualmente pero "ahora, no". Hay quien está deseando abrir la boca y soltar palabras.
No si es una cena romántica con velitas, ni cosas así.
Lo tercero es, ¿Cómo?
Y aquí mezclando los dos anteriores, y añadiendo mano izquierda, formas y siguiendo algunas recomendaciones que ya te han dado y me parecen del todo oportunas, entrar si es posible a la conversación.
Y además:
Yo llevaría la conversación al sentido positivo. A la alabanza. Al placer de la observación del diseño, de las ventajas de los distintos movimientos, de la parada de segundero, de la estanquidad, etc. Lo negativo que lo ponga él. Ya luego en la conversación, si surge, valdrá la pena entrar en puntos negros. Inicialmente todos blancos.
Supongo que así la cosa es razonable.
Finalmente; la admiración por la pieza que porte el cliente nunca debe ser comparativa con el reloj propio. Si el cliente está viendo que se compara para hacerle ver que el otro es "mejor", la cosa no va a ir bien. Hay que tener presente que el cliente a un restaurante (aunque sea al Bulli, si estuviera abierto), va a que le sirvan. Y eso establece un plano en el que el cliente (aunque sea un "mierdas" -perdón-) debe sentirse a gusto. Si el maître le hace ver que el reloj que él lleva es mejor que el del cliente... malo. Incluso si la conversación no llega a ser comparativa, también mejor. Eso abriría malas caras.
Y en caso de duda... nada.