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ABRIMOS COMILLAS
El Mareómetro de Portugalete
Aparato para medir las mareas que fue instalado en el año 1883 como un elemento complementario para la navegación, facilitada notablemente con la construcción del muelle de hierro de Portugalete (1881 - 1887), ya que con anterioridad había una temida barra de arena que cegaba la desembocadura del Nervión, y que provocaba la imposibilidad de la navegación en bajamar.
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Se trata de un mareógrafo de presión, que no tiene la posibilidad de registrar datos automáticamente, ya que los mismos se reflejan mediante el movimiento de una aguja sobre una esfera, de modo similar a la de un reloj.
El Mareómetro de Portugalete es un objeto técnico singular, un instrumento utilitario para la navegación y la actividad portuaria, producto de los avances científicos del siglo XIX que se nos presenta envuelto en el ropaje característico del mobiliario urbano de su época y que hoy, en el siglo XXI ya, nos reta con su aspecto de reloj público de esfera incomprensible en el arranque del Muelle de Hierro de Churruca.
Las alturas que alcanza el agua, estancada o en libre movimiento, se han medido desde hace milenios. La realización de simples marcas de nivel o la utilización de reglas graduadas han sido –y continúan siendo- métodos útiles para ello. Pero es en el siglo XIX cuando se comienzan a perfeccionar instrumentos mecánicos que facilitan las mediciones, aumentan la precisión y hacen posibles los registros.
Tanto en los depósitos de agua y los embalses que cumplen la función de abastecimiento de las ciudades, como en los ríos con objeto de prevenir las avenidas y sus consecuencias, o en la mar para conocer los niveles que alcanzan las mareas en los puertos –sea por el interés de asegurar la navegabilidad, sea por las necesidades geodésicas– se instalan niveles, limnímetros o limnígrafos y mareómetros o mareógrafos. En ocasiones, los instrumentos acaban por tener una presencia urbana relevante al ser instalados en torres de estilos arquitectónicos diversos, algunas de las cuales han perdurado como es el caso de algunos mareógrafos franceses o de algunos limnígrafos alemanes.
Todos ellos tenían en común el hecho de que sus mediciones se basaban en el desplazamiento de una boya o flotador en el interior de un pozo, al igual que el mareómetro de Portugalete. Los mareógrafos de flotador aún se continúan usando hoy en día dado que, aunque requieren de mucho mantenimiento, su funcionamiento es sencillo y preciso y aportan series históricas de gran importancia.
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Los mareógrafos de tambor requieren de un mecanismo de relojería que regule con precisión el movimiento de éste, razón que explicaría la colaboración con los más importantes fabricantes de relojería pública. Se trata de establecer un movimiento continuo y de marcha uniforme que asegure una velocidad constante.
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La finalidad primera de las observaciones realizadas con los mareómetros era la determinación del nivel medio del mar que sirviera de referencia de la cartografía terrestre que en la segunda mitad del siglo XIX se desarrollaba sobre todo en Europa. España fue uno de los primeros países en organizar los servicios mareográficos ligados a la nivelación de precisión. Se decidió iniciar las mediciones de modo manual con una regla instalada en Alicante, lo que se hizo entre 1870 y 1874; en 1871 se comenzó el levantamiento altimétrico del itinerario Madrid-Alicante, estableciéndose la primera señal en el primer peldaño de la escalera del ayuntamiento de Alicante. Por esta razón el primer mareógrafo mecánico se instaló en Alicante. Se ensayó en Madrid en la primavera de 1873 y los registros comenzaron en 1874.
El segundo se dispuso en Santander en 1876. Cádiz albergó el tercero en 1880. Años más tarde se construyó el de Santa Cruz de Tenerife en las Islas Canarias.
No obstante, tras el fuerte impulso inicial, la red no progresó y a finales del siglo el atraso relativo era evidente.
No existe constancia de la pertenencia del Mareómetro de Portugalete a la red española de mareógrafos, creada como origen de altitudes para el Mapa Topográfico Nacional.
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El Instituto Español de Oceanografía, IEO, instaló en 1943 una red de alrededor de 25 mareógrafos de flotador en las costas españolas con la finalidad de obtener las tablas de marea, tan importantes para la seguridad marítima. Pese a la evolución tecnológica y la aparición de otros sistemas, como los mareógrafos de presión o acústicos, y últimamente los de radar, los mareógrafos de flotador existentes, en esencia muy similares a los primeros modelos, aunque incorporando la digitalización de los datos, siguen siendo utilizados en la actualidad.
El interés por la medición de los niveles del mar y de la evolución de las mareas se incrementa a partir de la década de los ochenta, debido a la preocupación por las consecuencias del cambio climático. En esa década la UNESCO establece la red GLOSS de medida de nivel del mar a nivel global y aparecen los primeros satélites y medidas altimétricas.
En 1992 Puertos del Estado establece la red REDMAR de mareógrafos en los puertos de interés estatal. En 2004-2005 se crean nuevas estaciones y sistemas para detección de tsunamis y en la actualidad se combina la altimetría y los mareógrafos.
En la actualidad, la Autoridad Portuaria de Bilbao mantiene en los muelles de Santurce tres mareógrafos en servicio, los cuales suministran datos a la Red de Mareógrafos REDMAR.
FIN DE LA CITA
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