Yo de todo esto, lo único que espero es que la reacción de Longines sea razonable.
Y cuando digo razonable, quiero decir una reacción que sea extensible al resto de clientes, y que sea fruto de una reflexión interna, no de que alguien ha caído en paracaídas en el mayor foro de relojería y ha montado una escandalera del quince, y al departamento de relaciones públicas de Longines le ha temblado el pulso.
No me hace gracia que las grandes casas suizas impongan servicios integrales a prácticamente todos los relojes que caen en sus manos para reparación, pero puedo llegar a entender los motivos que aluden para defender esa práctica. De hecho, en ocasiones esos servicios integrales pueden (o podían, hasta hace uno o dos años) ser un verdadero chollo para el cliente.
La política de Longines de imponer el servicio en la central para casi todos los relojes vintage tampoco me hace gracia (sí, es habitual que Longines no sirva una pieza que sigue teniendo en existencias (por ejemplo, los barriletes del 431), e insista en que el reloj tiene que ir a Suiza a recibir un servicio general. No me hace gracia, pero en cierta manera, puedo entender los motivos por los que lo hacen.
Si esta polémica sirviese para que Longines, después de pensárselo bien, cambiase esa política, en la medida de lo posible, el resultado sería positivo (si es que Longines no tiene razón cuando alega que los respuestos vintage son finitos, y que distribuirlas haría que se acabasen a la de ya), por lo menos a corto plazo. A medio o largo plazo, la situación, lógicamente, acabaría siendo como la de Tissot, en donde simplemente no puedes conseguir piezas de repuesto, porque no las hay en la central.
Cada marca tendrá que decidir cómo aborda el cuidado del patrimonio vintage que tiene tras de sí: como Longines, que tiene un admirable departamento de relaciones con los coleccionistas, aunque la política de servicio técnico deje algo que desear, o tenga inconvenientes (mitigados por el hecho de que hay toneladas de repuestos vintage almacenados en viejas relojerías de todo el mundo), como Omega, que está empezando a distanciarse de los coleccionistas vintage, aunque sigue ofreciendo unos servicios de restauración (según ellos, a beneficio cero) muy interesantes para los no vintagistas acérrimos (muchas veces se pasan en su afán de restaurar a nuevo), o como Tissot, que, por lo que tengo entendido, solo atiende a las colecciones vigentes y a las recién abandonadas.
Dicho lo cual, si Longines, a la vista de una pataleta cósmica en un foro público, decide cambiar su política excepcionalmente, para un caso aislado, me decepcionará a mí. Mucho. Porque si yo tengo que aceptar que no sirvan un barrilete a mi relojero (o tengo que buscarme el barrilete por mi cuenta), y tengo que enviar mis Conquests vintage a Suiza, o buscarme la vida por sitios alternativos, porque es la política que Longines considera más adecuada para proteger su patrimonio vintage, no entenderé qué diferencia hay entre mi caso, y este, salvo que yo no he ido arrastrando el nombre de Longines por el suelo. Porque la distancia en precio entre las piezas que Longines ahora no sirve a los relojeros independientes, y el servicio que impone si se quiere acceder a esos repuestos, es mucho mayor, proporcionalmente, que la existente entre el bisel de oro y el servicio que se impone a este reloj, que por el precio, debe tener varias complicaciones.
Si Longines cambia de política porque se da cuenta de que la actual es un error, me parecerá bien, aunque ya digo que comprendo los motivos por los que tiene la política actual, aunque a mí me perjudique.
Si Longines aplica una excepción aislada a su política, porque alguien ha montado una pajarraca tremebunda en internet, me parecerá fatal. Y estará mostrando el camino a los que se sientan perjudicados por su política actual.