swiss-made
De la casa
Sin verificar
Hola, amigos.
He tratado varias veces de vender mi Omega Speedmaster 125 Aniversario. Infructuosamente. La cosa es que este reloj me gusta mucho, paradójicamente. Opino que tiene una presencia en la muñeca feroz, como es también masivo su peso en gramos. Y sin embargo no es tan grande como pudiera parecer (como me comentaba un buen amigo que se lo ha probado un par de veces).
La cosa es que conozco muchas de las bondades de esta pieza conmemorativa tan especial. Pero más que cualquier comentario sobre su ficha técnica o el contexto de su gestación, creo que lo más importante es subrayar su carisma cuando lo tienes puesto o lo ves rodeado de otros relojes más planos, con menos “charme”.
Omega es una marca a la que he accedido de un modo un tanto particular. Pues jamás compré un reloj nuevo de esta firma. Ni siquiera un reloj “moderno” de segunda mano. He tenido 4 ó 5 y siempre vintages... por lo que soy un poco un outsider en tanto que aficionado a la misma. Nunca he tenido una “bombonera roja” por ejemplo. En fin, ese tipo de cosas.
Una vez estuve en la Boutique Omega de José Ortega y Gasset. En aquel tiempo recuerdo que me atendió una comercial bastante amable y también el, por entonces, director técnico del SAT en dicha boutique (algo así, no sé exactamente cuál era su rol exacto en la tienda... pero alguien muy importante). Este señor, que recuerdo que se llamaba Antonio tuvo un trato exquisito conmigo y (según contaban los aficionados de forma unánime por la época) desarrollaba una labor brillante reparando relojes Omega. Vamos, un tipo amable y educadísimo... nada arrogante y que (como suele ocurrir) era un excelente profesional.
Pero salí de la tienda sin comprar nada. Me probé un Planet Ocean (de los de antes, bisel aluminio), un Aquaterra (llevaban poco tiempo en el mercado) y un Moonwatch (cristal de plexiglás y fondo ciego).
Siempre digo que Omega tiene algo. Y lo digo porque nunca me sedujo a la primera y, no obstante eso, ocupa en la actualidad un puesto fundamental en mi colección.
Dentro de Omega, el reloj que siempre me gustó más fue el Moonwatch. Lo veía “in the flesh” y me quedaba tiritando de lo que me gustaba. Luego lo miraba y requetemiraba en fotografías... y me dejaba un pelín frío. Pasaron muchos años hasta que me animé a comprar un ejemplar del año 71.
Pero no empecé a escribir este post para hablaros de Omega propiamente, sino de mi 125 Aniversario del año 73.
Un reloj que cada día me gusta más. Mi reloj “Lobezno”. El reloj con el que entreno y sueño que soy un tipo de acción que vive mil aventuras. Estoy orientando mi colección hacia una colección práctica. En el sentido de que los relojes han de ser cómodos para poder tocar con ellos la guitarra clásica. No pesados, de tamaño conciso, etc.
Hay dos relojes que no se ajustan exactamente a eso: mi Submariner y mi Moonwatch. Pero son incuestionablemente invendibles. Y luego está mi 125.
Sobre el que he dudado, pero que sigue ahí y creo que seguirá ahí siempre.
Alimentando las fantasías del niño que fui y sigo siendo, mientras hago deporte.
Un fuerte abrazo a tod@s y feliz noche.
swiss
He tratado varias veces de vender mi Omega Speedmaster 125 Aniversario. Infructuosamente. La cosa es que este reloj me gusta mucho, paradójicamente. Opino que tiene una presencia en la muñeca feroz, como es también masivo su peso en gramos. Y sin embargo no es tan grande como pudiera parecer (como me comentaba un buen amigo que se lo ha probado un par de veces).
La cosa es que conozco muchas de las bondades de esta pieza conmemorativa tan especial. Pero más que cualquier comentario sobre su ficha técnica o el contexto de su gestación, creo que lo más importante es subrayar su carisma cuando lo tienes puesto o lo ves rodeado de otros relojes más planos, con menos “charme”.
Omega es una marca a la que he accedido de un modo un tanto particular. Pues jamás compré un reloj nuevo de esta firma. Ni siquiera un reloj “moderno” de segunda mano. He tenido 4 ó 5 y siempre vintages... por lo que soy un poco un outsider en tanto que aficionado a la misma. Nunca he tenido una “bombonera roja” por ejemplo. En fin, ese tipo de cosas.
Una vez estuve en la Boutique Omega de José Ortega y Gasset. En aquel tiempo recuerdo que me atendió una comercial bastante amable y también el, por entonces, director técnico del SAT en dicha boutique (algo así, no sé exactamente cuál era su rol exacto en la tienda... pero alguien muy importante). Este señor, que recuerdo que se llamaba Antonio tuvo un trato exquisito conmigo y (según contaban los aficionados de forma unánime por la época) desarrollaba una labor brillante reparando relojes Omega. Vamos, un tipo amable y educadísimo... nada arrogante y que (como suele ocurrir) era un excelente profesional.
Pero salí de la tienda sin comprar nada. Me probé un Planet Ocean (de los de antes, bisel aluminio), un Aquaterra (llevaban poco tiempo en el mercado) y un Moonwatch (cristal de plexiglás y fondo ciego).
Siempre digo que Omega tiene algo. Y lo digo porque nunca me sedujo a la primera y, no obstante eso, ocupa en la actualidad un puesto fundamental en mi colección.
Dentro de Omega, el reloj que siempre me gustó más fue el Moonwatch. Lo veía “in the flesh” y me quedaba tiritando de lo que me gustaba. Luego lo miraba y requetemiraba en fotografías... y me dejaba un pelín frío. Pasaron muchos años hasta que me animé a comprar un ejemplar del año 71.
Pero no empecé a escribir este post para hablaros de Omega propiamente, sino de mi 125 Aniversario del año 73.
Un reloj que cada día me gusta más. Mi reloj “Lobezno”. El reloj con el que entreno y sueño que soy un tipo de acción que vive mil aventuras. Estoy orientando mi colección hacia una colección práctica. En el sentido de que los relojes han de ser cómodos para poder tocar con ellos la guitarra clásica. No pesados, de tamaño conciso, etc.
Hay dos relojes que no se ajustan exactamente a eso: mi Submariner y mi Moonwatch. Pero son incuestionablemente invendibles. Y luego está mi 125.
Sobre el que he dudado, pero que sigue ahí y creo que seguirá ahí siempre.
Alimentando las fantasías del niño que fui y sigo siendo, mientras hago deporte.
Un fuerte abrazo a tod@s y feliz noche.
swiss
Última edición: