Jose Claudio
Forer@ Senior
Sin verificar
Reconozco que soy fan casi incondicional de Sorrentino desde la primera película que vi: Il divo, un biopic sobre Giulio Andreotti. Entonces, pese a ser supuestamente un personaje abominable en su cinismo, su falta de escrúpulos y su ambición de poder, me encontré - y me encuentro, he visto la película varias veces- con que era incapaz de juzgarlo. Su lucidez, su inconmovible fe, sus temores, lo convierten en un personaje al que no me gustaría encontrarme en la vida pero al que miro -y admiro, lo confieso- desde un rincón.
Algo parecido me sucede con The young pope, una miniserie protagonizada por Jude Law en la que me encuentro en una situación similar: si su cinismo, crueldad, ambición de poder y ausencia de escúpulos son repugnantes, su descarnada y cruel lucidez hace que casi se le perdone: sus reflexiones sobre la naturaleza humana, sobre la religión - las reflexiones entre el misterio y la religión son extraordinarias- su posición ante Dios y los hombres, me dejan perplejo.
Si a ello le sumas la potencia visual y narrativa de Sorrrentino, sus guiños al surrealismo buñueliano, su capacidad de sorprender a cada paso, su definición de los personajes que le rodean - impagable contraste con el secretario de Estado en su forma de entender la Iglesia - tienes una serie capaza de entusiasmar solo si eres capaz de soportar el desconcierto, el cúmulo de sentimientos contradictorios que provoca y que, al final, no sepas si The young Pope es Jesucristo o el anticristo anunciado y lo que es peor, que quizás, sean lo mismo.
Solo si lo puedes aguantar y dejarte llevar, disfrutarás.
Si no, ni te acerques.
P. S. No he visto la segunda parte,ni creo que por el momento lo haga. Todo lo que he leído no me gusta, y, por el momento, prefiero quedarme así.
Algo parecido me sucede con The young pope, una miniserie protagonizada por Jude Law en la que me encuentro en una situación similar: si su cinismo, crueldad, ambición de poder y ausencia de escúpulos son repugnantes, su descarnada y cruel lucidez hace que casi se le perdone: sus reflexiones sobre la naturaleza humana, sobre la religión - las reflexiones entre el misterio y la religión son extraordinarias- su posición ante Dios y los hombres, me dejan perplejo.
Si a ello le sumas la potencia visual y narrativa de Sorrrentino, sus guiños al surrealismo buñueliano, su capacidad de sorprender a cada paso, su definición de los personajes que le rodean - impagable contraste con el secretario de Estado en su forma de entender la Iglesia - tienes una serie capaza de entusiasmar solo si eres capaz de soportar el desconcierto, el cúmulo de sentimientos contradictorios que provoca y que, al final, no sepas si The young Pope es Jesucristo o el anticristo anunciado y lo que es peor, que quizás, sean lo mismo.
Solo si lo puedes aguantar y dejarte llevar, disfrutarás.
Si no, ni te acerques.
P. S. No he visto la segunda parte,ni creo que por el momento lo haga. Todo lo que he leído no me gusta, y, por el momento, prefiero quedarme así.
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