Este es un tema que da de sí. Por un lado, que el usuario del reloj, acostumbrado a ser su propietario, prescinde del valor objetivo para transformarlo en un elemento del vestir, que como los calzoncillos o la camisa, son parte de la indumentaria. Tal y como ciertas mujeres llevan diariamente sus pendientes de brillantes VVSI, y simplemente no tienen en mente no llevarlos, cosa que racionalmente en circunstancias, deberían.
Sin embargo, los "amigos de lo ajeno" tienen otra visión. Y aquí puedo pensar en viñetas de Mortadelo o de dibujos animados, en que el tipo ve un tigre al que temer, la mujer se ve en la nube con un abrigo nuevo.
Una joya, un reloj es más que una cosa que uno se pone en una parte del cuerpo. Tiene carga emocional, recuerdos, historia, ha sido compañía durante tiempo... y además, un reloj da la hora.
Pese a todos los intentos de evitar los delitos (ni sola y borracha es prudente ir por ahí, ni lo es contar billetes de 100 Euros en una calle en la que habitualmente se dan tirones de bolsos y robos de reloj, por más que la propiedad y la integridad deban respetarse, según las leyes), la realidad tiene su propia cara.
Supongo que además a partir de cierta edad (la mía por ejemplo que estoy -sin estarlo- en la "tercera fase") la capacidad defensiva es más bien reducida; ni agilidad ni fuerza ni capacidad de salir corriendo, o de oponer resistencia "nos" ayudan, lo cual invita, en términos racionales, a ser prudentes. Exhibir "poderío" está bien para esa celebración, fiesta, o evento significativo en el ámbito social, donde hay razonablemente criterios de similitud en el plano común -economía, educación, cargos o empleos, profesiones...- pero no para ir al hipermercado el sábado por la tarde, entiéndase.
Con ello, del modo que -antes al menos- el que iba a fumar ofrecía, yo del mismo modo, por prudencia ofrezco que os adhiráis a mis sentido de la prudencia.
Puedo decir que hace ya muchos años, en un entrador de escaparate, entre mi garaje y mi casa, se apostaban tres individuos, de noche. Supongo que pretendían "algo". Era habitual que al ver como se asomaban para verificar si "venía alguien" yo me bajaba fuera de la línea de coches aparcados y pasaba con rapidez o corriendo, de modo que nunca caí en la trampa. (La única manera de que te atraquen es que te paren los pies. Una vez quieto estás en sus manos. Pues salvo tirones, recomiendo no pararse a hablar ni a atender (lamento por los que lo necesiten) a nadie, aunque pregunten por lo que sabes, o creas en la bondad. Suele ser un error.
Concluyendo. Uso controlado de objetos "caros". Saber cómo, y saber donde. Y estar atento.