Suscribo casi al completo las reflexiones de Kururunfo…
de Foversta y de alguno más.
Ciertamente, el Portugués cronógrafo automático tiene un precio elevado para albergar una “simple” Valjoux 7750, pero no nos olvidemos que, por ejemplo, un calendario perpetuo de IWC pasa de los tres millones de pesetas, y se construye sobre los cimientos de ese mismo calibre.
Otro ejemplo sería el maxi cronómetro de marina de UN que, sobre una ETA 2892 a la que le añade un módulo de reserva de marcha y desplaza el segundero a las seis, le fija en la actualidad un precio cercano a los cinco mil euros. Tampoco está mal.
En ambos casos, sea IWC o sea UN, el diseño de los relojes y sus acabados son sencillamente extraordinarios, por lo que destacan de muchos de sus competidores situados en esa gama de precios, y sus calibres están modificados y muy bien cuidados en sus acabados, por lo que su funcionamiento también resulta más fiable y seguro que el de los calibres base
per se, según mi experiencia con ellos.
En relojería suiza, cualquier personalización o modificación “in hause” de un calibre genérico implica una atención al mismo que se paga con creces, y los acabados, no digamos si bien, al final, obtenemos unos relojes de estética altamente deseable con calibres sobradamente probados y aún mejorados por marcas de prestigio.
Ante esta perspectiva, ¿es sensato pagar 5500 € por un crono automático de IWC? Consideraciones de índole económico-subjetivas a parte, pienso que sí, es más, a mí personalmente me resulta más juicioso pagar esa suma que la de pagar 8.600 € por el calibre 5001 de IWC, automático, con sistema de carga Pellaton y reserva de marcha de 7 días cuando, tras probar dos ejemplares de dicho modelo pude observar que la manecilla horaria no centraba correctamente, o que la fecha estaba algo desplazada en su ventanilla, o que al agitarlos como normalmente hago con todos mis relojes durante un minuto, ganaban unos cinco segundos de marcha, o cuando, según pude comprobar con el de un compañero, le adelantaba unos 20 segundos al día, eso sí, con calibre “in hause” y un precio a la altura de ello…
En el caso del Portugués crono, IWC se encarga de modificarlo lo suficiente como para desplazar la segundera del reloj hasta las seis y mantener un único contador de 30 minutos para la función cronográfica, con esa deliciosa combinación de acero y manecillas doradas (las horarias) y azuladas al fuego (las cronográficas).
A lo largo del tiempo he podido comprobar el funcionamiento de tres ejemplares de este modelo y resulta sorprendente que su funcionamiento es mucho más afinado que el de sus hermanos “fliegerchronograph”.
Pienso que, en concepción, acabados y diseño, IWC ha puesto mucho esmero en este reloj. Su calibre –altamente probado- ha sido modificado y acabado por la propia IWC y, todo eso tiene un precio, ¿exagerado quizás?, pues puede que sí, pero yo lo pagué y me ha dado, en todos los aspectos más satisfacciones que otros más caros, así que, ¿cuánto pagaríamos por estar plenamente satisfechos? O, dicho de otro modo, ¿cuánto estamos dispuestos a ahorrarnos en dinero para quedarnos satisfactoriamente insatisfechos con un reloj?
La respuesta es altamente subjetiva y cada uno tiene la suya, pero lo cierto es que es inevitable tratar de racionalizarla a través de los conocimientos que vamos adquiriendo sobre los relojes y así, muchos lo rechazarán con argumentos de todo tipo como, que el reloj no tiene fecha, que sólo puede ir con correa, que sólo se puede sumergir treinta metros, que no se le ve el calibre, que es demasiado grande o demasiado pequeño, que no es su estilo de reloj, que monta una “modesta” Valjoux y que, con todas esas carencias, no vale la pena pagar lo que piden por él…
Ellos se lo pierden, o ellos se lo ahorran, según se mire.
Pero en esta afición, por lo menos en mi caso, no todo son "razones", salvo que de la belleza se haga también razón para adquirir un reloj.
¡Saludos!