Gutigon
¡Cruzcampo o muerte!
Sin verificar
Sirva en mi descargo el hecho de que, debido a las vacaciones navideñas, la tropa no tiene actividades extra escolares, lo que me proporciona un valioso tiempo libre. Y hoy, desempolvando viejos recuerdos, me he encontrado con una foto de mi primera comunión, momento que podría perfectamente representar el inicio de mi afición; porque, como regalo de comunión, mi hermano mellizo y yo recibimos un reloj.
En el documento gráfico, además de apreciar lo guapetón que era el futuro concejal , podéis ver -escondido en mi manga izquierda- el artefacto de marras.
La pena es que no recuerdo el modelo: eran dorados, con armis, uno con un dial con números romanos; y el otro, con números arábigos. Mi hermano y yo nos los intercambiábamos; desafortunadamente, tampoco sé dónde acabaron.
Y desde aquel momento, y aunque no fuera el comienzo de una fuerte afición, empezaron a interesarme los relojes.
Recuerdo, pocos años más tarde, babear enfrente del escaparate de la joyería Antoñita de mi barrio, donde había expuesto un Casio analógico, con un protector de metal encima del cristal. Soñaba con que me lo compraba...y en sueño se quedó.
Desde aquellos días de mi comunión, nunca ha faltado un reloj en mi muñeca; aunque he de reconocer que, desde que he conocido a la caterva que pulula por este foro, mi afición ha madurado, y aprecio más si cabe todo lo que rodea a este mundo de niños grandes.
Ea, se acabó el tiempo libre: voy a ayudar a preparar el rancho para la tropa hambrienta.
Y gracias a todos los que paséis por aquí, a mirar por esta ventana nostálgica que hoy me ha dado por abrir.
En el documento gráfico, además de apreciar lo guapetón que era el futuro concejal , podéis ver -escondido en mi manga izquierda- el artefacto de marras.
La pena es que no recuerdo el modelo: eran dorados, con armis, uno con un dial con números romanos; y el otro, con números arábigos. Mi hermano y yo nos los intercambiábamos; desafortunadamente, tampoco sé dónde acabaron.
Y desde aquel momento, y aunque no fuera el comienzo de una fuerte afición, empezaron a interesarme los relojes.
Recuerdo, pocos años más tarde, babear enfrente del escaparate de la joyería Antoñita de mi barrio, donde había expuesto un Casio analógico, con un protector de metal encima del cristal. Soñaba con que me lo compraba...y en sueño se quedó.
Desde aquellos días de mi comunión, nunca ha faltado un reloj en mi muñeca; aunque he de reconocer que, desde que he conocido a la caterva que pulula por este foro, mi afición ha madurado, y aprecio más si cabe todo lo que rodea a este mundo de niños grandes.
Ea, se acabó el tiempo libre: voy a ayudar a preparar el rancho para la tropa hambrienta.
Y gracias a todos los que paséis por aquí, a mirar por esta ventana nostálgica que hoy me ha dado por abrir.