Pues entiendo que por suerte es que recuperaste del contenedor todo el toocho de papeles y envoltorios, y entre ellos estaba el papelito éste donde íba el reloj.
Imagina que lo sacas todo menos ésto. Pues el reloj se hubiera quedado en el contenedor y tu nunca hubieras sabido que te lo envió verdaderamente.
Despues de todo tuviste una suerte mucho más que tremenda. Piénsalo detenidamente y verás.
En fí, susto pasado.
También aprovecho el hilo para contar ésta anecdota, totalmente real.
Vendí una pluma Montblanc, que no es que fuera de las más caras, pero tenía cierto valor. La saqué de su estuche unos días antes para comprobar que todo estaba correcto, garantía, librito de instrucciones, factura, y la propia pluma, y tomar fotos del conjunto para poner el anuncio. (La venta no fué aquí, si no en Ebay)
No se como pudo suceder que la pluma quedó fuera de la caja, encima de la mesa. A los pocos días el anuncio y VENDIDA.
Cogí el estuche, la envolví muy muy bien, pero que muy bien envuelta (reconozco que para realizar el envoltorio de lo que vendo me paso. Muchísimo papel burbuja, precinto, papel de embalar y dos cajas. Pero prefiero que si algún supuesto ladrón trata de ver lo que hay para adueñarse de ello en caso de ser valioso lo tenga muy muy difícil) y mensajero con destino a su nuevo dueño.
Al día siguiente un correo del comprador, que con muy buenas palabras me decía que como le había podido hacer eso. Que para que estaba todo tan sumamente bien envuelto si la pluma no estaba. Que menuda cara y más dura que tenía.
En ese mismo instante pensé que menuda desgracia me había tocado, con el comprador éste tan "jeta". Que el que cara-dura era él, ya que si se pensaba acusarme de ladrón a mí y que le enviara de nuevo la pluma lo tenía claro. Mi mente no dejaba de pensar y pensar, y no encontraba explicación al respecto. ¿Porque me tenía que pasar ésto a mí?
A lo largo de todo el día no podía pensar más que en éso. Sin saber cómo ni porqué, en uno de mis viajes al comedor de la casa, pasé la vista encima de la mesa del comedor, y ví la pluma. Me dieron ganas de estrangularme a mi mísmo. Lo siguiente, me cogió una alegría indescriptible, y un ataque de risa que no pude parar hasta el día siguinte, pensando en cómo se habría desarollado todo el suceso, y la cara y cuerpo del pobre comprador al abrir la caja y ver que estaba vacía.
Corriendo escribí como unos 20 correos al comprador, explicándole lo sucedido, y empleando todas las palabras de disculpa habidas y por haber, y pidiéndole perdón más de 20.000 veces. Voví hacer un nuevo envío, esta vez con pluma.
Es un suceso que jamás olvidaré.
Por último, os pido perdón a todos por el "tocho". Muchas gracias