
osomax
Forer@ Senior
Sin verificar
Con todos mis respetos Mr-Jones, Rolex ni es exclusivo ni es diferente. Solo hay que tener un poco de dinero, no hay mas.
¿Alguien conoce un bien de lujo (material) que no venga asociado a su valor en dinero?
En mi opinión, es verdaderamente interesante ver tanta intervención argumentada y razonada sobre un tema que considero apasionante.
Sin embargo, me parece que para poder llegar a conclusiones que todos podamos entender y que analicen un mismo problema, previamente tenemos que ponernos de acuerdo en los conceptos que manejamos y a qué estamos contestando realmente. Y lo creo así porque en este hilo se hace referencia en las argumentaciones tanto a unos modelos específicos como a unas marcas, y son cosas diferentes que pueden llevar a conclusiones muy diversas.
El autor del hilo interroga sobre una marca en relación a otras, y lo hace en base a que esa marca se “adentra en la gama alta/lujo” por la existencia de unos determinados modelos suyos.
Por otro lado, para exponer ciertos razonamientos a favor o en contra, se manejan ciertos conceptos sobre los que parece haber alguna diversidad de interpretaciones. Vamos a ello.
¿Qué es la “exclusividad”? en principio, sería fácil definir esta cualidad –cuando se refiere a bienes materiales- como algo que se disfruta por grupo minoritario respecto a la totalidad de la población.
¿Cómo se llega a dicha exclusividad? También respecto a dichos bienes materiales, la exclusividad puede venir otorgada de dos formas:
1.- Mediante el acceso a los bienes, en cuyo caso es el precio el que sirve de filtro. A mayor precio, mayor índice de exclusividad, pues menor porcentaje de población disfrutará de la capacidad de acceso.
2.- Mediante el sistema de ediciones limitadas. En este caso, no hay una identificación directa con el precio. Por ejemplo, una marca como Viceroy puede poner en distribución una edición especial de un determinado reloj asociado con un nombre comercial, otra marca o un evento. Citemos el caso de “modelo X Real Madrid” “modelo X Barcelona”. Incluso aunque el precio relativo de ese modelo fuese algo superior al de base, el precio no supondría un filtro de acceso efectivo. Funciona básicamente como un incentivo de ventas, de marketing.
(capítulo aparte merecen las ediciones limitadas dentro del punto “1”, que son un segundo filtro de acceso y también basado en el mayor precio relativo)
De acuerdo. Evidentemente sólo el primer caso nos interesa en este momento, pues es el que se puede relacionar con los bienes de lujo.
Todo bien de lujo otorga exclusividad simplemente basado en el precio, pues dicho filtro restringe su acceso. Pero “bienes de lujo” y “marcas de lujo” son dos cosas diferentes. Las marcas de lujo sólo ofrecen bienes de lujo, y todo ello basado en principio de restricción de acceso.
Desde este punto de vista, Seiko no puede estar a “la altura de Rolex u Omega” porque Seiko no es una marca de lujo (su mayor volumen de ventas se basa en gamas económicas) y Rolex y Omega sí lo son.
Y esto puede establecerse como afirmación categórica en el sentido de que por muchos modelos de lujo que añada Seiko a su colección, no podrá acceder a ser marca de lujo mientras funcione con otras gamas más económicas. Esto implica que las marcas no sean comparables entre sí.
¿Qué implica esto? Pues, simplemente, que la capacidad de Seiko para vender relojes de “alta gama/lujo” queda muy limitada a un sector especializado que sea capaz de apreciar sus cualidades intrínsecas sin importarle que la pieza, en sí misma, quede afectada por la “contaminación” que se produce en el mercado debido a su modelo de negocio.
El problema real es que, dentro de las convenciones de este “mundo”, una marca de No lujo (Seiko), en realidad, no pone en circulación “bienes de lujo” (que sí lo son por lo que hemos comentado, el precio) sino que vende bienes “caros” o de alto valor (por su calidad, por el trabajo que lleva hacerlos, por elementos de valor añadido), porque el mercado general entiende el lujo como la asociación de una determinada marca con unos precios que son siempre altos, lo que implica que cualquier objeto de esa marca siempre pueda asociarse con la “exclusividad” total, y no una exclusividad relativa que queda atenuada por la existencia de otros objetos de la misma marca con gran depreciación.
Por tanto, analizado desde este punto de vista, Seiko no entra en el mercado de lujo porque su propia marca se lo impide, pero sí dentro de los modelos de alta gama. De nuevo, eso impide que Seiko pueda estar al mismo nivel que Rolex y Omega, con independencia de cuántos relojes caros (y excelentes) ponga a la venta.
Desde mi punto de vista, esto responde a las dos tesis que el compañero plantea en su hilo. Seiko no está a la altura de Rolex y Omega, no por deficiencias o incapacidades, sino por cómo funciona como marca. Y tampoco se adentra en el mercado de los bienes de lujo, porque aunque el precio de acceso podría asegurar que sí lo hace, lo cierto es que su propia marca actúa como lastre para ello.
Ahora bien, muchos compañeros aquí dirán que todo está muy bien, que el marketing, la marca, el mercado, los convencionalismos etc.etc. serán lo que sean, pero que eso no cambia un ápice la calidad de determinadas piezas de Seiko. Y eso es completamente cierto. No cambia nada respecto a los modelos en sí mismos. Pero el planteamiento del compañero ha sido el de la marca Seiko como tal en contraposición con otras y las supuestas causas relativas a unos modelos excelentes.
Sin embargo, mi opinión es que cuando hacemos valoraciones generales sobre marcas, no podemos hacer dichas valoraciones desde la perspectiva exclusiva de aficionados. No son los aficionados los que dan valor a Rolex, a Omega, a Panerai o a Seiko. Estas marcas existen o desaparecen en función de un mercado general, de aficionados y no aficionados. Y para que los aficionados a Seiko disfruten de GS y Anantas, Seiko debe seguir existiendo como tal marca. Para ello debe mantenerse en el mercado. De otra forma, se extinguirá. Y lo mismo reza para otras empresas/marcas.
Siguiendo con el razonamiento, podríamos concluir entonces que marcas/empresas como Rolex, Panerai, Omega, IWC, PP lo que realmente persiguen es la exclusividad, mediante el filtro de acceso de precios, y su asimilación a bienes de lujo “totales” y no relativos, porque todas sus gamas responden a un mismo criterio de precios elevados.
Pues bien, esto es cierto, pero NO es toda la verdad. Lo que de verdad persiguen estas marcas es un binomio, una dualidad: Exclusividad + Notoriedad. La primera ya sabemos lo que es. La segunda cualidad se refiere a que sean reconocidas por el mercado “general” (es decir, aficionados y no aficionados) como marcas prestigiadas de lujo. Y esto lo desean a toda costa porque es lo que permite que las ventas se mantengan o aumenten, ya que se sabe que el porcentaje de aficionados se mantiene o disminuye (respecto a relojes, por la simple cuestión de otras tecnologías) mientras que el sector de no aficionados es susceptible de aumentar siempre y cuando el mercado demande sus productos por la razón que sea.
Rolex y PP son los ejemplos perfectos de exclusividad y notoriedad, cada cual es su nivel. Por eso sus ventas son las que son y su demanda es la que es, independientemente de que la calidad relativa de sus productos no sea siempre coherente o, como dicen algunos, “no se corresponda con el precio de venta solicitado”.
Panerai y Omega luchan por aunar estas dos cualidades, y lo hacen con estrategias diferentes, esta última dentro de un grupo, SG, que ha “fagocitado” una marca antaño muy prestigiada (Longines) para potenciar a Omega como candidata número 1 para conseguirlo, aprovechando ciertos aspectos sobre la marca que todos conocemos. Panerai probablemente lo tenga más difícil, pero también tienen su propia estrategia.
Entonces, exponemos que no es cuestionable la calidad de las piezas caras de Seiko, pero mantenemos que su venta se ve restringida a círculos especializados porque la propia marca no responde a los criterios de las otras mencionadas y el “ciudadano normal” jamás los adquiriría con la consideración de bienes de lujo.
Muchos de vosotros diréis exactamente lo mismo; “bien, ¿y qué? Desde mi punto de vista, un GS es superior en muchos aspectos a un Rolex X, y lo quiero en mi colección". Nada que objetar a ello; puede que sea superior o puede que no. Es debatible y, quizás, cierto en los casos que sea. Lo que sí es un hecho es que los bienes de lujo no se adquieren ni por su “utilidad” ni por su “mayor fiabilidad”. Dudo mucho que los poseedores de Daytonas se dediquen a cronometrar tiempos en carreras, dudo que los poseedores de Divers de lujo se vayan a hacer submarinismo con ellos (salvo casos muy contados). Para eso, los Seikos de cuarzo son mucho más adecuados. Por tanto, la cualidad de “instrumento” no afecta para nada al nivel de deseo por unas marcas y unos modelos, y el aspecto de la “precisión” (COSC o similares) únicamente tiene una dimensión negativa (es decir, se mantiene la fiabilidad de medición del tiempo del reloj dentro de unos márgenes admisibles que no ofrezcan desvíos disparatados, pero no para otorgar precisión en sí, sino para evitar que sean demasiado imprecisos).
En definitiva, el comprador de bienes de lujo no se compra un Seiko GS porque no lo identifica como tal (sino como una pieza cara, excelente, etc.) y sus potenciales características superiores de precisión o acabados, aunque posiblemente ciertas en algunos casos, no son de importancia suficiente para llenar el hueco del auténtico “lujo”.
Caballeros, y señoras, ¿Por qué se compra la gente bienes de lujo o que son considerados por la sociedad en general como tales? Esa es la gran pregunta que uno enfrenta cuando niega que Seiko, realmente, los venda, por muy caros que sean algunas de sus piezas.
Y esa es la pregunta que cuesta muchísimo contestar, por sus connotaciones políticamente incorrectas. Esa es la razón por la que Rolex sea la recurrente marca que frecuentemente entra en todas la ecuaciones comparativas. Esa es la razón por la que algunos compañeros manifiestan estar más cómodos con un Seiko de 7.000,00 euros que la “gente” confunde con piezas convencionales típicas de la marca de 400 o 500. Esa es la razón por la que muchas personas requieren de la catarsis de tener algo bueno, de calidad, pero fuera del estereotipo establecido para el lujo.
Y, por ello, también somos incoherentes. La gente aprecia el lujo por la exclusividad y la notoriedad que otorga una marca. Pero, al mismo tiempo, muchas personas saben que acceder a ese tipo de bienes puede ser una muestra de la injusticia social, del elitismo, de la sociedad que no ofrece las mismas oportunidades a todo el mundo. Por ello, necesitan afirmar que quieren/tienen un determinado modelo de una determinada marca de lujo, pero que su goce es estrictamente personal, alejado de alardes, distanciado de otras razones menos “filantrópicas”.
Y, por supuesto, aquí un maravilloso reloj Seiko muy bueno y muy caro encuentra su nicho de clientela.
Pero, en muchos casos, no somos todo lo honestos que deberíamos. Porque nos olvidamos de que tener un bien de lujo, un Rolex, un Panerai, un IWC, un PP, NO siempre es un brindis a la sociedad para que nos ubique como exitosos ejemplos de suerte y de bienestar.
Una persona puede perfectamente hacerse ese brindis a sí misma, como premio y culminación de su esfuerzo y su trabajo en el mundo material en que vivimos. El que los demás lo vean como un ejercicio de egolatría es, muchas veces, una injusticia más producto de un mundo que es injusto. Es bien cierto que muchas personas de éxito no requieren de símbolo alguno para ellos mismos, porque esa es su personalidad. Pero el hecho de que otras sí lo requieran o lo utilicen como su autoreconocimiento a una etapa de su propia vida no es razón para estigmatizarlos como personas negativas que conviene evitar. Somos humanos y cada cual encuentra su camino de satisfacción en la vida, y ello no implica necesariamente que pretendamos perjudicar a otros cuyos caminos han sido diferentes a los nuestros, y ni ellos son culpables de ello ni nosotros tampoco.
¿Por qué digo esto? Porque mi opinión es que el uso frecuente de Seiko (u otras marcas) en este tipo de comparativas tiene un significado que va más allá de un intento de comparar marcas y de comparar modelos. Mantengo que las marcas no son susceptibles de ser comparadas. Mantengo que las piezas excelentes de Seiko cumplen una función completamente diferente a las que se asocian con un reloj proveniente de una marca de lujo y tienen mucho sentido dentro de la estrategia de Seiko para vender relojes de sus gamas más vendidas. Y mantengo que las grandes y magníficas piezas de Seiko (u otras marcas “no de lujo”) cumplen también un efecto psicológico/social que muchas personas pueden demandar ante cierta negatividad que proviene del mundo de las marcas de lujo.
Pido disculpas por esta larguísima exposición y apelo a vuestra comprensión ya que no es fácil explicar todo esto.