Al que le gusta el bronce le gusta por su aspecto y por lo cambiante del material, solo la luz del sol ya lo oscurece (se dice que un objeto de bronce en una habitación a oscuras mantendrá su brillo dorado durante años). Reacciona con el oxígeno del aire y del agua, y también con el ph de piel que está relacionado con la sudoración pero crea una pátina muy superficial que no afecta al interior del reloj. Depende del aspecto que se quiera se puede lavar con agua y jabón si se oscurece demasiado, o darle alguna capa protectora y pulirlo con cera como ya se ha dicho.
Copi pega de parte de un artículo de Rabat, por si le interesa a alguien:
Relojes de Bronce, pasión por la pátina
Es desde luego un caso único en la relojería, pero lo que es cierto es que el material ha pasado de ser una “tendencia” a ser un material genuinamente deseado y una opción casi ineludible para los fabricantes.
El bronce lleva con nosotros desde siempre como material para la creación de instrumentos y también de elementos decorativos, hasta el punto de que da nombre a una de las edades de la Humanidad. En su forma más pura, el bronce es una aleación que suele estar compuesta por un 88% de cobre y un 12% de estaño. Sin embargo, existen innumerables combinaciones y a veces se añaden agentes adicionales como aluminio, silicio, níquel, manganeso, zinc o fósforo, según el uso previsto o el aspecto deseado del producto final.
Aunque el cobre por sí mismo puede ser blando y fácil de abollar, cuando se combina con el estaño la aleación resultante es mucho más resistente, antimagnética y, lo que es aún más impresionante, altamente resistente a la corrosión en el agua de mar. Esto hace que el bronce sea el candidato ideal para su uso en un entorno marino salado, y la razón por la que se ha utilizado durante mucho tiempo para fabricar hélices de barco, cascos de buceo y diversas piezas e instrumentos náuticos.
Sin embargo, lo más llamativo es la forma en que reacciona al oxígeno. Se forma una capa de cobre oxidado en el exterior, dejando el material interior intacto, pero creando una pátina distintiva (pensemos, por ejemplo, en la Estatua de la Libertad) que además varía dependiendo del ambiente en el que esté y, si nos referimos a los relojes de bronce, incluso del PH de la piel de quien lo lleve. Es esta capacidad de crear una pátina lo que lo distingue, y lo que hace que cada caja de un reloj de bronce sea única.
El primer reloj de bronce es, seguramente, el Panerai Bronze Prototype 1000 m. de 1985 y del que sólo se hicieron 4. La última vez que uno de ellos apareció en una subasta alcanzó un precio de algo más de 292.000 dólares. En 1988 el mismísimo Gerarld Genta lanzó su Gefica también en bronce.
Pero, sin ninguna duda, el reloj que realmente inició la tendencia de los relojes de bronce, al menos en términos modernos, fue el Panerai Luminor Submersible 1950 3 Days Automatic Bronzo Referencia PAM382. El que era -y es- conocido simplemente como “el Bronzo”, que hizo las delicias de los aficionados de todo el mundo, se convirtió en un éxito instantáneo cuando salió a la venta en 2011.