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The Beater Man
Contribuidor de RE
Sin verificar
Hola a todos. Os dejo con una ficción relojera de algo que puede poner los pelos de punta a más de uno.Espero que os guste.
La noche de los relojes estériles
Nadie sabía a ciencia cierta cómo había podido suceder y los medios de información se hicieron eco de la noticia a diario, inundando boletines, notas de prensa, tertulias o entrevistas para tratar de hallar una explicación al fenómeno. Era algo tan extraño que hasta los científicos más sobresalientes buscaban entre los detalles del suceso para poder llegar a una conclusión.
Veinticuatro días atrás, un lunes 13 de enero de 2025, el día conocido como Blue Monday, había amanecido con un cielo teñido de púrpura, haciendo que las miradas de los más madrugadores se centraran en las curiosas agrupaciones concéntricas de nubes que destacaban mucho más que en cualquier otro momento. Nadie sabía la razón, pero las declaraciones de muchos de los testigos siempre iban acompañadas de una desazón e inquietud que les atenazó para dar paso a una melancolía nunca antes vivida. Y lo más extraño es que había sido a nivel mundial.
La alarma saltó en un programa de radio, en la que el locutor anunció asombrado que el nombre y logo de su reloj, un Omega Speedmaster, había desaparecido. La esfera aparecía estéril e incluso la corona lucía lisa como la palma de la mano. No solo eso. La trasera con la información de la conmemoración de la llegada a la luna tampoco estaba y el metal aparecía impoluto, como si nada hubiera estado impreso en su superficie.
Inmediatamente, la radio se colapsó con cientos de llamadas de usuarios a los que les había sucedido exactamente igual. No importaba si eran relojes baratos o caros, automáticos, de cuarzo, solares o mecánicos. Ni siquiera la procedencia o el lugar de fabricación.
Antes de finalizar el día, la noticia ya inundaba todas las portadas y abría los informativos. No quedaba ni un solo reloj en el mundo que no fuera completamente estéril.
Las consecuencias fueron abrumadoras, pero especialmente entre los usuarios de marcas consideradas de lujo, como Patek Phillipe, Vacheron Constantin, Audemars Piguet, Richard Mille o la archiconocida Rolex. De repente, la desconfianza entre los ciudadanos al ver una pieza en la muñeca de un vecino se volvió indiferencia, preguntándose si realmente el reloj era original o un tributo chino de los que habían surgido en plataformas mundiales en los últimos años.
Entre los aficionados que gustaban discutir sobre si marcas como Pagani Design o Addiesdive hacían homenajes o meras copias, se produjo finalmente un acuerdo tácito, ya que ni siquiera tales expertos eran capaces de distinguir en muchos de los modelos cuáles eran los originales y cuáles los homenajes, ya que cualquier signo de la marca había desaparecido, borrado de la faz de la tierra.
Una semana más tarde del suceso, las competiciones deportivas que tradicionalmente habían sido esponsorizadas por marcas como Rolex, Tag Heuer, Hublot entre otras, dejaron de recibir las cuantiosas cantidades por publicidad, ya que no tenía sentido pagar por algo que no existía. Eso provocó una reacción en cadena, ya que algunos astros del deporte vieron cancelados sus contratos de la noche a la mañana.
Para mayor consternación, las fábricas de relojes veían cómo, tras grabar los nombres de sus piezas en las nuevas producciones, estos se borraban al cabo de unos minutos, haciendo imposible el que permanecieran inscritas en el metal.
Tan solo en unos días, los pedidos de las marcas de lujo cayeron en picado, las listas de espera desaparecieron y la industria de las copias se multiplicó, especialmente la procedente de China debido a la gran experiencia y avance tecnológico de tantos años de tributos y homenajes.
Por otro lado, la industria relojera Suiza quedó al borde de la quiebra técnica debido a que ya muy pocos estaban interesados en adquirir una pieza estéril por un importe tan elevado sin la satisfacción de ver la marca inscrita en la esfera. Tan solo un reducto de fieles siguió admirando la superior calidad de su manufactura y sus movimientos in-house. Sin embargo, y a medida que la industria China se perfeccionó, incluso tales aficionados cambiaron su forma de pensar y dejaron de comprar, abandonaron la afición y dejaron sus piezas reposando en las cajas hasta más ver.
Hubo muchas otras consecuencias derivadas de aquel suceso, como por ejemplo que los bolsos de diseño como Channel o Louis Vuitton vieron incrementadas momentáneamente sus ganancias ya que los más pudientes derivaron su afán de notoriedad hacia tales artículos. Sin embargo, no fue por mucho tiempo ya que los top manta proliferaron mucho antes de lo esperado y las ciudades más importantes veían tapizadas sus vías públicas con réplicas de aspecto tan real que pocos podían distinguir entre unos y otros.
Sonaron voces de que aquello era realmente la representación de la igualdad, la constatación de que finalmente el planeta estaba unido por un nexo común sin que ello reflejara la desigualdad de razas, poder económico o social. Sin embargo, estaban completamente equivocados porque lo que sucedió a continuación silenció las voces de inmediato.
Hubo solamente una marca que se salvó de la esterilidad. Los relojes inteligentes Apple Watch no se vieron afectados en absoluto y muchos pensaron que la razón era que no eran realmente relojes, sino más bien un aparato tecnológico que se llevaba en la muñeca y daba la hora, aparte de decenas de funciones más. Quizás esa fue la razón por la que su precio se volvió prohibitivo para muchos, ya que la empresa vio el filón y la oportunidad de convertirse en objeto de deseo de las altas esferas. La siguiente jugada fue maestra ya que lanzaron un nuevo sistema operativo tan complejo que solamente los nuevos dispositivos podían soportar, haciendo que los antiguos se volvieran inoperativos.
En tan solo cuestión de meses, los Apple Watch lucían en las muñecas de estrellas de cine, futbolistas, reconocidos youtubers y potentados del petróleo, solamente para hacer saber al resto de los mortales que ellos pertenecían a un exclusivo grupo de elegidos. Las malas lenguas y los rumores dijeron que la empresa estaba detrás de todo aquello, pero realmente nunca se probó. Lo único cierto es que desde el momento en que los Apple Watch fueron símbolo de poder máximo, cualquier millonario que se preciara de ello debía llevar uno en la muñeca.
El resto, debería seguir consultando la hora en un simple y mundano Rolex Daytona. ¿O era un Pagani Design de cuarzo? Nadie podría saberlo nunca jamás.
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