ga0sh0atEight
Forer@ Senior
Verificad@ con 2FA
En 1975, Roger Taylor compuso "I'm in love with my car"... Al final de la canción se escucha el Alfa Romeo de Taylor, potente máquina, Spider 1975:
Pocas cosas despiertan tanta pasión como los autos... y los relojes. La locura y la pasión van de la mano, como lo describe Charles Mackay en su popular libro: "Extraordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds" donde se describen desde la tulipomanía, pasando por las Cruzadas hasta las cacerías de brujas o las manías por los videntes y los psíquicos.
Una popular frase del libro reza así:
"Men, it has been well said, think in herds; it will be seen that they go mad in herds, while they only recover their senses slowly, and one by one..."
Efectivamente, los hombres piensan en rebaño, y se vuelven locos en rebaño; sin embargo sólo recuperan su sensatez, lentamente, y de uno en uno. Hoy, el Rolex Submariner es, con mucha seguridad, el reloj más deseado por las masas. Es tan escaso que inclusive los clones y replicas de buena calidad se han quedado sin stock. Comprar un Hulk implica, en el mejor de los casos, pagar el doble del precio sugerido; y digo en el mejor de los casos, si es que logras conseguir un "unworn".
Amor y locura por un clásico de los deportivos, se trata de un fenómeno que no se explica de ninguna forma lógica; no por su diseño espectacular ni por su movimiento innovador, y sin embargo se trata del reloj más admirado, más deseado y que representa -para jovenes y viejos- uno de los parangones de una vida exitosa.
Por la friolera cantidad de entre 20 y 30 mil dolares te puedes hacer de un Hulk usado en el mercado gris. Y se venden. Después de todo, ¿cómo se mide la locura o la pasión en términos monetarios? ¿Cómo explicar el maravillo matiz de reflejos luminosos de ese dial verde? Y es que no es cualquier verde... es, cómo decirlo, un verde "hulk".
En sí, la exuberancia del Sub no es inherente al reloj, ni a la marca, sino a los atesoradores del icónico sumergible. Equilibradamente racionalizado, no es tan ostentoso como un Day-Date o un Yacht Master, ni tan simple con un Oyster Perpetual; no es tan extravagante como un Daytona Rainbow ni tan sobrio como un Cellini. Es juguetón, robusto, proporcionado, todo está en su sitio y tiene una razón de estar donde está. Nada le sobra ni le falta, y sería, de acuerdo a Scoto de Erigena o Santo Tomás, lo más cercano a la perfección. Su belleza atemporal radica en las generaciones de guardianes celosos de su culto; su exuberancia irracional no es producto de una macabra mercadología sino de pasiones transmitidas de generación a generación que han elaborado un discurso irrebatible sobre la genialidad de ese reloj.
Movimiento 3235 del Submariner -y el Dayjust, Sea-Dweller y Yacht Master-:
O, ustedes, estimados foreros, ¿qué opinan?
Saludos!