Interesante artículo. Y curiosa la afición de los distintos revolucionarios mundiales por los relojes mecánicos de lujo. La naturaleza humana cambia poco a lo largo y ancho del planeta. Como decía G.Orwell en Rebelión en la granja, "todos los animales somos iguales, pero unos más iguales que otros"...
La pena es lo anticuado que está el artículo. Visité por primera vez tan hermosa tierra en abril del año pasado. El acercamiento a EE.UU. que protagonizó Obama hace tiempo que terminó y la lluvia de turistas con dólares se acabó. Tras el cerrojazo al turismo por el COVID, recién reabierto el país agonizaba entre la escasez de todo lo más básico, la absoluta ausencia de industria local, sorprendente falta de agricultura en una tierra fértil, la tremenda dependencia del turismo y la consecuente falta de oportunidades. Tras la represión de las últimas protestas pacíficas, el gobierno había abierto la espita de la emigración vía Nicaragua al soñado edén norteamericano haciendo la vista gorda para quitarse de enmedio a los "rebeldes" y potenciales problemáticos. La finalidad es doble, que no protesten, que trabajen en el odiado sistema capitalista y envíen divisas a sus familias que permanecen en la isla. Triste realidad la de un país donde sus gentes más emprendedoras, valientes y jóvenes sueñan con emigrar. Mientras las élites corruptas siguen cambiando lo mínimo para que todo siga igual, particularmente sus propios privilegios de casta dominante. Dónde si tienes divisa "dura" (EUR, USD) puedes comprar en tiendas especiales mejor abastecidas y si tienes divisa local tienes que hacer largas colas con cartilla de racionamiento como si de una eterna posguerra se tratara. Un círculo vicioso y nefasto que perpetúa un sistema anacrónico, decrépito y tremendamente injusto que capa y castiga al emprendedor, creativo y fantástico pueblo cubano. Una lástima de verdad. Por cierto, visité la tienda de Cuervo y Sobrinos en pleno centro de la Habana. Ni un solo reloj. Todo estantes vacíos y dos empleados charlando amigablemente sin nada que vender. Un espejo de la realidad cubana. Esa es la percepción que tuve el año pasado. Como nuestro amigo UNICORU podrá corroborar, me temo que no habrá cambiado mucho.
La pena es lo anticuado que está el artículo. Visité por primera vez tan hermosa tierra en abril del año pasado. El acercamiento a EE.UU. que protagonizó Obama hace tiempo que terminó y la lluvia de turistas con dólares se acabó. Tras el cerrojazo al turismo por el COVID, recién reabierto el país agonizaba entre la escasez de todo lo más básico, la absoluta ausencia de industria local, sorprendente falta de agricultura en una tierra fértil, la tremenda dependencia del turismo y la consecuente falta de oportunidades. Tras la represión de las últimas protestas pacíficas, el gobierno había abierto la espita de la emigración vía Nicaragua al soñado edén norteamericano haciendo la vista gorda para quitarse de enmedio a los "rebeldes" y potenciales problemáticos. La finalidad es doble, que no protesten, que trabajen en el odiado sistema capitalista y envíen divisas a sus familias que permanecen en la isla. Triste realidad la de un país donde sus gentes más emprendedoras, valientes y jóvenes sueñan con emigrar. Mientras las élites corruptas siguen cambiando lo mínimo para que todo siga igual, particularmente sus propios privilegios de casta dominante. Dónde si tienes divisa "dura" (EUR, USD) puedes comprar en tiendas especiales mejor abastecidas y si tienes divisa local tienes que hacer largas colas con cartilla de racionamiento como si de una eterna posguerra se tratara. Un círculo vicioso y nefasto que perpetúa un sistema anacrónico, decrépito y tremendamente injusto que capa y castiga al emprendedor, creativo y fantástico pueblo cubano. Una lástima de verdad. Por cierto, visité la tienda de Cuervo y Sobrinos en pleno centro de la Habana. Ni un solo reloj. Todo estantes vacíos y dos empleados charlando amigablemente sin nada que vender. Un espejo de la realidad cubana. Esa es la percepción que tuve el año pasado. Como nuestro amigo UNICORU podrá corroborar, me temo que no habrá cambiado mucho.