No se lo que va a ocurrir en lo económico. No soy profeta ni adivino. Y desde hace muchos años siempre oigo más altas las voces de los que pregonan que todo es y será terrible.
Afortunadamente se han equivocado en la mayoría de casos.
Pero como todos, hago mis análisis.
Que se acercan momentos duros en lo económico tras esta crisis sanitaria, es más que evidente. Que eso sea en general y de igual medida para todos, no lo creo.
Para mí (por mis circunstancias personales y profesionales) fue mucho peor la del 2008/2014 (que en 2020 aún colea). Y aquí estamos.
Sin profundizar en asuntos económicos (daría para extenderse durante horas), y mucho menos en lo político (no acabaríamos nunca), mi visión en general es optimista; por naturaleza. Soy así. Es decir, me centro en lo positivo y rara vez en lo negativo. Lo considero todo, pero me mueve a actuar la visión positiva (que no significa irreal o imprudente).
En resumen (muy resumen), algunos de los pensamientos que tengo, así en plan desordenado y caóticos:
• Vendrán nuevas olas de contagios, pero las consecuencias en lo sanitario no serán tan duras como la anterior.
• No habrá un “confinamiento” tan severo como el que hemos tenido. Es decir, no se parará de manera general y tan larga la actividad laboral (creo que nos adaptaremos, pero si no se trabaja la probabilidad de morir de “hambre” es mucho mayor que la de morir del “virus”).
• Los sectores como el turismo, la restauración, el hotelero y, por ejemplo, los gimnasios, lo van a pasar realmente mal. Algunos sabrán adaptarse y reinventarse.
• Otros sectores (aunque la mayor parte afectados por el efecto dominó de los que he mencionado) tendrán actividad y movimiento.
• Un dato terrible: aumento de paro (muy destacado en la zonas que viven más del turismo). Aún así, aún teniendo un 25/30% de paro (puntual, no permanente), eso significa que habrá un 70/75% de población trabajando.
• La crisis es global. Sanitaria. Con consecuencias económicas, pero su origen no es económico.
• La reacción del conjunto de las potencias económicas (la UE, por ejemplo) ha sido mucho más rápida y contundente de lo que fue durante de la crisis que se inició en 2008 (esa sí tuvo su origen en lo económico y financiero), lo cual es (en general) muy bueno para ayudar a suavizar “el golpe”.
• Como se está viendo, la memoria es corta (sobre todo para lo malo) y en cuanto pase lo peor, la mayoría de gente hará su vida normal (muchos ya lo están haciendo, muy imprudentemente).
• Sí creo que las crisis, en general, nos hacen replantearnos las prioridades. Y entre esas prioridades hay una clara: vivir (si ya hemos superado la necesidad prioritaria de sobrevivir) y disfrutar de la (efímera) vida.
• Si todos, por el miedo al futuro, retraemos el consumo de manera drástica, los efectos serán muchísimo más graves que los ocasionados por el Covid.
• Es necesario buscar el equilibrio en el consumo. Pero este debe seguir existiendo. Lo contrario es el fin del sistema tal como lo conocemos.
• No hay que ser alarmistas. Prudentes sí.
• A mi juicio, el que no esté afectado de manera tan directa por la crisis económica, debe seguir haciendo su vida (y sus gastos) con la mayor “normalidad” posible.
En mi caso personal, aunque tuve breves “ataques de miedo” en un primer momento, no me paralicé ni me bloqueé y me propuse conscientemente continuar con mis planes de gastos (personales) e inversiones (profesionales). Y en consecuencia con ello no he variado sustancialmente mis hábitos de consumo. Aunque, obviamente, he adoptado algunas decisiones de “prudencia” (por ejemplo, tener algo más de liquidez). Pero no me he dejado llevar por el alarmismo o el pánico.
En respuesta concreta a la pregunta del hilo: es buen momento para comprar siempre que puedas hacerlo. No como búsqueda de chollos o valores refugio. Simplemente si puedes y quieres, compra.
En general en todo. Y si no está dentro de tus posibilidades, no compres. Nunca.
“Tengo gustos muy simples. Me siento satisfecho con lo mejor".
Oscar Wilde.