07:24
Me despierta una fuerza centrífuga (¿o era centrípeta?) que me hace dar varias vueltas de forma violenta. Después de 2 vueltas, me doy cuenta de que no estoy solo, me acompaña en este rápido girar una señora a todas luces mayor que yo (un poco bajita y regordeta) y un mozo espigado que contempla nuestras volteretas paralizado y con los ojos como platos.
Lo achaco a la falta de costumbre e inactividad, el caso es que no he podido contener el vómito y le he manchado los zapatos a mi nueva compañera. Le pido perdón con toda la cortesía de la que soy capaz mientras me marcho avergonzado. Mientras tanto el mozo resulta que no para de hablar, traquetea alegremente como si no fuera con él la cosa.
08:59
Algo no va bien. Es la conclusión a la que llego después de comprobar que no estoy ni en el Polo ni en Groenlandia, ni siquiera hace fresquito. En cambio, encuentro que hay un ser salvaje (peludo y marrón) que no atiende a mis ímprobos esfuerzos por iniciar un contacto amigable. Parece, sin embargo, muy interesado en una pelota amarilla de suave pelaje. Deduzco que es el ser dominante en un área de 100 metros, ya que se ve que hace lo que le da la gana.
09:54
Parece que nos movemos en un medio de locomoción a velocidad moderada. Me confío a la pericia del conductor, aunque no me gustaría ver cómo la hermosa caja de acero donde vivo se melle en esta fase tan temprana de nuestra expedición.
Mientras tanto, el mozalbete prosigue con su alegre cháchara saltarina, la verdad es que no logro entenderle y eso que me adelanta a cada minuto. Acabo de pasar junto a la señora de boteras proporciones. Sigue ofendida por el desafortunado incidente de esta mañana y no se ha dignado a mirarme ante mi grácil inclinación de cabeza.
11:36
Sin noticias del capitán de la expedición, ahora me encuentro en un medio del todo repugnante. Rezo para que la corona esté bien roscada y no entre el lodo en el que nos encontramos encallados. Diríase que estamos invitando a una serie de anfibios que viven en una charca a saltar a una suerte de red. Aunque desconozco el propósito de tal empresa, espero que no sean para comer. Aun tengo el estómago un poco delicado, no me vendría mal un poco de anís para asentar el cuerpo.
Aprovechando que estoy lejos de la señora y además rodeado de anfibios, procedo a eructar con fuerza para aliviar el estómago confiando que el sonido salga similar a los de tan graciosos bichejos. Ante todo soy un caballero.
12:16
Sospecho que esto es lo más cerca que voy a estar del polo y de las temperaturas de -60Cº para las que me prepararon. Igual es cosa mía pero la última vez que adelanté a la susodicha, me pareció atisbar una leve sonrisa ante mi exquisita inclinación de cabeza. Da lo mismo, estoy disfrutando de lo lindo y por un momento me olvido del evidente fracaso de la misión dado que claramente no estamos en terreno polar.
12:17
Me remito a lo acontecido cuando estaba en la posición del 16. Aunque tengo el inuit un poco oxidado, pruebo a comunicarme con el joven en dicho idioma. Kutaa. ¿Qanoq ateqarpit? ¿Qanorik? Nada, sigue con el traqueteo. La verdad es que me ha tocado compartir caja con dos compañeros de viaje de lo más peculiares. Creo que al joven y saltarín muchadho le voy a llamar Tallimanngorneq, que en inuit es Viernes. Como el fiel compañero de Robinson Crusoe. A ella, Naamik, que significa No. Saquen sus conclusiones.
12:29
Apenas sin tiempo para secar nuestro precioso y bien cepillado habitáculo, nos acercamos a un nuevo abismo marino del que no se ve el fondo pero sí terribles criaturas marinas que mueven su cuerpo con calculada ferocidad.
12:30
Me siento lejos del mundo, incluso el traqueteo del mozalbete suena distinto, como amortiguado. Empiezo a preguntarme por el sentido mismo de la vida, y ya de paso si no habrá un McDonalds por la zona.
14:41
Aunque escasas, parece ser que aquí las formas de agua son muy apreciadas y ricas en vida. He intentado clasificar las especies marinas pero estoy del todo seguro que con las que me encuentro ahora mismo no estaban catalogadas cuando preparamos el viaje ártico. Mientras escribo esta bitácora me tiembla el pulso al pensar que he podido descubrir dos nuevas especies. Tienen los ojos enormes y no temen acercarse a centímetros de nosotros.
En cualquier caso, por fin he logrado identificar la ubicación aproximada donde nos encontramos. Debe de ser un territorio peninsular conocido como España. Si no, no me explico que no hayamos comido todavía dada la hora que es.
17:09
Hace unos minutos nos ha llegado a través de un teletipo unas órdenes como mínimo peculiares. Resulta que hay una criatura del averno en los alrededores y debemos presentar batalla antes de que pueda llevarse a alguien por delante (o por detrás según el punto de vista del observador). Como de valentía andamos igual de sobrados que de insensatez, nos dirigimos con ligero ánimo pensando que muy mal se tiene que dar la cosa para vernos en apuros.
17:11
Pues bien, aquí estamos, literalmente paralizados de terror. Mi chata compañera de viaje no se ha movido un ápice. En mi caso, apenas dos rayitas. Somos incapaces de hacer nada, y e aquí mi sorpresa que el loco que tengo por compañero con su danzarín traqueteo ha conseguido dormir a la bestia.
17:12
Está siendo una jornada de lo más intensa. Aun con los engranajes un tanto agarrotados por el miedo, presenciamos cómo se están lanzando unas bolas de plástico recubiertas de agua contra una muy pequeñita de madera. No sé, se me ocurren maneras mucho más efectivas de romper una bola de madera, por ejemplo con un hacha de hielo.
17:37
Rezo mis oraciones y reposo la vista para dejarme llevar por el sonido de las hojas, el olor de las nubes y la calma del momento.
17:40
Desde que estuve preso en Siberia no me había pasado despertar con el aliento de un ente peludo en mi nuca. Me abandono a los placeres de la carne y que sea lo que dios quiera.
17:42
Me encuentro en una suerte de zona de acampada de relojes. Tienen una caja enorme y un diámetro que no aguantaría ni la muñeca de los Sacamantecas. Me pregunto qué clase de engranajes llevarán para evitar que se les retuerza el cuello. Me refiero a los relojes, no a los Sacamantecas.
18:32
En contra de mi costumbre, voy a reflejar un hecho personal que nada tiene que ver con la expedición. El caso es que estábamos explorando una cadena montañosa de tonos encarnados, cuando en el justo instante en el que adelantaba a mi compañera (como hago cada aproximadamente 65 minutos) me ha cogido de la muñeca, me ha plantado un beso en los morros, ha contenido una arcada y luego me ha dado una bofetada. Amor y Asco es lo que me viene a la cabeza. O en inuit: Ammassat, que significa sardinas. Porque están muy ricas pero huelen muy mal.
20:32
Han pasado dos horas desde la última vez que actualicé la bitácora. En este tiempo, la habitual fría indiferencia se ha vuelto a imponer en nuestra relación. Por cierto, he asistido maravillado a una increíble partida de naipes. No es en el Casino Royale ni es póker, pero parece que hemos ganado una partida de Continental, lo cual hace que me congratule.
22:35
Me siento extraño, la limonada que estoy tomando me ha puesto la lengua de trapo y siento una euforia poco común en mi templado carácter. Preguntas trascendentales como cuál es el propósito de esta misión o por qué siempre damos vueltas en el mismo espacio ahora carecen de sentido. Lo único que deseo es que vuelvan a pasar los 60 segundos para saludar a mi compañero que parece el mismo Zenón de Citio con su corriente de estoicismo. Pero sobre todo deseo volver a cruzarme con la horaria, aun no sé si me gustó más el beso o el cachete.
Decido poner fin por hoy al registro de actividades, no sea que la cosa se ponga seria y luego deba dar explicaciones de un posible desajuste horario.
Con el permiso y espero que beneplácito de Eduardo Mendoza.
Me despierta una fuerza centrífuga (¿o era centrípeta?) que me hace dar varias vueltas de forma violenta. Después de 2 vueltas, me doy cuenta de que no estoy solo, me acompaña en este rápido girar una señora a todas luces mayor que yo (un poco bajita y regordeta) y un mozo espigado que contempla nuestras volteretas paralizado y con los ojos como platos.
Lo achaco a la falta de costumbre e inactividad, el caso es que no he podido contener el vómito y le he manchado los zapatos a mi nueva compañera. Le pido perdón con toda la cortesía de la que soy capaz mientras me marcho avergonzado. Mientras tanto el mozo resulta que no para de hablar, traquetea alegremente como si no fuera con él la cosa.
08:59
Algo no va bien. Es la conclusión a la que llego después de comprobar que no estoy ni en el Polo ni en Groenlandia, ni siquiera hace fresquito. En cambio, encuentro que hay un ser salvaje (peludo y marrón) que no atiende a mis ímprobos esfuerzos por iniciar un contacto amigable. Parece, sin embargo, muy interesado en una pelota amarilla de suave pelaje. Deduzco que es el ser dominante en un área de 100 metros, ya que se ve que hace lo que le da la gana.
09:54
Parece que nos movemos en un medio de locomoción a velocidad moderada. Me confío a la pericia del conductor, aunque no me gustaría ver cómo la hermosa caja de acero donde vivo se melle en esta fase tan temprana de nuestra expedición.
Mientras tanto, el mozalbete prosigue con su alegre cháchara saltarina, la verdad es que no logro entenderle y eso que me adelanta a cada minuto. Acabo de pasar junto a la señora de boteras proporciones. Sigue ofendida por el desafortunado incidente de esta mañana y no se ha dignado a mirarme ante mi grácil inclinación de cabeza.
11:36
Sin noticias del capitán de la expedición, ahora me encuentro en un medio del todo repugnante. Rezo para que la corona esté bien roscada y no entre el lodo en el que nos encontramos encallados. Diríase que estamos invitando a una serie de anfibios que viven en una charca a saltar a una suerte de red. Aunque desconozco el propósito de tal empresa, espero que no sean para comer. Aun tengo el estómago un poco delicado, no me vendría mal un poco de anís para asentar el cuerpo.
Aprovechando que estoy lejos de la señora y además rodeado de anfibios, procedo a eructar con fuerza para aliviar el estómago confiando que el sonido salga similar a los de tan graciosos bichejos. Ante todo soy un caballero.
12:16
Sospecho que esto es lo más cerca que voy a estar del polo y de las temperaturas de -60Cº para las que me prepararon. Igual es cosa mía pero la última vez que adelanté a la susodicha, me pareció atisbar una leve sonrisa ante mi exquisita inclinación de cabeza. Da lo mismo, estoy disfrutando de lo lindo y por un momento me olvido del evidente fracaso de la misión dado que claramente no estamos en terreno polar.
12:17
Me remito a lo acontecido cuando estaba en la posición del 16. Aunque tengo el inuit un poco oxidado, pruebo a comunicarme con el joven en dicho idioma. Kutaa. ¿Qanoq ateqarpit? ¿Qanorik? Nada, sigue con el traqueteo. La verdad es que me ha tocado compartir caja con dos compañeros de viaje de lo más peculiares. Creo que al joven y saltarín muchadho le voy a llamar Tallimanngorneq, que en inuit es Viernes. Como el fiel compañero de Robinson Crusoe. A ella, Naamik, que significa No. Saquen sus conclusiones.
12:29
Apenas sin tiempo para secar nuestro precioso y bien cepillado habitáculo, nos acercamos a un nuevo abismo marino del que no se ve el fondo pero sí terribles criaturas marinas que mueven su cuerpo con calculada ferocidad.
12:30
Me siento lejos del mundo, incluso el traqueteo del mozalbete suena distinto, como amortiguado. Empiezo a preguntarme por el sentido mismo de la vida, y ya de paso si no habrá un McDonalds por la zona.
14:41
Aunque escasas, parece ser que aquí las formas de agua son muy apreciadas y ricas en vida. He intentado clasificar las especies marinas pero estoy del todo seguro que con las que me encuentro ahora mismo no estaban catalogadas cuando preparamos el viaje ártico. Mientras escribo esta bitácora me tiembla el pulso al pensar que he podido descubrir dos nuevas especies. Tienen los ojos enormes y no temen acercarse a centímetros de nosotros.
En cualquier caso, por fin he logrado identificar la ubicación aproximada donde nos encontramos. Debe de ser un territorio peninsular conocido como España. Si no, no me explico que no hayamos comido todavía dada la hora que es.
17:09
Hace unos minutos nos ha llegado a través de un teletipo unas órdenes como mínimo peculiares. Resulta que hay una criatura del averno en los alrededores y debemos presentar batalla antes de que pueda llevarse a alguien por delante (o por detrás según el punto de vista del observador). Como de valentía andamos igual de sobrados que de insensatez, nos dirigimos con ligero ánimo pensando que muy mal se tiene que dar la cosa para vernos en apuros.
17:11
Pues bien, aquí estamos, literalmente paralizados de terror. Mi chata compañera de viaje no se ha movido un ápice. En mi caso, apenas dos rayitas. Somos incapaces de hacer nada, y e aquí mi sorpresa que el loco que tengo por compañero con su danzarín traqueteo ha conseguido dormir a la bestia.
17:12
Está siendo una jornada de lo más intensa. Aun con los engranajes un tanto agarrotados por el miedo, presenciamos cómo se están lanzando unas bolas de plástico recubiertas de agua contra una muy pequeñita de madera. No sé, se me ocurren maneras mucho más efectivas de romper una bola de madera, por ejemplo con un hacha de hielo.
17:37
Rezo mis oraciones y reposo la vista para dejarme llevar por el sonido de las hojas, el olor de las nubes y la calma del momento.
17:40
Desde que estuve preso en Siberia no me había pasado despertar con el aliento de un ente peludo en mi nuca. Me abandono a los placeres de la carne y que sea lo que dios quiera.
17:42
Me encuentro en una suerte de zona de acampada de relojes. Tienen una caja enorme y un diámetro que no aguantaría ni la muñeca de los Sacamantecas. Me pregunto qué clase de engranajes llevarán para evitar que se les retuerza el cuello. Me refiero a los relojes, no a los Sacamantecas.
18:32
En contra de mi costumbre, voy a reflejar un hecho personal que nada tiene que ver con la expedición. El caso es que estábamos explorando una cadena montañosa de tonos encarnados, cuando en el justo instante en el que adelantaba a mi compañera (como hago cada aproximadamente 65 minutos) me ha cogido de la muñeca, me ha plantado un beso en los morros, ha contenido una arcada y luego me ha dado una bofetada. Amor y Asco es lo que me viene a la cabeza. O en inuit: Ammassat, que significa sardinas. Porque están muy ricas pero huelen muy mal.
20:32
Han pasado dos horas desde la última vez que actualicé la bitácora. En este tiempo, la habitual fría indiferencia se ha vuelto a imponer en nuestra relación. Por cierto, he asistido maravillado a una increíble partida de naipes. No es en el Casino Royale ni es póker, pero parece que hemos ganado una partida de Continental, lo cual hace que me congratule.
22:35
Me siento extraño, la limonada que estoy tomando me ha puesto la lengua de trapo y siento una euforia poco común en mi templado carácter. Preguntas trascendentales como cuál es el propósito de esta misión o por qué siempre damos vueltas en el mismo espacio ahora carecen de sentido. Lo único que deseo es que vuelvan a pasar los 60 segundos para saludar a mi compañero que parece el mismo Zenón de Citio con su corriente de estoicismo. Pero sobre todo deseo volver a cruzarme con la horaria, aun no sé si me gustó más el beso o el cachete.
Decido poner fin por hoy al registro de actividades, no sea que la cosa se ponga seria y luego deba dar explicaciones de un posible desajuste horario.
Con el permiso y espero que beneplácito de Eduardo Mendoza.