S
SirFred
Novat@
Sin verificar
Bueno, hace unos días conté por aquí que iba a probar a usar yo mismo el óxido de cerio para pulir relojes en plan casero y tengo que decir que la cosa ha ido mejor de lo que pensaba, con algún ‘pero’. He usado dos piezas bien diferentes y es distinto estado, a las que he aplicado técnicas también distintas. La primera, un Seiko 5 (abajo podéis ver cómo tenía el cristal mineral –o hardlex dicen ellos– antes de la intervención). Aquí decidí ir un poco a las bravas y tiré de herramienta tipo dremmel con el accesorio ese de fieltro que supongo que será para pulir. Hice una pasta mezclando el óxido de cerio con un poco de agua e impregné el disco de fieltro con el mejunje. Fije la máquina como veis en las fotos para poder manipular el reloj más cómodamente. Usé guantes, aunque al final acabé manchándome y no noté ninguna molestia, picor, ni nada parecido, aunque lógicamente recomiendo llevarlos, al igual que mascarilla. La máquina la puse a la mínima potencia (es de 125w) y simplemente haciendo más o menos presión con el cristal en el disco de fieltro era posible regular la velocidad de giro, así que muy bien porque una de las cosas que más me preocupaba es que fuera tan potente que no me permitiera controlar lo que hacía. Al final estuve como media hora, hasta que vi que había quedado suficientemente bien. Podéis juzgar por las fotos que ha merecido la pena.
Seguimos con la segunda parte, la más peliaguda: en este caso meterle mano a un Apple Watch de cuarta generación con la pantalla bastante castigada. Lo peor era un rayajo de dos o tres centímetros, que más que arañazo debería llamarlo grieta ya que si pasabas la uña se te quedaba atascada. El problema es que este caso el miedo era no saber hasta que punto podía ‘comerle’ al cristal sin topar con la propia pantalla electrónica o la capa permite que esta sea táctil. Por eso, opté por una solución más prudente: dejar la ‘dremmel’ y currarme el asunto a mano. Lo podéis ver en las fotos: simplemente en una balleta de microfibra de estas típicas de la cocina se echan los polvillos y un poco de agua (muy poca) para humedecer y que no se esparza por ahí con el movimiento (mejor con mascarilla). También preparé el reloj tapando con cinta cualquier orificio y para la corona lo que hice fue coger un hilo y darle varias vuelta de manera que el polvillo, que es finísimo, no pudiera entrar. Ahora, la mala noticia: si hablamos de arañazos ligeros, quizá en una o dos horas lo podáis dejar niquelado, pero si como en este caso hay alguna cicatriz gorda (ya os digo que lo mío era el Cañón del Colorado) preparaos porque vais a echar una auténtica peonada. Quiero decir, muchas horas. No las conté, pero a lo mejor fueron diez; en días distintos, claro. Y con el miedo de cargármelo en cualquier momento. También hay una buena noticia: hay mucho margen de pulido y aunque no me atreví a hacer desaparecer completamente la grieta original por lo que pudiera pasar, el hecho de dejar la pantalla como podéis verla significa que me llevé por delante mucho cristal, así por ese lado podéis estar tranquilos. Sí, no está perfecta, pero es que casi había dejado de ponérmelo por no ver la cicatriz que lo atravesaba. Salvo el pequeño rastro de la grieta original, el resto de la pantalla está como nueva, literalmente. Y al no ser un reloj destinado a durar, a mí me vale así.
Por si os sirve de referencia, el óxido de cerio lo compré en amazon (igual lo tienen en otro sitio, claro) y como vendían de dos grosores, opté por el más fino, el de 2,5 micrómetros. Espero que a alguien le resulte útil mi experiencia.
Seguimos con la segunda parte, la más peliaguda: en este caso meterle mano a un Apple Watch de cuarta generación con la pantalla bastante castigada. Lo peor era un rayajo de dos o tres centímetros, que más que arañazo debería llamarlo grieta ya que si pasabas la uña se te quedaba atascada. El problema es que este caso el miedo era no saber hasta que punto podía ‘comerle’ al cristal sin topar con la propia pantalla electrónica o la capa permite que esta sea táctil. Por eso, opté por una solución más prudente: dejar la ‘dremmel’ y currarme el asunto a mano. Lo podéis ver en las fotos: simplemente en una balleta de microfibra de estas típicas de la cocina se echan los polvillos y un poco de agua (muy poca) para humedecer y que no se esparza por ahí con el movimiento (mejor con mascarilla). También preparé el reloj tapando con cinta cualquier orificio y para la corona lo que hice fue coger un hilo y darle varias vuelta de manera que el polvillo, que es finísimo, no pudiera entrar. Ahora, la mala noticia: si hablamos de arañazos ligeros, quizá en una o dos horas lo podáis dejar niquelado, pero si como en este caso hay alguna cicatriz gorda (ya os digo que lo mío era el Cañón del Colorado) preparaos porque vais a echar una auténtica peonada. Quiero decir, muchas horas. No las conté, pero a lo mejor fueron diez; en días distintos, claro. Y con el miedo de cargármelo en cualquier momento. También hay una buena noticia: hay mucho margen de pulido y aunque no me atreví a hacer desaparecer completamente la grieta original por lo que pudiera pasar, el hecho de dejar la pantalla como podéis verla significa que me llevé por delante mucho cristal, así por ese lado podéis estar tranquilos. Sí, no está perfecta, pero es que casi había dejado de ponérmelo por no ver la cicatriz que lo atravesaba. Salvo el pequeño rastro de la grieta original, el resto de la pantalla está como nueva, literalmente. Y al no ser un reloj destinado a durar, a mí me vale así.
Por si os sirve de referencia, el óxido de cerio lo compré en amazon (igual lo tienen en otro sitio, claro) y como vendían de dos grosores, opté por el más fino, el de 2,5 micrómetros. Espero que a alguien le resulte útil mi experiencia.
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