Aunque ya lo conoceréis adjunto el cuento ya corregido que escribí para mi sobrino nieto el cual surgió junto con el pesebre de relojes.
Los amigos del tiempo
Autor
Juan Fernández Martínez
Galy
Ilustraciones
Basado
en el nacimiento de un nuevo año.
11-2006
En una galaxia muy lejana donde no existe ni el principio ni el fin, allá en un Olimpo donde habitan dioses, duendes y magos de la nada, nació el dios del tiempo Horarius.
Nació inmensamente rico y al mismo tiempo inmensamente pobre ya que tan solo disponía de todo el tiempo del mundo y como vestimenta la desnudez de la nada. Imaginaros que aun siendo tan inmensamente rico y tan inmensamente pobre, todo ello a un mismo tiempo... Y que a pesar de tener todo el tiempo del mundo en sus manos, no disponía ni de un triste trozo de pan que llevarse a la boca con el que saciar su hambre, ni un amigo con quien compartir su riqueza ni su pobreza.
En su eterna tristeza y soledad buscó y buscó la forma de hacer más llevadera tan pesada carga, por lo que pensó en empezar la búsqueda de otros seres amigos con quien compartirla. Por más que buscó y buscó no los encontró, dándose cuenta que en la galaxia él era el Todo ya que siempre se encontraba con la inmensidad del tiempo y flotando en la nada. Qué podía hacer ante tal adversidad sino sumergirse en su soledad, ante tal panorama Horarius se quedo pensativo durante una eternidad en busca de alguna solución al problema que le atormentaba constantemente. Hasta que un día algo le hizo despertar mas alegre de lo habitual, despertó con una gran sonrisa de oreja a oreja, había descubierto en su sueño algo que siempre había estado allí pero que desconocía su existencia. ¿Qué podría ser que no fuera el tiempo o la nada? ¿Qué había descubierto en una galaxia donde él era el Todo? Pues descubrió aquello que no tiene barreras y que rodea el mundo, que no es otra cosa que la imaginación; a partir de entonces empezó a jugar con ella.
Un día creo un bello amanecer al que llamó aurora y una aun mas bella puesta de sol, imaginando el día y la noche, el cielo y las estrellas se quedo dormido absorto en aquel espectáculo....
Continuó creando mil y una criaturas, creó cosas y enseres que aparecían en su imaginación, pero aun así ninguna de ellas le convencía ya que ninguna le hacía sonreír ni aligeraba su pesada carga.
Al despertar volvió a observar lo que había creado y decidió continuar pues la imaginación nunca tiene fin. Creando unos nuevos amigos a los que llamó: centésimas, décimas de segundo, segundos, minutos, horas, meses, años y siglos hasta llegar a la eternidad donde habitaba él. Ya con sus nuevos amigos empezó ha jugar y ha jugar y pensó que todos ellos necesitaban un cobijo donde guarecerse entonces imaginó unas casitas para ellos. Reunió a todos sus amigos: décimas centésimas de segundo segundos y minutos y horas los cobijo en un circulo que introdujo en unas cajitas de todo tipo y tamaño a las que llamo Reloj; Y a los días, meses, años y siglos les dio un cobijo diferente, en rectángulos, cuadrados, en fin, en diferentes formas inimaginables y les llamo Calendarios.
Una vez creados y acomodados sus nuevos amigos y pasado ya un tiempo, se reunió con ellos preguntándoles: ¿Cómo están queridos compañeros? ¿Qué tal vuestros juegos de controlar el tiempo midiendo la eternidad?, Pregunto Horarius al Reloj y al calendario. Y el Reloj y el Calendario le contestaron con un gruñido entre dientes: -¿Qué quieres que te diga? te parece bien tenerme encerrado girando y girando sin parar nunca dentro de un círculo durante 24 horas al día, 365 días al año y un día extra cada cuatro años a cambio tan solo del alimento, replicó el reloj, realmente enfadado, al tiempo que soltaba un Gruñido Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, -¡Pues anda que yo¡ ¡estoy que muerdo!, Replico el calendario cada mes arrancan un pedazo de mi cuerpo y sin anestesia....Y antes de nacer graban en mi cuerpo la fecha de mi muerte grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
Mnnnnnnnnnnnnnnnnnn, susurro Horarius dejando escapar una cruel sonrisa ¡jejeje!, Tras oír las quejas de sus amigos imaginados.
Y por qué mostraba tal alegría Horarius después de oír el descontento de sus amigos, pues se sentía satisfecho ya que había conseguido gracias a su imaginación su objetivo.
Que no era otro que compartir tan pesada carga, la que representa tener todo el tiempo del mundo y no tener nada que hacer.