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Habitual
Sin verificar
Hoy hace 67 años que se inició en la Calle Cádiz de Santander un pavoroso incendio a causa de un cortocircuito y un terrible viento sur. Se quemaron 12 hectáreas del mismo centro de la ciudad, y los rescoldos estuvieron ardiendo durante 18 días. Sólamente murió un joven bombero de 21 años venido de Madrid para ayudar en las tareas de contención, -que no de extinción- al caérsele encima una fachada.
El fuego no se podía apagar, sólo pudo contenerse mediante la creación de cortafuegos en la ciudad, volando todos los edificios existentes alrededor del incencio.
Toda España y el extranjero se volcaron con Santander, incluidos los indianos de todas las regiones de nuestra Patria. El añorado Alcalde D. Emilio Pino ordenó la instalacion de barracones y en menos de 6 meses volvió a funcionar el comercio de la ciudad.
Ante las infames negativas de las aseguradoras a cubrir los siniestros argumentando que no existían las pólizas al haberse destruído en el incendio, el Caudillo de España, consciente del sufrimiento de nuestros vecinos, dió órdenes para que las aseguradoras procediesen a abonar inmediatamente los importes de las indemnizaciones, cosa que hicieron, ahora sí, sin pestañear.
Los artistas de la época ofrecieron en El Teatro Calderón de Madrid una actuación memorable y desinteresada por completo, para ayudar a las víctimas del incendio. El dinero llegó íntegro a Santander.
Para que os hagais idea de lo que se quemó, el archivo histórico de Santander que contenía entre otras cosas la declaración original de guerra entre España e Inglaterra, los registros de las patentes de Corso y miles de documentos importantísimos. Las cabezas de los Santos Emeterio y Celedonio no llegaron a fundirse, aunque sí a chamuscarse un poco, dentro de sus protecciones de plata.
Pasados los años, y tras las reconstrucciones, esta pequeña ciudad casi inglesa es una pequeña joya:
El fuego no se podía apagar, sólo pudo contenerse mediante la creación de cortafuegos en la ciudad, volando todos los edificios existentes alrededor del incencio.
Toda España y el extranjero se volcaron con Santander, incluidos los indianos de todas las regiones de nuestra Patria. El añorado Alcalde D. Emilio Pino ordenó la instalacion de barracones y en menos de 6 meses volvió a funcionar el comercio de la ciudad.
Ante las infames negativas de las aseguradoras a cubrir los siniestros argumentando que no existían las pólizas al haberse destruído en el incendio, el Caudillo de España, consciente del sufrimiento de nuestros vecinos, dió órdenes para que las aseguradoras procediesen a abonar inmediatamente los importes de las indemnizaciones, cosa que hicieron, ahora sí, sin pestañear.
Los artistas de la época ofrecieron en El Teatro Calderón de Madrid una actuación memorable y desinteresada por completo, para ayudar a las víctimas del incendio. El dinero llegó íntegro a Santander.
Para que os hagais idea de lo que se quemó, el archivo histórico de Santander que contenía entre otras cosas la declaración original de guerra entre España e Inglaterra, los registros de las patentes de Corso y miles de documentos importantísimos. Las cabezas de los Santos Emeterio y Celedonio no llegaron a fundirse, aunque sí a chamuscarse un poco, dentro de sus protecciones de plata.
Pasados los años, y tras las reconstrucciones, esta pequeña ciudad casi inglesa es una pequeña joya:
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