Audemars
Milpostista
Sin verificar
Hagamos un homenaje a nuestros antecesores, relojeros de élite, muchos ellos de cámara y grandes artesanos que trabajaron algunos incluso en las mejores firmas de la relojería suiza.
Destacamos durante el reinado de Carlos IV, gran aficionado a la relojería, a los siguientes relojeros: Félix Bausac, nombrado Relojero de Casa en 1779, lo fue de Cámara en 1805; Salvador López, que en 1797 construye un reloj que se conserva en la Real Oficina de Farmacia; Ramiro González Perea, Relojero de Cámara en 1799; José López de Villa, pensionado en París con Berthoud y Breguet, marchó a Londres en 1790, donde fue discípulo de Arnold, célebre cronometrista. En 1794 se le concedieron los honores de Relojero de Cámara; Francisco Ribera, Cayetano Sánchez y Antonio Molina, todos ellos alumnos de la Real Escuela, nos dejaron obras de gran mérito, estuvieron pensionados en el extranjero con los mejores maestros de la época y gracias a ellos y a la inteligente labor del Capitán General de la Armada, don José de Mazarredo, se construyeron en España los primeros relojes de longitud para la Armada; Manuel de Rivas, maestro sevillano de la Real Fábrica madrileña, Relojero de la Real Casa desde 1801 y Relojero de Cámara en 1833; Rafael Varona, fundador y director de la Real Escuela de Ciudad Real, de protección Real, y Relojero de Cámara honoraria en 1800; Miguel Amable Charost, hijo de Felipe, de quien aprendió el arte. En 1805, el Rey Carlos le nombra relojero de número y planta de la Real Casa, con honores de Cámara; Agustín Albino, de Madrid, estudió en Francia con Berthond y en 1806 pasó al Real Observatorio de La Marina de San Fernando, con título de Relojero de S. M. y licencia para usar el uniforme de Relojero de Cámara.
Varias obras de estos artistas se conservan en la colección Real: diecinueve de F. L. Godon; un regulador de Antonio Molina, que se encuentra en la Biblioteca del Palacio Real, y dos ejemplares de Manuel de Rivas de gran calidad; un monumental reloj de la Real Fábrica del Retiro, encargo de Manuel Godoy para obsequiar a los Reyes, que se encuentra en el Salón de Espejos del Palacio Real de Madrid, y el regulador del Salón del Billar de la Casa del Labrador de Aranjuez.
Destacamos durante el reinado de Carlos IV, gran aficionado a la relojería, a los siguientes relojeros: Félix Bausac, nombrado Relojero de Casa en 1779, lo fue de Cámara en 1805; Salvador López, que en 1797 construye un reloj que se conserva en la Real Oficina de Farmacia; Ramiro González Perea, Relojero de Cámara en 1799; José López de Villa, pensionado en París con Berthoud y Breguet, marchó a Londres en 1790, donde fue discípulo de Arnold, célebre cronometrista. En 1794 se le concedieron los honores de Relojero de Cámara; Francisco Ribera, Cayetano Sánchez y Antonio Molina, todos ellos alumnos de la Real Escuela, nos dejaron obras de gran mérito, estuvieron pensionados en el extranjero con los mejores maestros de la época y gracias a ellos y a la inteligente labor del Capitán General de la Armada, don José de Mazarredo, se construyeron en España los primeros relojes de longitud para la Armada; Manuel de Rivas, maestro sevillano de la Real Fábrica madrileña, Relojero de la Real Casa desde 1801 y Relojero de Cámara en 1833; Rafael Varona, fundador y director de la Real Escuela de Ciudad Real, de protección Real, y Relojero de Cámara honoraria en 1800; Miguel Amable Charost, hijo de Felipe, de quien aprendió el arte. En 1805, el Rey Carlos le nombra relojero de número y planta de la Real Casa, con honores de Cámara; Agustín Albino, de Madrid, estudió en Francia con Berthond y en 1806 pasó al Real Observatorio de La Marina de San Fernando, con título de Relojero de S. M. y licencia para usar el uniforme de Relojero de Cámara.
Varias obras de estos artistas se conservan en la colección Real: diecinueve de F. L. Godon; un regulador de Antonio Molina, que se encuentra en la Biblioteca del Palacio Real, y dos ejemplares de Manuel de Rivas de gran calidad; un monumental reloj de la Real Fábrica del Retiro, encargo de Manuel Godoy para obsequiar a los Reyes, que se encuentra en el Salón de Espejos del Palacio Real de Madrid, y el regulador del Salón del Billar de la Casa del Labrador de Aranjuez.