Cuando pensamos en relojería, la atención suele dirigirse a complicaciones majestuosas como el tourbillon, la sonería o el cronógrafo rattrapante. Hablamos de calibres, acabados a mano, cajas de metales nobles y esferas esmaltadas con técnicas centenarias. Sin embargo, existe un componente modesto que rara vez recibe el reconocimiento que merece: el tornillo.
El tornillo: más que una simple sujeción
En la construcción de un reloj mecánico, se utilizan decenas —y en algunos casos cientos— de tornillos. Lejos de ser simples elementos funcionales, cada tornillo tiene un propósito técnico y estético específico. Su diseño, material, tratamiento térmico y acabado influyen directamente en la durabilidad, precisión y elegancia del reloj.
La ciencia detrás del tornillo azul
Uno de los detalles más apreciados por los entendidos es el tornillo pavonado, ese característico tornillo azul intenso que se obtiene mediante un tratamiento térmico controlado. No se trata solo de una elección estética: el proceso de pavonado mejora la resistencia a la oxidación, y requiere una precisión casi quirúrgica en la temperatura (alrededor de 290 °C). Un error de apenas 5 grados puede alterar completamente el color o comprometer la estructura del acero.
Ajuste micrométrico y seguridad mecánica
Los tornillos también participan en ajustes críticos dentro del calibre, como los sistemas de regulación con cuello de cisne, o la sujeción del volante y la espiral. En muchos casos, la precisión del ajuste del tornillo determina la estabilidad del sistema oscilante, afectando directamente a la cronometría del reloj. No es exagerado decir que la calidad de los tornillos puede condicionar la precisión final del guarda tiempo.
Tornillos personalizados: identidad de marca
Las casas relojeras de alta gama no se conforman con tornillos genéricos. Algunas, como Audemars Piguet o Richard Mille, diseñan sus propios perfiles de tornillo (incluso con cabezas de formas geométricas patentadas) para garantizar tanto una estética inconfundible como un control absoluto sobre la manipulación del reloj. Esto también forma parte de la seguridad del producto y de la protección de su integridad técnica.
Conclusión
En la relojería, no hay piezas pequeñas, solo detalles ignorados. El tornillo —humilde, silencioso, esencial— es uno de los pilares invisibles que sostienen la excelencia mecánica. Reconocer su importancia es abrazar la relojería en su totalidad, donde cada componente cuenta, incluso el que no se ve.