En su día, uno de mis mucho oficios, como aprendiz que ejercí, de los 10 a los 14 años, el penúltimo fue de planchista. El, operario, al cual ayudaba, para sacar las pequeñas ondulaciones, usaba varios tipos de tases, y martillos diferentes entre sí, y como no el soplete, luego llegaba mi turno, masillar, lijar, barrer, recoger, ordenar, y fregar, una vez lijados, los enviamos al pintor, recuerdo que pregunte, -le pongo banderillas para quitar las deformaciones, eso sí con mucho tiento, sobre todo si la carrocería son de Citroën, a la mínima temperatura porque si no haremos un agujero, a diferencia de los Seat, esta os la plancha es de papel de fumar.
Anécdota: en una ocasión nos volvió uno de los coches restaurados porque hacía mucho ruido, el motivo fue que me dejé una herramienta, en el interior del capo, la bronca fue tan pequeña, que le dije a mi padre que no quería seguir trabajando en ese taller, y me coloco en otro de aprendiz de relojero, en el cual permanecí 8 años, hasta su cierre.
La artesania se va perdiendo, hoy es todo cambiar, y cambiar piezas.