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The Beater Man
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Un rato antes de cumplir los sesenta años y entrar de lleno en la tercera parte de mi vida, miro hacia atrás y apenas puedo creer la cantidad de experiencias vividas.
Nacer en los sesenta ha marcado a todos los que al igual que yo, disfrutábamos jugando a canicas en la calle, dándole patadas a un bote de plástico como balón improvisado o leyendo los siempre eternos comics de Mortadelo y Filemón. Una vida sencilla en aquellos tiempos en que los momentos más valorados iban desde reunirse cuatro amigos para escuchar el último álbum de tu banda favorita a escribir en un diario si aquella compañera de clase de la que estabas secretamente enamorado te había mirado o no.
Echar la vista atrás es un ejercicio sano y constructivo para poner las ideas en claro y saber cómo afrontar lo que nos viene por delante. Y mi vista retrocede hasta momentos marcados a fuego en mi memoria.
Love me do.
Cuando escuché por primera vez Love me do fue en 1973. Yo tenía 10 años y The Beatles ya habían desaparecido como banda hacía tiempo. Fue todo un descubrimiento y desde aquel momento, los discos de Raphael y Manolo Escobar que mis padres escuchaban en casa pasaron a competir sin mucho acierto con los genios de Liverpool, que poco a poco se impusieron hasta que mi casa se convirtió en una versión de The Cavern, donde los temas de John y Paul me servían para disfrutar como nunca antes y emular a Ringo en una improvisada batería fabricada con bidones de detergente.
The Beatles me han acompañado toda mi vida y han sido mi banda de cabecera. He tocado y cantado prácticamente todas sus canciones y aún hoy los escucho frecuentemente.
Aquellas pequeñas cosas
Posiblemente sea la canción que más me gusta y evoca de Serrat, mi cantautor por excelencia y del que tengo la discografía completa. Uno abre un cajón, o mira dentro de un libro y aparece un detalle que nos transporta a otros tiempos. Esos recuerdos que se esconden en un rincón de la memoria, agazapados para reaparecer a la menor oportunidad. Serrat reúne el sabor y el saber de los grandes, con unas letras profundas y llenas de contenido que hacen que escuchar sus canciones sean toda una lección de vida.
A Serrat y The Beatles se unieron poco a poco genios desde Sting hasta Arturo Sandoval; de Toto a Michel Camilo; de Zenet hasta Camarón. Todo lo que huela a buena música entra en mi abanico de preferencias. Y eso hace que disfrute de estilos tan dispares como el flamenco, los clásicos, el funk, el jazz o el rock.
Entre tambores
Esa fusión de música tan diferente fue la que me hizo comenzar mi andadura musical a través de la batería y percusión. Llegó el primer set de tambores a mi casa al tener los catorce años y me di cuenta de que yo había nacido para aquello. Estudié y toqué en muchas bandas de variados estilos que iban desde el rock al funk; desde la música de autor hasta el jazz. Hice giras, grabé discos, mucha televisión y finalmente, después de cientos y cientos de conciertos, decidí colgar las baquetas antes de que fuera demasiado tarde. Ahora toco en casa, en un estudio habilitado y lo paso genial, sin presiones ni la necesidad del aplauso del público, esa droga que todo artista necesita para seguir adelante.
Quince novelas después.
Leer había sido un hobby desde pequeño y escribir mi diario con doce años fue el principio de lo que luego se convertiría en mi otra gran pasión. Aún recuerdo con nostalgia los grandes clásicos juveniles o la colección de relatos de Sherlock Holmes que releía una y otra vez.
No fue sino hasta después de dejar la música cuando escribí mi primera novela, a la que siguieron poco después cursos de guion cinematográfico y creatividad literaria al tiempo que seguía terminando una novela tras otra hasta llegar a un total de quince.
He escrito además muchos artículos de opinión y entrevistas que recopilé en un libro llamado Algo personal. También escribí una guía para profesores de inglés noveles, basada en mi experiencia de 30 años con la enseñanza del idioma.
Escribir es algo que no he dejado de hacer, aunque últimamente el trabajo me ocupa demasiado tiempo y no me permite dedicarme todo lo que me gustaría.
Pedaleando por senderos del Maresme
La bicicleta de montaña es mi deporte favorito. Hace treinta años que recorro caminos y senderos por las montañas de Catalunya y no sabría vivir sin ello. Levantarme un domingo y no pedalear sería como salir a la calle sin reloj. Es parte de mí y si me falta me siento extraño.
Uno de los recuerdos más bonitos que tengo fue cuando en el año 2000 hice el Camino de Santiago en bicicleta sin más compañía que mis pensamientos y los kilómetros delante de mí. Fue una conexión íntima conmigo mismo que hizo afluir sentimientos y poner en orden mis prioridades en la vida. Lo repetí en 2001 y tengo pendiente volver el año que viene. Espero cumplir mi objetivo.
Tic, tac, tic, tac.
El primer sonido que recuerdo es el enorme despertador de mi padre en la mesilla de noche que inundaba con su monótono tic tac la casa entera. Aprendí a ignorar en mi infancia el estruendo de la alarma a las 4:30 de la mañana cuando mi padre se levantaba para ir a trabajar y así seguir durmiendo hasta la hora del cole.
Los relojes han estado siempre presentes en mi vida, pero no fue sino hasta la llegada en 2004 de mi Tag Heuer Aquaracer que se despertó mi pasión por esta afición. Hasta entonces solo había mirado el reloj en mi muñeca para saber la hora, pero con el Tag me sorprendía mirándolo por mero placer. Fue el comienzo de una aventura que me ha llevado hasta el día de hoy.
Y el rato ha pasado y ya me encuentro en plena tercera etapa. Los sesenta no me han pillado de improviso. Hace tiempo que me prometí llegar a ellos lleno de energía, actitud positiva y libre de miedos estúpidos. He tomado la firme resolución de afrontar estos años futuros rodeado de la mejor compañía, mi mujer, mis hijos, mis amigos y mis aficiones. No quiero mucho más, solamente ser feliz.
Y para finalizar, mi regalo de cumpleaños, un Seiko Sharp Edge GMT en color azul que me dijo impresionado desde la primera vez que lo vi.
Os dejo con este lema que escribí hace un tiempo y que sintetiza lo que soy.
Playing is what I am.
Writing is what I feel.
Teaching is what I love.
Muchas gracias por prestarme un poquito de vuestro tiempo y sobre todo, muchas gracias por estar ahí cuando se os necesita y compartir conmigo esta locura diaria.
Un afectuoso saludo a todos.
Nacer en los sesenta ha marcado a todos los que al igual que yo, disfrutábamos jugando a canicas en la calle, dándole patadas a un bote de plástico como balón improvisado o leyendo los siempre eternos comics de Mortadelo y Filemón. Una vida sencilla en aquellos tiempos en que los momentos más valorados iban desde reunirse cuatro amigos para escuchar el último álbum de tu banda favorita a escribir en un diario si aquella compañera de clase de la que estabas secretamente enamorado te había mirado o no.
Echar la vista atrás es un ejercicio sano y constructivo para poner las ideas en claro y saber cómo afrontar lo que nos viene por delante. Y mi vista retrocede hasta momentos marcados a fuego en mi memoria.
Love me do.
Cuando escuché por primera vez Love me do fue en 1973. Yo tenía 10 años y The Beatles ya habían desaparecido como banda hacía tiempo. Fue todo un descubrimiento y desde aquel momento, los discos de Raphael y Manolo Escobar que mis padres escuchaban en casa pasaron a competir sin mucho acierto con los genios de Liverpool, que poco a poco se impusieron hasta que mi casa se convirtió en una versión de The Cavern, donde los temas de John y Paul me servían para disfrutar como nunca antes y emular a Ringo en una improvisada batería fabricada con bidones de detergente.
The Beatles me han acompañado toda mi vida y han sido mi banda de cabecera. He tocado y cantado prácticamente todas sus canciones y aún hoy los escucho frecuentemente.
Aquellas pequeñas cosas
Posiblemente sea la canción que más me gusta y evoca de Serrat, mi cantautor por excelencia y del que tengo la discografía completa. Uno abre un cajón, o mira dentro de un libro y aparece un detalle que nos transporta a otros tiempos. Esos recuerdos que se esconden en un rincón de la memoria, agazapados para reaparecer a la menor oportunidad. Serrat reúne el sabor y el saber de los grandes, con unas letras profundas y llenas de contenido que hacen que escuchar sus canciones sean toda una lección de vida.
A Serrat y The Beatles se unieron poco a poco genios desde Sting hasta Arturo Sandoval; de Toto a Michel Camilo; de Zenet hasta Camarón. Todo lo que huela a buena música entra en mi abanico de preferencias. Y eso hace que disfrute de estilos tan dispares como el flamenco, los clásicos, el funk, el jazz o el rock.
Entre tambores
Esa fusión de música tan diferente fue la que me hizo comenzar mi andadura musical a través de la batería y percusión. Llegó el primer set de tambores a mi casa al tener los catorce años y me di cuenta de que yo había nacido para aquello. Estudié y toqué en muchas bandas de variados estilos que iban desde el rock al funk; desde la música de autor hasta el jazz. Hice giras, grabé discos, mucha televisión y finalmente, después de cientos y cientos de conciertos, decidí colgar las baquetas antes de que fuera demasiado tarde. Ahora toco en casa, en un estudio habilitado y lo paso genial, sin presiones ni la necesidad del aplauso del público, esa droga que todo artista necesita para seguir adelante.
Quince novelas después.
Leer había sido un hobby desde pequeño y escribir mi diario con doce años fue el principio de lo que luego se convertiría en mi otra gran pasión. Aún recuerdo con nostalgia los grandes clásicos juveniles o la colección de relatos de Sherlock Holmes que releía una y otra vez.
No fue sino hasta después de dejar la música cuando escribí mi primera novela, a la que siguieron poco después cursos de guion cinematográfico y creatividad literaria al tiempo que seguía terminando una novela tras otra hasta llegar a un total de quince.
He escrito además muchos artículos de opinión y entrevistas que recopilé en un libro llamado Algo personal. También escribí una guía para profesores de inglés noveles, basada en mi experiencia de 30 años con la enseñanza del idioma.
Escribir es algo que no he dejado de hacer, aunque últimamente el trabajo me ocupa demasiado tiempo y no me permite dedicarme todo lo que me gustaría.
Pedaleando por senderos del Maresme
La bicicleta de montaña es mi deporte favorito. Hace treinta años que recorro caminos y senderos por las montañas de Catalunya y no sabría vivir sin ello. Levantarme un domingo y no pedalear sería como salir a la calle sin reloj. Es parte de mí y si me falta me siento extraño.
Uno de los recuerdos más bonitos que tengo fue cuando en el año 2000 hice el Camino de Santiago en bicicleta sin más compañía que mis pensamientos y los kilómetros delante de mí. Fue una conexión íntima conmigo mismo que hizo afluir sentimientos y poner en orden mis prioridades en la vida. Lo repetí en 2001 y tengo pendiente volver el año que viene. Espero cumplir mi objetivo.
Tic, tac, tic, tac.
El primer sonido que recuerdo es el enorme despertador de mi padre en la mesilla de noche que inundaba con su monótono tic tac la casa entera. Aprendí a ignorar en mi infancia el estruendo de la alarma a las 4:30 de la mañana cuando mi padre se levantaba para ir a trabajar y así seguir durmiendo hasta la hora del cole.
Los relojes han estado siempre presentes en mi vida, pero no fue sino hasta la llegada en 2004 de mi Tag Heuer Aquaracer que se despertó mi pasión por esta afición. Hasta entonces solo había mirado el reloj en mi muñeca para saber la hora, pero con el Tag me sorprendía mirándolo por mero placer. Fue el comienzo de una aventura que me ha llevado hasta el día de hoy.
Y el rato ha pasado y ya me encuentro en plena tercera etapa. Los sesenta no me han pillado de improviso. Hace tiempo que me prometí llegar a ellos lleno de energía, actitud positiva y libre de miedos estúpidos. He tomado la firme resolución de afrontar estos años futuros rodeado de la mejor compañía, mi mujer, mis hijos, mis amigos y mis aficiones. No quiero mucho más, solamente ser feliz.
Y para finalizar, mi regalo de cumpleaños, un Seiko Sharp Edge GMT en color azul que me dijo impresionado desde la primera vez que lo vi.
Os dejo con este lema que escribí hace un tiempo y que sintetiza lo que soy.
Playing is what I am.
Writing is what I feel.
Teaching is what I love.
Muchas gracias por prestarme un poquito de vuestro tiempo y sobre todo, muchas gracias por estar ahí cuando se os necesita y compartir conmigo esta locura diaria.
Un afectuoso saludo a todos.
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