Estoy con lo último que dices, lo he dicho alguna vez, el día que vi a Matías Prats con traje y un smartwatch dije, aquí se acaba todo.LVMH (como también Richemont) tiene una ventaja que no tienen Swatch o Wilsdorf: ellos tienen una cartera de marcas multiproducto. Si los mecheros o las pipas (pensemos en Dunhill) no se venden bien no pasa nada: venden perfumes, o champán. Ellos venden "lujo puro" y siempre tienen productos a precios asequibles desde los que tirar "hacia arriba".
Pero aquí estamos hablando de grupos que solo venden relojes. No solo eso: se han centrado en los relojes mecánicos. Si los relojes mecánicos no se venden ¿qué les queda? Y si bien es cierto que los relojes de pulsera no sufren tanto del entorno social como los sombreros de caballero también están expuestos a que, simplemente, pasen de moda, sobre todo cuando no tienen producto que vender a precio relativamente popular. Se ha hablado aquí de los chinos o las micromarcas como puntos de entrada a la afición (porque es afición: la relojería mecánica hace décadas que perdió cualquier atisbo de excusa utilitarista)... ¿Pero qué estratega empresarial fiaría el futuro de la empresa propia a que su competencia haga bien su trabajo para, a largo plazo, poder robarles sus clientes de entrada?
Una hipótesis alternativa es que los suizos ya hayan dado por sentado que en 25 años no quede nada de su negocio actual y, simplemente, estén tratando de exprimir la vaca al máximo los años que le quede.