• El foro de relojes de habla hispana con más tráfico de la Red, donde un reloj es algo más que un objeto que da la hora. Relojes Especiales es el punto de referencia para hablar de relojes de todas las marcas, desde Rolex hasta Seiko, alta relojería, relojes de pulsera y de bolsillo, relojería gruesa y vintages, pero también de estilográficas. Además, disponemos de un foro de compraventa donde podrás encontrar el reloj que buscas al mejor precio. Para poder participar tendrás que registrarte.

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Segundo concurso de relato corto de Relojes Especiales

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Tal vez alguno pensabe que me había olvidado... Pues no. Al igual que el año pasado, se convoca el



Segundo concurso de relato corto de Relojes Especiales

Patrocinado por
Centro Relojero Pedro Izquierdo




1
.- Podrán participar en el concurso todos los miembros del foro Relojes Especiales presentando uno o dos relatos como máximo que deben ser inéditos y no haber sido publicados en ningún otro medio o publicación.

2.- Los relatos estarán escritos en lengua castellana o portugués. No se permitirá insertar fotografias. Deberán tener siempre un título y una extensión de entre de 250 y 600 palabras, aproximadamente. Para haceros una idea de longitud me he permitido poner como ejemplo esta
lostimage.jpg
del genial Cortázar (220 palabras). También es posible escribir en formato Word ya que dicho programa tiene una opción para contar palabras en el apartado herramientas y luego pasarlo al foro mediante copiar y pegar.

3.- La temática de los relatos deberá tener alguna relación con el mundo del reloj y/o el cómputo del tiempo en el sentido más amplio posible y en cualquiera de sus facetas real o ficticia, pero el vínculo será claramente interpretable.

4.- Los relatos se colgarán directamente de este hilo, y no se admitirán comentarios referidos a los mismos en él. Si quieres comentar los relatos, abre un hilo tú mismo en el foro general. Los comentarios que se cuelguen aquí serán borrados.

5.- Puedes participar con tu propio nick o con seudónimo. Para esta segunda opción deberás enviarme el relato por privado adjuntando el seudónimo con el que quieres aparecer.

6.- Los premios serán concedidos mediante votación popular por todos los miembros del foro Relojes Especiales que tengan a bien votar.

7.- El plazo para colgar los relatos finalizará a las 00 horas del próximo 16 de Diciembre de 2007 (para los despistados: el sábado por la noche :D)
A partir de esta fecha aparecerá un post encuesta para las votaciones que durará desde el 16 hasta el 21 de Diciembre. El ganador será el concursante que obtenga más votos y así sucesivamente hasta el tercero. En caso de empate resultará ganador el concursante con más antigüedad en el foro. Si aún así persiste el empate se decidirá en favor del más paticipativo en número de mensajes (y no vale empezar a postear a lo loco... ;-))


PREMIOS
(atención...)

Primer premio: Un reloj Mosca de Pedro Izquierdo con grabado especial personalizado para este concurso, sin número de serie.

Segundo premio: Kit relojero de Pedro Izquierdo con máquina Unitas para praticar

Tercer premio: Kit de herramientas de Pedro Izquierdo

Por cierto, va a haber un detalle para todos los participantes...y sortearemos otro entre los votantes (como hace ya muuuuuuuucho tiempo, cuando se incentivaba el voto con tardes libres remuneradas... ;-))


Señores literatos: ¡a trabajar!


 
la cuenta atrás

Lo conoci en un tren, en realidad fue el quien me desperto la pasion por los relojes. Era un hombre delgado de pelo blanco, parecia cansado pero tenia una conversacion viva y lenta, al mismo tiempo.

Me conto que un dia de marzo de 1964 algo en su interior se habia puesto en marcha, como un reloj retrogrado de vida a recuperar, el dia que llego a su casa y encontro la mesa del comedor cambiada, y supo que su familia se habia acabado para siempre.

Con el paso de los dias comprendio que su padre no volveria nunca mas a la casa, y que cada uno de los miembros de la familia deberia espabilarse para recuperar el status que una vez tuvieron.

Nadie haria nada por el.

Los hermanos dispersos por el mundo, la madre casada con un maniaco del dinero y el pais hundido en una crisis politica de la que no saldria nunca mas, la alarma del reloj interior de ese hombre se habia disparado ese mismo dia y no habia parado de sonar hasta que no fundo su propia familia y consiguio vivir como lo habia hecho de niño.

Habian pasado treinta años desde aquel dia, cuando en aquel tren lleno de voces del pasado saco de un bolsillo un viejo reloj de bolsillo, otro de muñeca que sus antepasados habian comprado hacia mas de cien años para que marcaran el ritmo del esfuerzo, las horas de trabajo, la cadencia de la vida.

Habia conseguido mas o menos las mismas cosas, el mismo derecho a la nostalgia, el mismo amor por el recuerdo, la casa, los trajes bien cortados, un billete en primera, alguien que lo espera, un espacio grande y confortable en un lugar del mundo libre, un flamante mercedes ronroneaba en la estacion.

Cuando llegamos a destino le pregunte porque me contaba todo eso precisamente a mi, y mientras el mercedes se alejaba por la avenida de los platanos de la estacion del tren de mi pueblo, pude ver que en el asiento trasero donde el se habia sentado, no viajaba nadie.
 
Seudónimo:"Misterio"

LLUVIA

Llueve fuera de mi solitario vagón… Y también en mi corazón….

Es lunes… estoy lejos de la urbe. Y a cada traqueteo del viejo tren, lo estoy más aún. Pensar en eso me esboza una fugaz sonrisa… Levanto la cabeza por encima de los asientos, y sólo logro divisar una rubia cabellera unas cuantas filas más atrás. “Una chica” (pienso), y en mis labios de nuevo una sonrisa… permanece más que la primera, pero carente de significado, porque de pronto me sumo más profundamente en mis pensamientos. Y se queda ahí, la sonrisa, como una extraña mueca. Mi mirada se fija estrábica en el paisaje cercano, que pasa a toda velocidad.

¿Que soy...? que rápido han pasado estos años... ¿Dónde están aquellos intensos años de juventud...?. Aún en mi recuerdo, todo es tan intenso... Los retos de niño... Escalar cualquier cosa... Saltar aquel, entonces, enorme canal de riego, por el que tantas veces navegaron fantásticos buques de guerra... Ir al huerto de Don Antonio a comer ciruelas sin que nos pillase... Las carreras en bicicleta... Y de pronto aquellos primeros pitillos, que encendíamos con cerillas y que escondíamos debajo de un montón de postes parafinados... Y las tertulias de adolescentes...

¿Por qué cuando rememoro mi juventud, sólo me vienen a la cabeza buenos recuerdos..?. La primavera, con sus flores y sus vencejos chillando en el cielo, el verano con sus tostados campos... Y si recuerdo el invierno, es dentro del colegio, al calor de la estufa y de los compañeros, en la pequeña clase... Mientras fuera llovía.

Los compañeros de mili, con las risas..., y el tren, otra vez el tren... y el autobús de línea, y las paradas y los andenes, no importaban las esperas, ni caminar... ni perder el tiempo...

Los años han pasado desde entonces sin darme cuenta... Enamoramiento... trabajo... boda... casa... al principio vacía, pero que intensamente la disfrutábamos... Ahora tenemos de todo, hasta cosas que no necesitamos... y vamos de casa al trabajo, y del trabajo a casa... Un día, y otro... Y un mes y otro... Y reímos, y comemos, y dormimos... Y pasan lustros... y personas, como los pasajeros del tren... ¿Quién fue el primero en usar esa metáfora..?.. No lo se... Pero es muy buena..

¡TRAC – TRAC! ¡trac – trac!.. Hace el tren... trac – trac... Hace mi vida... Hoy he vuelto a descubrir la vida sin prisa
Hoy he vuelto a viajar en tren.

Y lo mejor de todo. Me he vuelto a descubrir a mi mismo.
 
El control del tiempo

[FONT=&quot]Desde que el mundo es mundo el hombre ha buscado la forma de controlar el tiempo. Hacerlo se convirtió en algo esencial para la previsión de su vida, de sus necesidades... y fueron el Sol y otras estrellas, sus mejores aliados para semejante tarea.
<o😛></o😛>
[/FONT]
[FONT=&quot]<o😛> </o😛>[/FONT][FONT=&quot]El paso de los años ha hecho indispensable la fabricación de aparatos que nos permitan medir las fracciones más ínfimas de tiempo, tan ínfimas, que no somos siquiera capaces de percibirlas.<o😛></o😛>[/FONT]
[FONT=&quot]<o😛> </o😛>[/FONT]
[FONT=&quot]Del pasado se cuentan los siglos de milagros, de conquistas y batallas, de construcciones de dimensiones hoy inimaginables y de hazañas heroicas que, aún, pasan de boca en boca y son recordadas. [/FONT][FONT=&quot]<o😛></o😛>[/FONT][FONT=&quot]Del presente, la centésima de segundo que da la victoria en unos Juegos Olímpicos o la milésima que aborta una misión espacial. [/FONT][FONT=&quot]<o😛></o😛>[/FONT][FONT=&quot]Sin embargo los tiempos en la vida de los hombres son otros.<o😛></o😛>[/FONT]
[FONT=&quot]<o😛> </o😛>[/FONT]
[FONT=&quot]Desde el momento mismo de nuestra concepción se pone en marcha el cronómetro de la vida, esos diez meses lunares que van a marcar nuestro destino. [/FONT][FONT=&quot]<o😛></o😛>[/FONT][FONT=&quot]En seguida serán las semanas que restan hasta que comencemos a caminar y pronunciemos nuestra primera palabra. Más tarde, los días que faltan hasta nuestro primer día de colegio. Luego las horas previas a nuestra primera cita y nuestro primer beso... Después los minutos hasta ese examen tan importante o hasta esa decisiva entrevista de trabajo que va a marcar nuestra profesión. Finalmente, esos segundos que ansiosos esperamos a la llegada del último tren porque siempre nos queda algo más por vivir.<o😛></o😛>[/FONT]
[FONT=&quot]<o😛> </o😛>[/FONT]
[FONT=&quot]¿Hasta qué punto nosotros controlamos el tiempo o es el tiempo el que nos controla a nosotros?<o😛></o😛>[/FONT]
[FONT=&quot]<o😛> </o😛>[/FONT]
[FONT=&quot]¿Hasta qué punto podemos disfrutar lo que estamos viviendo si antes de terminar de vivirlo nuestros sentidos ya se centran en medir lo que resta hasta nuestro siguiente movimiento?<o😛></o😛>[/FONT]
[FONT=&quot]<o😛> </o😛>[/FONT]
[FONT=&quot]Somos, y en verdad lo somos, dueños de nuestra vida, pero debemos prestar especial cuidado a esa delgada línea que marca la diferencia entre la felicidad y el sufrimiento. Es posible que tal vez nos controle el tiempo, pero ¿acaso no somos nosotros los que decidimos cada momento?<o😛></o😛>[/FONT]
 
Última edición:
La última cuenta atrás.

000:10:00:000

Nunca pensé que hubiese podido ser de este modo. Me refiero a mis minutos finales. La tripulación abandonó la nave en la cápsula de escape hacia un futuro incierto mientras yo estoy aquí viendo el tiempo pasar en el reloj de cesio y hacerse cada vez más grande en la ventana ese planeta verdoso. Mi futuro está bastante más claro.

000:08:25:084

¿Miedo?. ¿Para qué?. Alea iacta est, que dijo el gran Julio César. Cuando me embarqué en esta misión ya sabía que nunca volvería y lo acepté de buen grado. Salvar a la humanidad, que rimbombante. ¿Merece la humanidad ser salvada?. ¿Tiene que ser destruida otra civilización para ello?. Resulta doloroso saber que la primera vez que todos los habitantes de Terra nos hemos unido en algo es para crear esta maravillosa máquina de destrucción. Entre todos, en solo nueve años, hemos conseguido la tecnología para viajar años luz en meses. Y todo para matar. Para aniquilar a una especie que, según parece, es un ejemplo de armonía y de convivencia, no se matan entre ellos, no conocen guerras fraticidas... .Tienen la mala suerte de que su estrella, ε-Eridani, se esté apagando y necesiten un lugar donde vivir. No nos atacan por sed de poder ni por maldad. Lo hacen por sobrevivir.
Pero son ellos o nosotros.

000:05:54:912

-Susi, estado de los sistemas.
-Todo correcto, Doctor. Lanzamiento de misiles de lluvia vírica en 58 segundos. Velocidad y trayectoria de entrada dentro de los límites. Sistema Hades armado.

000:05:09:544

-Susi, ¿es esto correcto?.
-Velocidad y trayectoria de... .
-No me refiero a eso. ¿Es correcto lo que vamos a hacer?.
-No comprendo la pregunta, Doctor.
-Vamos a aniquilar por completo la única vida inteligente de la que tenemos constancia aparte de la humana.
-Ellos nos atacaron, Doctor.
-Si Susi, pero aún así son objetivamente mejores que nosotros.
-Su misión es proteger a sus semejantes.
-Si, esa es mi tarea... .

000:04:12:639

Ahí van. Los misiles se alejan de la “Hope” hacia ese verdoso trozo de tierra en medio del espacio. Si no fuera por la carga que llevan sería hasta bonito.
En fin, aquí se termina todo. Mi único matrimonio acabó como el rosario de la aurora. Nunca fui padre. No descubrí el remedio contra el cáncer, ni proporcioné a la humanidad una fuente de energía inagotable... sin embargo, en pocos años, multitud de escuelas, plazas, fundaciones... llevarán mi nombre. Y mi mérito para ello será haber concebido el Hades, haber muerto matando. Más humano imposible.

000:02:41:512

Dos minutos y cuarenta segundos para morir. Pues sí, nunca lo hubiese pensado. Aquí sentado en una nave cuyo nombre es “Esperanza”, a diez años luz de casa, acompañado solo por un superordenador que se llama "Susana", rodeado de plásticos, pantallas... . Es irónico que lo único con corazón que tengo cerca esté construido en acero: el Zenith Rainbow de mi abuelo. Me lo regaló al terminar los estudios. Recuerdo que fue mi abuelo quién me inoculó ese virus llamado “curiosidad”. Él es el culpable de que yo esté hoy aquí. Y, probablemente, responsable de que hoy haya alguien aquí. Creo que le gustaría saberlo.

000:01:08:360

-Entrando en la atmósfera. Parámetros correctos. Inicio de secuencia final del sistema Hades.
-Gracias Susi, buen trabajo. Si hay un paraíso para los ordenadores irás a él seguro.
-Es muy improbable su existencia, Doctor.
-Lo sé Susi, lo sé.

000:00:03:123

-Adiós Susi.
-Adiós Doctor.
-Adiós Abuelo.

000:00:00:000
 
EL ABUELO Y EL PROCESO DE MARKOV<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o😛></o😛>
<o😛></o😛>

-¡Puñetas! ¿Se ha ido la luz?<o😛></o😛>
Una tenue lluvia golpeaba sobre el cristal de la ventana. La noche era fría y desapacible, como queriendo anunciar la pronta llegada de la Navidad.<o😛></o😛>
El abuelo, acostado en su cama y con la almohada doblada, dejaba caer el libro que estaba leyendo al suelo, con muy malas pulgas.<o😛></o😛>
-Abuelo tranquilízate, ha debido fundirse la bombilla de tu…<o😛></o😛>
- ¡Entonces cambiámela!... ¡cuidado, te vas a caer!<o😛></o😛>
¡Catacrak!, Eric calló de bruces sobre la pequeña alfombra al pie de la cama, golpeando con su brazo la mesita de noche.<o😛></o😛>
-¡Uf! Abuelito, ¿como sabías que…?<o😛></o😛>
- Proceso de Markov, anda da la luz grande-dijo el anciano señalando la lámpara.<o😛></o😛>
-Está lloviendo abuelo.<o😛></o😛>
-¡Tonterías!, eso es sólo matapolvo.<o😛></o😛>
-¡Anda! El reloj está en el suelo abuelo.<o😛></o😛>
-Dámelo-dijo el viejo tendiendo la mano derecha.
-Es precioso abuelo.<o😛></o😛>
-Si hijo, un cronógrafo monopulsador Levrette de 1936. es mucho más que un reloj Eric.<o😛></o😛>
-¿Y esa herida de la mano?<o😛></o😛>
-Nada… un picotazo de Migala, una araña peluda, hace muchos años en Kenia. ¡Joder!, ya no resetea.<o😛></o😛>
-¿Qué?<o😛></o😛>
-Que no vuelve a cero<o😛></o😛>
-¿La araña?<o😛></o😛>
-¡Tu padre!<o😛></o😛>
-¡Abuelo!<o😛></o😛>
-No te enteras de nada zoquete, anda ven y siéntate aquí. Pulsa en este botón… pero despacio mondrego que te lo vas a cargar.<o😛></o😛>
-¡Anaaaaaaaaaaaa!-gritó el anciano a su mujer, que se encontraba comodamente sentada en el salón.-Ese reloj está cojo.<o😛></o😛>
-Aquí el único que está cojo eres tu Marc.<o😛></o😛>
-¿Porqué dices que el reloj de pared está cojo abuelo?<o😛></o😛>
-Porque el sonido del péndulo no es bueno. No es igual en los dos lados de su trayectoria. Seguro que lo habeis movido. Se parará muy pronto.<o😛></o😛>
-Voy a ver abuelo.- El pequeño salío del dormitorio corriendo y entró en el salón.- Mira abuela mi mano, me ha picado una cigala.<o😛></o😛>
-¡Migalaaaaa!-gritó Marc desde su cama.<o😛></o😛>
-Ahora comienza el concurso de la tele abuela.<o😛></o😛>
-¿Porqué lo sabes cielo?<o😛></o😛>
-Proceso de karpov<o😛></o😛>
-¡De Markooooov!<o😛></o😛>
-Jajajaja, la abuela no dejaba de reir las torpezas de su nieto.-Venga Eric será mejor que te vayas a la cama, ya son las once y diez.<o😛></o😛>
-Ese reloj va adelantado- dijo el viejo una vez más.<o😛></o😛>
-Ve a darle un beso de buenas noches al abuelito y apágale la luz a ver si se duerme.<o😛></o😛>
El pequeño eric entró en el dormitorio.-Buenas noches abuelito, ¿Me dejarás alguna vez ese reloj monoparlante?<o😛></o😛>
-Si y ventrílocuo…<o😛></o😛>
-¿Qué?<o😛></o😛>
-Que no joder,que me lo llevo a la tumba, que si no me lo destrozais. Ala a dormir.-Se dio media vuelta en la cama, metiendo su Levrette bajo la almohada.<o😛></o😛>
El reloj de pared terminó deteniéndose al mismo tiempo que cesaba la lluvia. Justo en ese momento el reloj del ayuntamiento daba once campanadas. ¿Proceso de Markov? No, esta vez no, listo que es uno, ¡puñetas!.<o😛></o😛>
 
Última edición:
Érase una vez un hombre que poseía un reloj que adoraba, un Omega de oro que logró sobrevivir a la guerra, a los malos tiempos y al hambre.

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Siempre quiso que su reloj perteneciera cuando él faltara al nieto que llevara su nombre, era su manera de perpetuarse y de perpetuar su querido reloj.
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Sus tres hijas estaban casadas por lo que era muy probable que su deseo se hiciera realidad, eran otros tiempos y lo normal era tener varios hijos.
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La segunda de sus hijas sólo tuvo hijas, por lo que quedaba descartada, mientras que de las otras dos, la mayor tenía hija e hijo, y la menor, dos varones, uno de ellos con el nombre de su abuelo.
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Cuando el hombre faltó, demasiado pronto, llegó la hora del reparto de la herencia y la hija menor, cuyo hijo llevaba el nombre del abuelo, reclamó el reloj, sin imaginarse que la hermana mayor había inscrito en el registro a su hijo con dos nombres: el que era conocido y usado por todos y el del abuelo del niño, que sólo constaba en los papeles………….
<o😛> </o😛>
Así pues, había dos herederos y un solo reloj.
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Tras disputas y discusiones se tomó una decisión Salomónica: al ser de oro, se fundiría el armis del reloj y su caja y se usaría el oro para hacer tres colgantes, uno para cada hija, dejando así a todas contentas……..
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La menor de las hijas tuvo al menos la precaución o el sentido común de guardar la máquina y la esfera del reloj de su padre, con la oposición del joyero que efectuó la operación.
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Cuando su hijo fue mayor, el hijo que se llamaba como el abuelo, un día le entregó una cajita de cartón que contenía una vieja y oxidada maquinaria y una esfera en la que todavía podía leerse “Omega” con tres agujas doradas, dobladas y un poco oxidadas, envueltas en papel y le contó la historia del reloj de su abuelo con algo de remordimiento.
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Ese niño creció, se hizo un apasionado de los relojes y aunque posee varios, de vez en cuando luce un Omega Vintage restaurado con mucho esfuerzo, con correa de piel, en el que puede leerse claramente “Omega”, con agujas doradas y brillantes y cuando lo mira recuerda a su abuelo, aunque no lo conociera, pero también recuerda como se puede acabar con las ilusiones de alguien sin comprenderlas ni compartirlas.
 
Fue inevitable.

Todo empezó unos días antes de Fin de año, una amiga me presentó a una compañera suya de clase, nos caimos bien, nos cruzábamos en el pasillo del Instituto. En navidades, fuimos a la biblioteca juntos, y en la fiesta de Fin de año, que curiosamente íbamos a la misma, aprovechamos para vernos un rato.

Lo cierto es que le había cogido mucho cariño a aquella chica en sólo una semana, tenía los pies bien plantados en el suelo, pero sabía levantarlos cuando quería, era una de las personas más sensatas, agradables y cercanas que había conocido.

El día D nada más llegar a la fiesta, la quemé a llamadas, no descolgó, una inmensa decepción me invadió, "Habrá que pasarlo bien" dije, y entré con la novia de mi mejor amigo, que se había ofrecido a llevarme en coche. Más tarde, y para mi alivio, nos encontramos en la pista de baile, y a su "Tengo calor, ¿Salimos un rato?" le respondió un "Sí, vayamos a tomar aire fresco", todo lo demás vino rodado, nos sentamos, comenzamos a hablar y a los 5 minutos nuestras bocas eran una. Bailamos hasta bien entrada la mañana, despues un "hasta luego", y "te llamo por la tarde".

No miento si digo que fueron las mejores vacaciones de navidad.

Los siguientes 4 meses fueron como un sueño, todo iba perfecto, algunas discusiones, pero todo normal.

Un día apareció sonriente, "Sigue sin gustarme ese reloj tan feo que te has comprado, para compensármelo mira lo que he encontrado en Internet", era una solicitud de beca, "Colegios del Mundo Unido", "Suena bien" dije, la cubrimos juntos, y la enviamos a Madrid sellando el sobre con un par de besos. A la semana siguiente recibió una llamada telefónica, era de CMU, estaba preseleccionada, tenía que viajar a la capital para terminar las pruebas. Fue un fin de semana muy duro para ambos, lo cierto es que vino bastante abatida, "No me salió nada bien" comentó, "Estaba demasiado nerviosa".

Los días se iban sucediendo, íbamos a todas partes juntos, estábamos mejor que el primer día, pero, otra llamada telefónica interrumpió lo que muchas veces antes habíamos estado haciendo, "Has pasado las pruebas, te vas a Hong-Kong", silencio en su habitación, y más tarde, un profundo abrazo.

Esa semana intenté aguantar, pero en un momento de bajón...Fue inevitable, siguió un abrazo, un beso, y "No te preocupes, que todo saldrá bien".

Llegó Junio, estaba trabajando para sacar unos ahorros, pero apenas me quedaba tiempo para verla, le conté a mi jefe la historia y le dije si era posible dejarlo un mes antes para aprovechar el tiempo con ella. Luis es muy comprensivo, sonrió y pronunció "Hostia, claro que puedes". Pasábamos todo el día juntos, playa, paseos, helados,...

Incluso nuestras "suegras" nos invitaron a sus cumpleaños, bombones de regalo, y una tarde de presentaciones, la verdad, pensé que iba a ser peor...

30 de Agosto, Jueves, decide festejar con sus amigos más allegados "La última noche de fiesta", no falto, los sitios vacíos, aunque con ella al lado, no hay necesidad de más gente, uno a uno vamos despidiendonos de ellos, nos quedamos solos, la acompaño al portal, nos abrazamos, lloramos, y nos recordamos esas dos palabras hasta el infinito. Juramos vernos en Diciembre, diciendo que íbamos a ser más fuertes que los demás y que lo nuestro era imparable. Ambos sabíamos que era una verdad a medias...Aunque preferí no creerlo.

3 meses han pasado ya desde que se fue, realmente es fascinante ver como aquello que tanto te ha costado forjar, se va desvaneciendo poco a poco. Nos dedicamos, emails, llamadas, pero 25 días después de abrazarnos, necesitamos hablar seriamente...Fue inevitable.

Paso cada día por su portal, no puedo evitar mirarlo de reojo, al fin y al cabo, fueron muchas lágrimas las que allí se quedaron. Siempre hay alguien que me pregunta por ella, me limito a un "Está bien", mi instinto me impide profundizar. Cada rincón de esta gris y empinada ciudad está lleno de momentos a su lado, es imposible no recordarla...



"Esto lo escribí un día de aquellos, de los muchos que no entendí porqué el amor es tan cruel." E. P. Vázquez



Razón del edit: Me había olvidado de incluír la parte referente al mundo de los relojes, es un relato que había escrito hace tiempo. ("Ese reloj tan feo" es un Seiko Monster :whist::)
 
Seudónimo: "Cyrano"

El viejo café

Llevaba mucho tiempo deambulando sin rumbo fijo y una vez y otra terminaba dando en aquel barrio. Sin excesivo interés y ningún éxito había intentado un día situarlo en un mapa. No aparecía pero allí estaba y allí le encaminaban sus pasos indefectiblemente, sin importar los diferentes caminos que escogiera.

Y siempre que pasaba por delante del viejo café, aquél anciano sentado en el destartalado sofá le hacía señas a través del cristal, invitándole a entrar.

Por fin, una tarde se decidió. Llevaba seis meses en paro y estaba harto de recorrer las calles.

Empujó la puerta giratoria y se deslizó al interior. Al hacerlo, comprobó, con alguna sorpresa, como el cliente que cada día le llamaba, utilizaba el mismo giro de puerta para salir al exterior profiriendo alegres carcajadas.

El café estaba absolutamente vacío. Tomó asiento en el lugar que antes ocupara el viejo, junto a la ventana, en frente mismo del reloj sin agujas cuyo tic-tac batía monótono e uniforme cual los latidos de un corazón cansado.
Se extrañó de no extrañarse de nada, todo tan extraño, y en ello estaban sus pensamientos que la voz distrajo:

- Espero que le guste el café y que se quede mucho con nosotros... Solo en lugares como este hay tiempo aún para perder el tiempo.

Oyó decir al anciano camarero, salido de no se dónde, mientras depositaba la humeante taza sobre la mesa.

<!-- / message --><!-- controls --> Se retrepó en el sofá, miró con nostalgia hacia el exterior y agitó una mano, con la esperanza de que algún transeúnte se fijara en él.
 
Seudónimo: "Vuelapluma"

A los caídos de todas las guerras

Esta noche hace frío, un frío que congela los sentidos; mejor así.

Pronto llegará el alba y con ella volveré a ver los cadáveres de mis camaradas, tirados en el campo, sus caras, sus ojos espantados con el estupor de la muerte... la hora se avecina.
Estoy tiritando y mi cuerpo mojado por la lluvia se resiste a moverse, sé que mi último momento está cerca y siento miedo, miedo de la muerte, un miedo que se agarra a las entrañas y que atenaza mi alma, ¡maldita guerra!.
En la húmeda trinchera ya quedamos pocos. No hablamos, no nos miramos a los ojos, pero todos sabemos que el tiempo que nos queda hasta el amanecer; es nuestro último tiempo.
En el bolsillo puedo sentir el reloj que mi padre puso en mis manos antes de venir al frente, y recuerdo sus palabras...

Hijo, quiero que lleves esto, me ha servido bien durante muchos años, como antes lo hizo a tu abuelo, y ahora eres tú quien lo ha de llevar. Recuérdanos cuando lo mires y tráelo contigo cuando vuelvas.

No puedo evitar sentir en mi mano sus firmes latidos, su lenta cadencia que borra poco a poco mi pasado, mis recuerdos, mis ilusiones... mi vida. ¡Maldito tiempo!.

Amanece, ahora el olor que el frío y la lluvia mitigaron durante la noche empieza a surgir de nuevo. Es dulzón, y mana de todos mis poros haciéndose sitio entre los olores de la pólvora el humo y la tierra mojada que inundan las trincheras. Es un olor que me da náuseas y que amarga en mi garganta, es el olor del miedo.

Es la hora. A la señal salimos todos de nuestro nicho en vida vociferando, gritando nuestro miedo, para darnos así algo más de valor los unos a los otros. Corro como un poseso sin ver siquiera lo que tengo frente a mí... correr... correr y no pensar.
Súbitamente un calor inunda mi pecho, una punzada caliente que me anuncia la llegada de lo que más temía... ¡maldita guerra!.
 
EL DIA DESPUES

Recuerdo que era un lunes,la profesora daba la clase desde su mesa y todos escuchaban en silencio,atentos,sin perder una sola palabra.
Mi mirada perdida,buscaba y escudriñaba todas y cada una de las muñecas de mis compañeros y hay estaban,nuevos,brillantes,inmaculados.......
Una hora antes,en el recreo,el tradicional partido de futbol habia quedado relegado,todos en un gran grupo mirabamos y escuchabamos las excelencias de cada uno de ellos.
-¡Pues el mio se ilumina con este boton¡-
-¡El mio tiene alarma con veinte melodias¡-
-¡Este tiene agenda para guardar telefonos¡-
-¡Pues este llava calculadora¡-
-¡Con este,hasta puedes jugar¡-
Yo miraba,escuchaba,disfrutaba con lo que cada uno contaba.
La voz de la profesora me hizo volver a la realidad,me encontre mirando mi muñeca desnuda,vacia.
A mi mente acudian las tremendas palabras de mi padre,golpendo mi cabeza con tal fuerza que retumbaban en mi pensamiento.
-Hijo,este año las cosas no han ido nada bien,el proximo año si van mejor lo celebraremos-
Un sentimiento de rabia,ira y furia recorrio todo mi cuerpo,"si todo va bien",¿y si "todo va mal"?
Una terrible sensacion de tristeza se adueño de mi corazon......................
 
Última edición:
Homenaje

HOMENAJE

El viejo judío bajó las escaleras de su habitación “de trabajar”, había estado encerrado allí durante 2 ó 3 semanas, aunque él no era consciente del tiempo que había pasado. Al principio aceptaba la comida que su esposa le subía, pero conforme se acercaba el final de su trabajo, y por tanto el momento más álgido de su creación, no comía, no miraba cuando ella llamaba a la puerta, no tenía consciencia del día ni de la noche, dormía cuando se le agotaba el espíritu y, para inspirarse, tocaba, muy levemente a veces y con fuerza otras, algunas notas en su viejo piano vertical. No estaba muy afinado, pero le servía para buscar la analogía entre la vibración de las cuerdas y sus pensamientos, que parecían entrar en resonancia. En realidad, la inspiración inicial le vino de no se sabe donde, del lugar donde viven las ideas y, sobre todo pensando en el tiempo… qué es más relativo que eso… pensó que el tiempo que pasa entre que una de las terminaciones del áncora golpea y frena el escape y el siguiente es el mismo –sobre todo en su viejo Rolex imaginario, que siempre utilizaba en sus experimentos mentales-; pero que sin embargo puede hacerse eterno si ese tiempo es pasando un mal trago –como aquellos que pasó cuando siendo un adolescente vagó durante semanas para escapar de <st1😛ersonname w:st="on" productid="la Alemania Nazi"><st1😛ersonname w:st="on" productid="la Alemania">la Alemania</st1😛ersonname> Nazi</st1😛ersonname>, y llegar a Suiza (de allí vendría su amor por los relojes) donde vivían sus padres-; o infinitesimal, si ese mismo instante era compartido con su segunda esposa.
Estaba más delgado que hacía 2 ó 3 semanas, y llevaba en una mano unos papeles escritos con mala letra, le dijo a su mujer que los enviara a “Annalen der Physik”, entonces descansó. Con el premio en metálico del Nobel se compró el Rolex que tanto había usado.
<o😛></o😛>
Homenaje a Albert Einstein (14 de marzo de 1879 - 18 de abril de 1955)
 
Volver a ser niño

Corría el año 2.003 cuando aquel anciano de aspecto elegante había cumplido su sueño.


Durante años había visto a su abuelo mirar la hora en aquella preciosa “caja custodiadora del tiempo”, normalmente inquiría en que era una pieza única que había pertenecido a la familia a lo largo de los siglos.


El tiempo pasaba y nuestro amigo ansiaba algún día el poder cambiar de aires, sus aires de esperanza e ilusión por unos más…triunfadores, lograr fortuna como un día lo había hecho su abuelo.


Un día iba caminando por una vieja calle hacia su detestado trabajo, que hasta entonces le ayudaba a mantenerse a duras penas, cuando algo le obligó a pararse frente a aquel escaparate, era la única relojería de la ciudad, además de casa de empeño. Se puso a admirar aquellas maravillosas piezas que tanto anhelaba; por un instante dejó de soñar para sumirse de nuevo en la realidad cuando de pronto logró escuchar una conversación donde unos hombres hablaban de las Américas, de fortuna, de familiares perdidos pero no olvidados…


Nuestro amigo ese día no acudió a trabajar, se acercó rápidamente a esos hombres los cuales le comentaron que aquel viaje era muy caro, que si ellos tuvieran dinero lo realizarían sin dudarlo.


Fue a su casa, habló con su familia y haciendo grandes esfuerzos consiguieron reunir lo necesario para pagarle el billete… de ida. Su abuelo había tenido que empeñar su preciado reloj para poder darle algo de dinero.


A la semana siguiente estaba en la cola esperando poder subirse a aquel barco que le dirigiría hacia Cuba.


Tras estar en arduos oficios, por fin encontró el suyo como camarero y consiguió amasar algo de dinero.


Los años pasaban, conoció a una chica de la cual se enamoró locamente, se casaron, tuvieron hijos y los años cabalgaron más y más deprisa hasta que se dio cuenta de que era un viejo.


Sus hijos eran mayores y el día de su cumpleaños le hicieron el mejor regalo jamás soñado por aquel hombre, un pequeño viaje que le llevaría directamente a su tierra natal, Asturias.


No parpadeó y se dirigieron hacia allí, él parecía un niño contándoles sus peripecias infantiles aquí y allá, todo lo que había tenido que hacer su familia para que él pudiera ir a Cuba, hasta que su cara se puso pálida y sus ojos llorosos. Estaba frente a aquella relojería donde su abuelo había empeñado su tan preciado objeto, sin mediar palabra se colocó bien su traje, se estiró la corbata y entró. Salió con un antiguo reloj de bolsillo, el tiempo se detuvo y… se echó a llorar.
 
¿BAÑAMOS A NUESTROS NENES?

Realmente no sé como he llegado a esta situación, aquí, en el hospital, o lo que sea, no me dan muy bien de comer, muchos de los internos solo repiten frases inconexas y hacen movimientos extravagantes.

Fuera de aquí, hay mas como yo, pero solo puedo comunicarme con ellos sentandome en el ordenador, de forma casi clandestina, usando claves semisecretas. Solo espero que a ellos no les pase lo que a mi, que no los encierren por esta misma sinrazón.

Todo empezó con mi afición inverterada a los relojes, de siempre he sentido hacia ellos una pasión casi obsesiva, que me ha llevado a una vida ermitaña, alejada de todo y de todos los que no tengan que ver con estas pequeñas y maravillosas máquinas.

Primero llegué a conocerlos por su cara y por su cuerpo, después con el interés propio de un cirujano, fui desvelando su más intima anatomía, diseccionando y descubriendo sus partes y las funciones de las mismas.

Hasta este punto, mi familia solo atribuía mi comportamiento a alguna herencia curiosa de antepasados excentricos, rarezas de familia, no le daban mas importancia.

Más tarde y después de mucho escuchar atentamente sus ritmos, empezaron a tomar vida, lo que solo parecían sonidos repetitivos pasaron a ser mensajes intelegibles, pronto descubrí que ellos me hablaban. Donde los demás solo veían el latir monótono de un tic tác, yo percibía de forma clara e inequívoca sus alegrías, sus quejas y lamentaciones, edad, su estado de salud y de ánimo, hasta el relato completo de sus existencias, sus distintas habilidades y complicaciones, la génesis y su lugar de nacimiento e incluso el nombre de sus padres.

Fué cuando les dije que mis relojes me decían cosas cuando empezaron a preocuparse, visitas a médicos y a especialistas no solucionaron lo que ellos ven como una enfermedad, y no es tal, es sencillamente una realidad tangible.

He intentado varias veces que ellos también los escuchen, que oigan como me piden cosas concretas, mas cuerda, una revisión, opinión sobre otros relojes, la compañía de un nuevo amigo que les llama desde un escaparate...

Mira, justamente ahora este que me queda en muñeca solo repite incansable, 28.800 veces cada hora:

¿Bañamos a nuestros nenes?
¿Bañamos a nuestros nenes?
¿Bañamos a nuestros nenes?
¿Bañamos a nuestros nenes?
¿Bañamos a nuestros nenes?.......................................
 
Última edición:
Seudónimo: "Hurón"

LA REINA ESCLAVIZADA


Cuando tengo tiempo libre,
para una charla pausada,
elijo de compañera
a mi hora esclavizada

Si decido mirar mi hora,
una duda me atrapa,
al tiempo no lo detengo
ni siquiera de pasada.

Pienso cuando la miro
que me devolverá la mirada,
pero lo único que hace
es avanzar como si nada.

Si la miro pensativo
me desafía excitada,
a mi no me paras tu,
a ti no te para nada.

si alguien me pide mi hora,
enojado le miro
mi hora se la digo
de dársela no se nada.

cuando hablo con ella,
le digo enamorado
no me abandones querida
no me dejes tirado.

Mi hora no tiene prisa
camina con gracia andaluza,
mueve sus caderas
cual gacela engalanada.

Deseo que se quede,
siempre a mi lado,
el día que me abandone
todo habrá terminado.

No puede ir mas deprisa,
ni tampoco más despacio
Cada minuto que pasa
mi hora cumple mil años

mi hora tiene cien trajes
trajes que le regalo,
ella solo los usa
como reclamo.

Hoy lleva un traje dorado
zapatos de cocodrilo
de aspecto redondo
y un fondo azulado

Siempre la llevo guapa
diría que inmaculada,
no se merece menos
es la Reina esclavizada.
 

La herencia.
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<o😛></o😛>
Siempre fue mi deseo que mi abuelo llegase a conocer al poseedor de su herencia, pero por desgracia, no ha podido ser; aquí sentado en un asiento privilegiado, viendo como amanece y sintiendo la fuerza de los rayos del sol, no puedo dejar de pensar en esa persona que solo llegue a conocer a través de fotos en blanco y negro, mi padre siempre me contó aventuras del suyo, mi abuelo, de cómo lo paso en tiempos de guerra, de los sufrimientos que padeció, de cómo estando en el frente de batalla le llego la carta diciéndole que toda su familia a excepción de sus tres hijos habían sido fusilados por el entonces enemigo, de cómo aun siendo poseedor de esa información, no abandonó a los suyos en aquellos tiempos aun cuando lo pudo hacer, y la razón no era mas que el deseo de parar los pies al enemigo para que no pudiesen seguir matando a inocentes civiles, de cómo tuvo que regresar a pie, sin calzado, una vez que termino la guerra, para intentar juntar de nuevo a su familia, de la cara que puso cuando las hermanas de un monasterio le dieron al único hijo que había sobrevivido al hambre y a las privaciones, de cómo pasados los años y ya viviendo en casa de mi padre le lego su herencia para el nieto que estaba en camino, de cómo le dijo que en los tiempos difíciles se aferraba al recuerdo de que esa herencia había pertenecido a su vez a su abuelo, y como con los ojos llenos de lagrimas le contaba a mi padre que habiendo pasado lo que había pasado, jamás se deshizo de ella.
Y nací yo, y mi abuelo murió una semana antes, me dieron su nombre, para honrarle, me contaron su vida, y cuando cumplí dieciocho años, me dieron su herencia.
Y ahora habiendo pasado ciento quince años de su nacimiento, me encuentro sentado en el asiento de la escotilla numero seis viendo el amanecer desde el trasbordador espacial, y acariciando la herencia de mi abuelo, un reloj de bolsillo que dejo de funcionar cuando mi abuelo murió, como dándome a entender que solo él fue capaz de valorarle en tiempos difíciles.
La humanidad viajamos hacia delante, las personas pasamos de puntillas por el tiempo, pero solo nuestra herencia es capaz de mantener con vida la esencia de nuestro alma, ahora lo entiendo.
<o😛></o😛>
- Mientras el astronauta con ojos humedecidos por el recuerdo observa su planeta, no se da cuenta que el reloj que acaricia a cobrado de nuevo vida y comienza a latir de nuevo, como dando su consentimiento para ser recibido como herencia.
<o😛></o😛>
<o😛></o😛>
 
Lo eras, ya lo creo, ese amigo que de un modo u otro estaba ahí, mucho tiempo, siempre; pero hubo un momento en que la relación cambió y entonces me di cuenta; la exactitud con la que afirmabas viajar orbitando en tu pequeño cubículo era poco más que una patraña, ni la luna jugaba contigo como antaño, ahora tan solo desfasabas y aún así exclamabas a todo el quisiera oirlo que lo tuyo era a perpetuidad. No deberías ser tan pretencioso pues ello sólo te es útil durante los primeros instantes cuando el goce de lo nuevo nubla la vista y el corazón, anegando miserablemente cualquier valle de dudas o remordimientos.
Pero ahora he visto esas luces, y me doy cuenta de que tú nunca has sido el que guía mis pasos, el que marca el compás en la sinfonía alocada de mis momentos; mis alegrías no te pertenecen por mucho que palpites más rápido ó más alto y aunque quisieras repetirte cada minuto o cada cuarto no desesperaré por tu compañía.
Intentaste aliarte con esa maquina infernal que artificialmente te mantenía vivo, atrás y adelante, girando convulso, perdiendo la cabeza, arriba y abajo, norte y sur, demasiado aprisa para tus años, intermitente y sin rumbo; pero yo lo supe ver, yo y esas luces que me indicaban el camino, día tras día camino a casa.
Nunca creíste en lo efímero del tiempo, creado para cambios cada siglo no supiste ver que el fin se acercaba inexorable, ¿ acaso creías que el tiempo no te dejaría huella ? yo lo supe desde aquel día en que tropezaste y tu vida quedó marcada, tu belleza empezó a languidecer y mis ojos no acertaban a distinguir otra cosa.
Las luces hablaban nuevamente, esos halógenos excitantes, guíados habilmente por manos enguantadas me lo repetían sin cesar, y ahí estaba yo envuelto en un mar de dudas, un océano de cálculos infinitos, de largas conversaciones, de consultas a los expertos; no había remedio, la enfermedad seguía su curso y nada podría remediar mi angusta, bueno sí , las luces, no, lo peor eran las luces, ellas tenían la culpa, sin ellas nunca habría pasado.
Y que podía hacer si no naufragar, dejarme llevar por este torbellino, calmar las ansias que desbordaban mi espiritu; pero contigo no podía, miraba tu rostro, cuan hermoso había sido, dejando fluir los segundos a tu alrededor, enmarcando fases y lunas, días, y temerosas agujas que ahora tristes tan sólo intentan inyectarme falsos elogios de tu pasado. No, ya no eres exactamente sincero y pronto dejarás de ser perpetuo. Las luces, ellas me han enseñado nuevamente que los brillos de la juventud son capaces de eclipsar tu compañía.
Nuestra convivencia ya no tiene sentido, me acercaré a las luces e iré más allá, entraré en su reino; probablemente estarás desorientado al principio pero pronto comprenderás que ha sido lo mejor, tendrás unas merecidas vacaciones, gozarás de un embellecimiento reparador y disfutarás de todo el escenario para que otros ojos se humedezcan y nubles un nuevo espiritu cuando te vean bajo las luces, esas mismas luces. Y yo saldré de allí sin volver la vista atrás, enamorado, sintiendo su cadena a mi alrededor igual que sentía entonces tu presencia, aunque tu siempre preferiste las pieles, tu educación esmerada te impedía vestir de frio acero; no importa, ahora ya no importa; he podido calmar mi ansia y nuevamente el tiempo será exacto, ¿ por cuanto tiempo, exactamente?
 
Última edición:
Seudónimo: "Plutón"

LA LLAVE


El viento susurraba suavemente, arremolinándose en torno al anciano. El lucero del alba rayaba el horizonte y las hojas secas producían un repiqueteo rítmico sobre el suelo. Sobre sus manos, una raída caja yacía abierta, recibiendo las lágrimas que brotaban de sus ojos. Más de setenta años habían pasado desde que recibiera el regalo de su maestro, cerrado con un mecanismo secreto, por nadie conocido. Su deber era abrir esa caja, para descubrir en su interior el misterio que versaba sobre sí mismo, sobre la existencia, sobre el todo.

Al principio trató de abrirla con violencia, usando el vigor propio de la juventud, malgastando su aliento sin éxito: no había fuerza física capaz de abrirla. Pensando en las palabras de su maestro: “La llave siempre estará contigo”, intentó usar su ingenio buscando grietas o resquicios que le permitieran romper el sello, mas fue inútil. Los años pasaban y su fuerza decrecía. Llegaron el cansancio, la maldición, la ira. Y finalmente le abatió el desespero, pues la caja permanecía bloqueada.

Muchas primaveras habían llegado y partido desde aquellos días cobrizos: ahora era él el maestro. A medida que envejecía, siempre acompañado por la caja inmutable, se fue encerrando a su vez sobre sí mismo, buscando la sabiduría en el mundo y en su interior, sosegándose hasta que con serenidad optó un día por ocultar el pequeño cofre con su insondable contenido.

Con cariño casi paternal accionó el mecanismo secreto de una nueva caja, idéntica a aquella que le había visto crecer, sellándola así con el precioso secreto en su vientre. En pocas horas, al alba, despertaría al joven aprendiz que ahora dormía en el templo, para hacerle su regalo. Sería labor de éste tratar de abrirlo y comprender que la única fuerza que podría lograrlo era aquella que forjaría su alma y templaría su mente.

La vida del muchacho debería llevarle a encontrar la clave que abrió su propia caja, oculta en la humedad del lóbrego fondo de la montaña, oxidándola, carcomiéndola y debilitándola, la misma llave que nos transforma de aprendices a maestros, de niños a hombres.

Descubriría que esa llave es uno y es muchos, tan pequeña como una lágrima que cae o tan grande como una vida que florece. Aquella que destapa todas las cajas y revela todos los secretos.

Esa llave, la única, es EL TIEMPO.
 
Una declaración de intenciones

Es tu mirada el silencio que da calma a mis dudas, hazme un hueco entre tus sueños para poder olvidar tanto trafico y tanto sin sentido, nado en las aguas de tu mar con un unico puerto de destino, tu cuerpo, ese cuerpo inquieto de niña de las tormentas, que hace que me muerda los labios mientras me roba mis mas bajos instintos.

Hoy amanece por ti, hoy siento tu pulso en mis venas, hoy beso tu suelo, hoy rezo en tu cuerpo, hoy amanece por ti.

Cierra esa ventana en que se cuela lo aprendido, y déjame perder el sentido en tu cuerpo, déjame morder tu vida que así poder alimentar esta soledad que me mata, para poder olvidar quien soy, abandonado al capricho de tu voluntad me encuentro pero me es indiferente mientras respiro tu aliento.

Voy a quemar las autopistas que nos alejaron, voy a andar sobre los restos de la distancia para estar a tu lado en un instante, esta noche helada quisiera quemarme en el amor y poder comprender cual es el camino del norte que me lleve a tu deseo.

Mañanas sin rumbo, noches sin viento, días sin sentido son los que vivo cuando no encuentro el camino que me lleva a tu cuerpo, donde acaban tus medias se enreda un deseo tan cerca del cielo.

Te cambio un segundo por un te quiero, aquel día, aquella mañana nunca pensé que el reloj se iba a parar y las manecillas iban a girar a tu son, nunca pensé que todo iba a estar sucediendo pocos meses después, como es el destino, nos une sin sentido y nosotros le damos sentido a este sin sentido que es la vida.......................
 
Seudónimo: "Cyrano" (2º relato)

EL MENDIGO



Cercano a la puerta del bloque de apartamentos en alquiler se había instalado un mendigo. Tendría más o menos mi edad, aunque por su desaliño, pareciera mucho mayor. Junto a él, algunos cartones repartidos por el suelo, unos cuantos montones de ropa y trapos viejos, varias bolsas de plástico de contenido indescifrable y latas con restos de comida y mendrugos, con los que sin duda se alimentaban él y la media docena de perros de distintos pelajes y tamaños que le acompañaban y de los que él tomaba cuidado.

Allí estaba cuando entré y allí estaba cuando salí, unas horas más tarde. El hombre no paraba quieto. Al tiempo que mantenía una animada conversación con los perros, se trasladaba de un lugar a otro, en el reducido espacio que ocupaba, conminando a uno de ellos a sentarse, para inmediatamente, cambiar de lugar a otro, de la farola en que lo mantenía atado con una cuerda, al árbol más cercano, al momento se dirigía a un tercero para reconvenirle por algún asunto relacionado con las latas de comida...
Cuando salí por la puerta, me alejé rápidamente. Apenas lo miré, es decir, hice lo que la mayoría de transeúntes que por allí pasaban, si bien algunos de ellos no podían reprimir un gesto de desdén.

Yo ya le conocía. Con anterioridad tenía su tenderete montado en el último tramo del paseo, que aún sobrevivió un tiempo al asfaltado, justo enfrente de la comisaría del barrio, también desaparecida. Los guardias, benevolentes, le permitían estar allí, con sus perros, sin duda considerándole un elemento más del paisaje.
También recuerdo haberle visto por la tele, en un reportaje sobre los sin techo.

Decidí ir a cenar a una casa de comidas situada en una bocacalle cercana, donde tantas veces había comido en mi época de estudiante.
Me sorprendió encontrarla igual que la recordaba. Me situé en un rincón y esperé a que el camarero viniera a tomarme nota. Le reconocí al punto, mientras se acercaba: Como yo, había perdido casi todo el cabello, pero allí se mantenía, en su mismo oficio y en el mismo lugar. No sé si con orgullo o con pena, no pude evitar el pensar en las vueltas que yo había dado, mientras la vida de este hombre, aparentemente, había permanecido inamovible. Un hombre-reloj, sin otro objetivo que el que el día venidero se asemeje al que lo precede con la mínima desviación posible.

- ¿ Qué va a ser ?
- Una sopa de cocido y un filete con patatas, y de beber una cerveza, por favor.

Tras anotarlo en su libreta, ya iba a darse la vuelta cuando lo llamé :

- Oiga, perdone...
- Dígame...
- ¿ No se acuerda usted de mí ?

El camarero, me miró con atención - No sé, pasan tantos...

- De hace mucho tiempo, hombre, yo vivía aquí, en el barrio, y venía a veces, bueno, venía mucho.
- Ahora que lo dice, sí que me parece... Se le ha caído todo el pelo.
- Y a usted... Le estoy hablando de hace lo menos treinta años...

Nos quedamos callados, mirándonos el uno al otro. No se nos ocurría nada más que decir.

- Por cierto, ese hombre, un vagabundo, que está un poco más arriba, con los perros...

Al camarero se le iluminó la cara, ya podíamos hablar de algo, y además su posición era confortable, formando parte de la sociedad, con un trabajo digno, le preguntaba por alguien infinitamente debajo de él en la escala social. Un pordiosero.

- Sí, sí, el Emiliano, aquí se ha quedado el hombre, en el barrio. Perdió la cabeza de tanto estudiar.
- ¿ De tanto estudiar ?
- Sí, era muy buen estudiante, y se pasó, se le fue la olla, bueno, dicen que fue de eso...

Me quedé callado.

- Bueno, voy a traerle su sopa...


Pobre Emiliano, pensé. Yo lo admiraba mucho, era capaz de pasarse de vagón a vagón con el metro en marcha. Entonces, en los años del esplendor en la hierba, como decía Kazan, en aquella película que tanto nos gustaba a los dos, cuando yo vivía en el barrio, aún tenía pelo y ambos estábamos en la pandilla.
 
Te regalo un ...... ¡¡¡¡ ADIOS !!!!

Dicen que cuando miras un reloj y da la hora en punto, significa que te quieren ………. entonces le regale un reloj……y ella a mi uno igual. Los he ajustado para que funcionen al unísono con una sincronización perfecta, me imaginaba que nuestros corazones son las agujas de los segundos que laten igual que un tanden.

Siempre imaginaba que cada vez que miraba el reloj, ella también lo haría , así cuando las agujas daban las horas en punto, ella estaría segura de mi amor y yo estaría convencido del suyo…………..queriéndonos mutuamente de esta manera. Pensaba que nuestros relojes nos iban a unir cada día mas…….que crío pude llegar a ser cuando pensé que dos piezas de metal con mecanismo podrían unir dos destinos que no estaban hechos uno para el otro.

Un mueca se escapa de mi boca, un cigarro cuelga desde que empecé a contar los minutos, después las horas y los días, desde que ella me busque sin que yo lo haga, he perdido la cuenta e intente hacer cálculos pero me daban errores demasiado grandes para poder estar seguro.

Si algún día la encuentro por la calle..…como un extraño……..no seria un reencuentro, aunque aun la siga queriendo, supongo que cuando la edad se apodere de mi, me sentare a fumar un pitillo, la noche me ayudara a pensar si ella estará, si ella fuera un ángel, si me hubiera querido un instante, ese instante en que me fumaba un cigarro, viéndome sentado en el porche, con el pelo blanco, con la mirada perdida en el vacío. ¿Recordaría su aspecto?,¿Recordare cada detalle como ahora lo hago? ¿Qué haría cuando miraría su foto?¿Lloraría, sonreiría?, con los ojos húmedos de la nostalgia, de la juventud perdida.

Seguro que cuando mi pequeña nieta me viera llorar, le contaría todo el pasado que pudo ser y no fue, seguro que no recordaría que un día se marcho, que un día me dio la espalda, tampoco me extraña, ahora que corremos sin sentido, ahora que la superficialidad es lo normal y el egoísmo se hace hueco para apoderarse de las almas ..........
 
Contra Reloj

Los hombres fumaban en silencio. El chisporreteo del radiotransmisor encendido y el golpeteo de la lluvia en el parabrisas amortiguaban el zumbido del motor. Rodaban todo lo rápido que el agua les permitía por aquella carretera, convertida por obra y gracia de la Naturaleza en un pequeño río, en el que las luces del vehículo dejaban ver el lodo y las piedras, que la fuerza de las lluvias arrancaron a las montañas que los rodeaban.
Habían hecho juntos un viaje muy largo y plagado de complicaciones, que los hacia estar callados y el saber que quedaba lo mas difícil los ensimismaba aun mas.
El “todo terreno” aminoró su marcha hasta detenerse junto a un pequeño camino que aparecía a la derecha, casi oculto por los restos de vegetación y barro producto de los últimos fuertes temporales. Gabriel encendió la linterna y consultando las anotaciones que figuraban en el mapa, haciendo un gesto de afirmación, comunicó a sus compañeros que ya habían llegado, que estuviesen preparados.
- ¿ Que hora tenemos, Mario? No tenemos mucho tiempo. La voz de Gabriel sonó casi como distraída, pero en el fondo, lo que quería, era volver a ver el reloj.
La mano de Mario levanto el puño de la camisa y cincuenta y dos milímetros de esfera se deslizaron y fueron a posarse sobre su muñeca iluminando casi por completo el habitáculo del vehículo con un tono rojizo.
- Las diez menos cuarto, dijo, vamos justitos.
Bernardo se inclino hacia Mario tomándole de la muñeca contemplando el reloj.
- Menudo bicharraco te has comprado, mas que un reloj grande me parece una parabólica pequeña. La ironía de sus palabras no pareció molestar en demasía a Mario que le contesto con un “ vete a tomar viento, capullo”
-Bueno, ya basta, seguimos, zanjó Gabriel .Bernardo metió la primera y arrancaron.
Muy lentamente, los grandes y pesados neumáticos enfilaron el camino, aplastando las ramas y piedras que impedían el paso, zarandeando la carga, obligando a los ocupantes a asirse con todas sus fuerzas a donde pudiesen encontrar apoyo para evitar golpearse.
Durante un instante, el vehículo quedó con una rueda suspendida en el aire, volviendo a caer bruscamente sobre el barro, haciendo que crujiera toda la carrocería. El golpe y el quejido fueron casi simultáneos. La cara de Mario se estrelló contra el marco de la puerta. Bernardo paró inmediatamente y a la luz de la linterna se apreciaba una profunda brecha a la altura de la ceja que ya estaba sangrando
-Vaya leñazo te has dado Mario, comento Gabriel, menos mal que hoy terminan las fiestas, sino, no ibas a ligar nada. Se te va a poner el ojo como una breva.
-Nada hombre, que se ponga el reloj y que diga que va de semáforo en rojo, apuntaba sarcásticamente Bernardo, lo malo es que te vas a tener que comprarte dos mas, uno en ámbar y otro en verde.
-Eso, encima cachondeito, respondió Mario, mientras trataba de contener la sangre y aliviar el dolor con la mano.
-Toma, límpiate la herida y ponte algo no se te infecte.
El pequeño botiquín paso de las manos de Gabriel a las de Mario, que como pudo se colocó un pequeño apósito sobre la ceja machacada.
-Vamos Bernardo, hay que seguir no sea que arrecie la lluvia, dijo Gabriel.
Dando tumbos por el barrizal continuaron la marcha que los obstáculos y las malas condiciones del terreno iban haciendo muy difícil, poniendo a prueba la mecánica del vehículo y la entereza de sus ocupantes.
No habían recorrido un trecho muy largo, cuando al doblar un recodo y tratar de atacar una pequeña loma, las ruedas motrices comenzaron a perder adherencia, provocando un deslizamiento que se frenó en un robusto árbol, del que saltaron algunas astillas a consecuencia del pesado impacto.
-Bernardo, ¿estas bien? , ¿tu Mario?.La voz ligeramente alterada de Gabriel detectaba un punto de excitación, provocado por la sorpresa y la rapidez con que se habían sucedido los hechos. Tanto Bernardo como Mario contestaron afirmativamente, y los tres salieron a ver los desperfectos.
Una pequeña abolladura en la parte trasera fue lo único que pudieron detectar de importancia, aunque la verdadera dificultad era la cuesta que se presentaba ante ellos.
-Con todo este barrizal, o usamos el cabestrante o no subimos, apuntó Mario, y menos mal que ha dejado de llover, porque sino, nos íbamos a empapar.
La suerte les acompañó esta vez. Al final de la loma había un pino que parecía ofrecer las suficientes garantías de solidez como para que todo saliese bien.
Sin mediar mas palabras los tres hombres se pusieron a preparar la operación. Sacaron el cable de acero de la polea y subiendo penosamente la cuesta, lo colocaron alrededor del tronco, con la delicadeza con que se pone un anillo en el dedo de la mujer amada, cubriendo con ramas, piedras y todos los objetos sólidos que encontraron, la zona a remontar, hasta llegar a la parte mas firme del terreno.
Una vez todo dispuesto, Bernardo y Mario preparados, Gabriel accionó el rodillo, y colocándose a un lado, mandó acelerar a Bernardo. El cable se tensó lentamente y vibró, clavándose en la madera, haciendo que el poderoso árbol se quejase e hincase sus raíces mas aún en la tierra. Muy despacio, casi reptándo, remontaron el terraplén. Una vez arriba, con una gran alegría, prosiguieron la dificultosa marcha por un camino, que aunque mas llano, seguía provocando traqueteos.
- ¿ Como vamos de tiempo? Preguntó Gabriel
- En mi Casio, a pilas, son ya las once y veinte, recalcó Bernardo.
- Hay que llegar a la hora establecida, dijo Gabriel como pensando en voz alta.
Ya el tiempo iba mejorando y comenzaban a parecer claros en lo que antes fuese una densa capa de nubes. La luz de la Luna les dejaba ver un paisaje en el que las grandes manchas de agua se reflejaban como láminas de plata.
Medio deslizándose por una pendiente, percibieron a lo lejos un punto luminoso que les mostraba el final de sus padecimientos, y comenzaron a cantar acelerando la marcha.
Una serie de pequeños frenazos, seguido de uno mas intenso les enmudeció y detuvo la máquina a unos pocos metros de una amplia y profunda zanja.
-Hasta aquí hemos llegado, chicos, Esta zanja no la podemos atravesar y son las doce menos diez. Bernardo apagó el motor y guardó la llave de contacto en uno de sus bolsillos.
Gabriel, contrariado, salió del “ todo terreno” y dijo a los dos que había que seguir a pie.
Ya quedaba poco para llegar. Sobre la colina se podían percibir las luces de una casa y las figuras de un adulto y de un niño, que destacaban del perfil de la vivienda.
Las mantas, medicinas y alimentos, junto con la muñequita fueron repartidos entre los tres hombres, y comenzaron a subir la pendiente, medio encorvados por el cansancio y el peso de los bultos.
Desde el portal de la casa se veía la penosa ascensión de las tres figuras con su carga, y la pequeña cogida de la mano de su padre, dio un gritito de alegría cuando ante sus ojos apareció la caravana.
-Mira papá, son los tres Reyes Magos que han venido.
-Si hija mía, ya te dijo papá que hoy es la Noche de Reyes, y que siempre llegan para traernos regalos a todos, contestaba mientras apretaba con fuerza contenida la manecita de la niña, y una perla de felicidad y emoción se deslizaba por su mejilla.
A la luz brillante de la Luna, los uniformes mimetizados de los tres voluntarios, y el chaleco reflectante con la gran cruz roja sobre fondo blanco, semejaban preciosos trajes cuajados de armiño y las boinas que cubrían sus cabezas tres hermosas coronas de valor, sacrificio y solidaridad.
<o😛></o😛>
SKELETON
 
Seudónimo: "hurón", 2º relato

<hr style="color: rgb(255, 255, 255);" size="1"> <!-- / icon and title --> <!-- message --> LA MENTIRA

Justo en el momento en que madre hacía callar a mi hermano Arturo, padre entraba en casa. Pude escuchar perfectamente como se cerraba la puerta, le daba el abrigo a Puri y ésta cortésmente, le preguntaba cómo le había ido el día. Mentalmente conté sus pasos hasta que entró en el comedor, tomó
asiento y exclamó, ¡buenos días a todos!

Al igual que todos los días, mis hermanos pequeños se levantaban mecánicamente de la mesa para darle un beso a padre. A los mayores, entre los que yo me encontraba, nos habían eximido de tal gesto y nunca nos levantábamos, un ademán de reconocimiento con la mano era suficiente.

Recuerdo el día perfectamente porque no fue una comida cualquiera. Mientras padre leía el periódico y sorbía ruidosamente la sopa, madre y Puri intentaban que los gemelos se comieran la suya. Como siempre, mi hermana Mercedes discutía con mi hermano Arturo sobre las reformas de turno que el gobierno del General Franco estaba implantando en las universidades de todo el país.

Mientras, yo, me centraba en mi sopa intentando pasar inadvertido, diríase que estaba comiendo el más delicioso de los manjares en lugar de una triste sopa, a juzgar por la atención que le dedicaba. Fue al terminar el primer plato y justo cuando comenzaba a hacerme esperanzas de que se hubiese olvidado del asunto, cuando padre, sin levantar la mirada del periódico me preguntó:

-¿Carlos, has ido a ver a Venancio por lo del reloj? - Si padre, contesté
-¿Y? - volvió a preguntar
-Pues que no lo tendrá hasta dentro de por lo menos tres semanas- le contesté.

En la mesa se produjo un silencio sepulcral durante lo que a mi me parecieron horas. El miedo recorría mi espina dorsal como un chorro de agua en una cascada sin fondo, era la tercera vez en el último mes que me preguntaba por el reloj, y era la tercera vez que le mentía.

-¿Sabes que me costó mucho trabajo comprarte ese reloj, verdad hijo?
-Sí padre- contesté
-Todavía sigo sin explicarme como conseguiste romper el cristal, por lo que me costó lo suponía irrompible!
-Ya le conté padre, estaba en…
-¡No me creo nada Carlos!- me interrumpió- esta tarde iré yo mismo a ver a Venancio y qué me explique a qué se debe la demora.

En esos momentos el miedo paralizó todos mis sentidos, mi estomago se cerró como un portazo en un enfado, y mi cabeza retornó al estado más pueril que pudiera recordar. Mi vejiga se hinchó como un pez globo y noté como pequeñas gotas de orina se peleaban por salir al exterior mientras mis rodillas se juntaban con tanta fuerza como el apretón de manos de un joven novio a su futuro suegro.

Había llegado el momento más temido, pero en el fondo quizás el más esperado, el final de una mentira que buscaba asomarse al exterior en forma de frío sudor y pequeños riachuelos de vergüenza inundando mis mejillas. No tenía valor suficiente para enfrentarme a padre, no tenía valor para fijar mi mirada en su mirada, no podía articular palabra noble, me sentía cobarde.

Necesitaba urgentemente una salida, me debatía interiormente entre continuar la absurda farsa o sucumbir ante el inconsciente deseo de finalizar con esta mentira. Analicé en breves instantes la situación, debía tomar una decisión lo más rápida posible que pudiera alejarme de aquella angustia, era como la última mano de una partida de póquer en la que sabes que tu adversario tiene mejor jugada que tú.

En mi bolsillo quemaba el resguardo de la casa de empeños de D. Manuel y en el garaje de Lucio, mi mejor amigo, bajo una manta roída y fea se ocultaba mi lustrosa Vespa. Un regalo que tanto esfuerzo le había costado a padre comprarme, sin saber, que me lo había comprado él.
<!-- / message --><!-- sig --> __________________
 
Seudónimo: "Rastro"

El Rastro



Como cada mañana del segundo domingo de los meses impares, desde hace años, me levanté dispuesto a cumplir con el ritual de dirigirme a El Rastro y mirar, preguntar y sobre todo sentir el bullicio de la gente que viene y va.
Aquella mañana de noviembre, fría y soleada, sin yo saberlo, sería uno de los días más especiales que recuerdo.
Desayuné, me puse ropa de abrigo y me dirigí al Metro con la intención ir hasta Latina.
En el recorrido por El Rastro, como casi siempre, cosas que me llamaban la atención, y otras que no. Nada nuevo digno de destacar.
Cuando ya estaba a punto de concluir mi paseo, un pequeño tenderete de venta e intercambio de cromos y cosas viejas, llamó mi atención. Supongo que había estado ahí desde siempre, pero nunca me había fijado en él. Me acerqué a ver lo que había en la mesa expositora.
De repente un pequeño reloj, de cadete, llamó mi atención. Tenía la esfera entre blanco y crema y se le veía relativamente bien conservado, sin bien, algunos números y la marca se veían borrosos.
Mi mano, como atraída por una fuerza irresistible se dirigió a coger, suavemente, el reloj. Mi corazón empezaba a latir más deprisa de lo habitual mientras la daba la vuelta para mirar la tapa. Y, ahí estaba, se adivinaban grabadas unas iniciales y una fecha. La primera letra, bastante borrosa, casi imposible de distinguir, las otras dos, se adivinaban una C y una L, ¡uf!, mi corazón ya no es que fuese ligeramente acelerado, es que directamente empezaba a salirse del pecho. Vi la fecha, 11 de Mayo de 1.969.
De repente, sin darme cuenta, se agolparon en mi cabeza múltiples recuerdos. Las fotos en la explanada del Templo de Debod, junto a mi hermana, con mis padres, con mis abuelos. Mi traje de primera comunión, mis primeros pantalones largos.
Y volvieron a mi cabeza las palabras de mi madre, unas semanas después, diciéndome.
-No, niño, el reloj no te lo llevas al pueblo, que seguro que con lo bruto que eres, lo destrozas jugando al fútbol, o saltando desde algún árbol.
-Jo, ¡mamá!, que te prometo cuidarlo, que no lo rompo, que quiero enseñárselo al primo Aurelio.
- No se hable más, el reloj se queda aquí, en casa. Ya tendrás tiempo de ponértelo cuando volvamos.
Recordé, mientras le daba cuerda al reloj, la apresurada vuelta a Madrid, tras avisarnos una vecina de que habían entrado unos ladrones en casa y nos había robado. La cara de mi madre al encontrar todo revuelto, las ropas por los suelos, y las pocas joyas familiares que habían desaparecido. Incluido mi reloj.
-¿Le gusta el reloj?, escuché. Era el hombre del puesto que se dirigía mí. Tengo la certeza de que en mi ojos se debía reflejar la alegría y la incredulidad que en esos momentos sentía
-¡oh!, sí, es muy bonito, ¿cuánto vale?, alcancé a balbucear.
-Bueno, lo tengo hace mucho- me contestó el hombre- no sé muy bien cuánto pague por él. Es caro, sabe, mire, no se ve bien la marca, pero le he dado cuerda y funciona perfectamente. Con una pequeña pulidita, queda como nuevo. Parece de los 60, o los 70. Y mire usted lo bonito y sencillo que es. Se lo dejo en 19 euros.
¿Diecinueve euros?, ¿qué son diecinueve euros por el recuerdo de una de las épocas más maravillosa de mi vida?, me dije a mi mismo. Ni lo dudé, saqué un billete de 20 euros que llevaba en el bolsillo y se los di. Ni siquiera esperé a que me diera el euro de vuelta. Me fui, feliz, andando y recordando aquellos maravillosos años….
Esta historia es fruto de mi imaginación. Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia, ¿o no?.
 
Seudónimo: “ebwat"

“Lo inevitable”

21 de enero.
Me queda poco tiempo. Este parece desfilar inexorablemente desde que me dieron una noticia que cambiaría mi vida. Al contrario que la mayoría de la gente, sabía el límite temporal de mi existencia.

Mi familia (hija e hijo y mi mujer) están conmigo. Entienden el problema y son mi báculo sustentador.

Mis amigos, pocos en realidad, se multiplicaban en internet. El foro de relojes especiales era mi otro hogar, sin escribir frecuentemente, mantenía buenas amistades y había participado en “quedadas”. Ahora no tenía sentido el tiempo perdido delante de la pantalla. Al menos eso me parece…

25 de marzo.
Ahora paladeo cada instante de la vida. Incluso he viajado, aunque me aterren los aviones. En estos dos meses he conocido mundo, he apreciado como huelen las diversas partes del orbe, el discurrir de sus gentes…

30 abril.
No dedico mucho tiempo a escribir la memoria de mis últimos días. Soy feliz, aunque con una permanente espada de Damocles. El tiempo sigue su curso de forma ineludible, un día tras otro. Ahora estoy cansado consecuencia del fragor de la batalla interna por la supervivencia, pero es un agotamiento meramente físico, puesto que el alma sigue entera. Creo que he hecho todo lo posible por reconciliarme con aquellas personas con las que había tenido desencuentros en mi vida. O al menos eso pienso…

29 de mayo.
Mi alma si se siente ahora cansada. Es un día triste y oscuro, gris y lluvioso, preludio de un verano en ciernes que, a buen seguro, no veré terminar
He descuidado a unas personas que son mis amigos de los relojes. Muchos se preguntaban que me había pasado, aunque sólo algunos sabían lo que me sucedía. No quiero que nadie se entere de nada. No deseo dar pena.

21 de julio.
He empezado a regalar piezas de mi colección a aquellos que realmente los iban a apreciar. A mi mujer y a mis hijos les dejo aquellas que pueden representar algo para ellos. El resto a mis mejores amigos.

Estoy en la cama del hospital, preparado para el sueño eterno. No tengo ganas de partir, pero me encuentro muy cansado.
Sonrío al mirar en mi muñeca el reloj que para mi es el mejor. No es el más caro, es el que más me gusta. No me ha abandonado estos últimos días. Con su esfera negra guillocheada y brillo soleil. Un sol que se apaga, una vida que se va, la mía y un tiempo corto que me queda estar en este mundo.

25 de julio.
Sin ganas de escribir quiero reflejar en estas breves notas algo que me ha turbado cuando estaba esperando el abrazo frío… la visita de mi amigo Lucas. Se produce precisamente cuando el médico me dice que no puede hacer nada más para aliviarme el dolor, y cuando éste es especialmente persistente.
Me trajo un ordenador portátil y teclea una página que ya conocía… Muchos mensajes que me animaban a seguir, la noticia ha trascendido. Estos mensajes son de apoyo y aliento, parecidos a aquellos que, en momentos de mayor desesperanza humana, habían realizado con otros. No puedo escribir ni contestar a tanto interés. No me salen las fuerzas. Sólo puedo poner unas raquíticas “gracias”, sabiendo que probablemente no los vería más…

31 de julio.
Se que será mi última noche. Estoy seguro. El hilo de la vida se acorta y en el extremo de tan delgada línea está la otra vida, o la entelequia.
Mi mujer lleva mi reloj. No necesito saber la hora que es, ya que adonde voy no existen guardatiempos… ¿ o si?
 
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