No me extraña tu gusto por este pajarillo, en el campo siempre son una encantadora nota volandera de colores y trinos.
Me has traído recuerdos.
Alguna vez vi esa práctica de servirlos en bares, seguramente por mi edad. Menos mal que está cada vez está más extinguido... Pero no acabado

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Se siguen usando redes chinas o de niebla, y ballestas como las de abajo.
Esta cultura está cayendo poco a poco, cosas beneficiosas de los tiempos actuales.
Al igual que la técnica de encenachar, término que oí de niño y se trata de coger una pollada de jilgueros para llevártela a tu casa mientras la siguen alimentando sus padres
He estado buscando el vocablo por la red y no hay mucha información, he encontrado esta aportación en un foro almeriense y me ha gustado, aunque habla de otros tiempos.
«Cortar un raigal de almez o de granado, maderas ambas flexibles, ponerles una cuerda y hacer un arco.
Las flechas de los pequeños eran realizadas con los jopos de las cañaberas de la Ramblilla, acto menos peligroso. Los mayores usaban varillas de paraguas afilando la punta con el roce contra el suelo de la carretera, o con un canto rodado del río.
Acto seguido dirigirse a cualquier estanque, que en el pueblo había muchos, y rana que asomara la cabeza, acto seguido era ensartada con gran maestría, acierto y distancia. El juego en sí no era cazar la rana, sino la competición entre los crios, de poder ensartarla, cosa ardua y difícil.
El juego de la penca y la navaja.
La fabricación de hondas de esparto, y el uso de la misma con buen acierto, en el río.
En Beninar el Pastor era un gran artista de este arcaico instrumento.
La fabricación de cepos con alambre de emparrar, y el hacer los muelles, con el alambre de acero de los neumáticos de camión o de bicicleta, enroscándolos en un sentido y en otro inverso sobre un hierro redondo ensartado por una tabla. Se lograba la forma del muelle del cepo, artesanal, pero en serie.
En contra de los hábitos culturales y sociales actuales, los niños de Beninar cazábamos pájaros de todo tipo, para pelar, freir y comer por diversión, con dichos cepos, desde tiempos remotos. Cosa que en la actualidad está prohibido por ley.
Coger colorines de los nidos, siendo enjaulados muy jóvenes, en unas jaulas muy pequeñas, acto que se llamaba
encenachar, colgando la jaula cerca del nido, los padres procedían a alimentarlos. Poco a poco el niño iba alejando la jaula hasta colgarla en la fachada de su casa, no parando los padres en todo el proceso de cebar a los hijos.
El contacto y conocimiento de la naturaleza por los niños del pueblo era tremendo, y ese conocimiento se pasaba de generación en generación de niños».