Je, je, no estoy muy seguro de que mi opinión tenga apoyo en un solo compañero aficionado a estas cosillas mecánicas de precisión, pero ahí va.
En su momento fui profesor de un master de diseño industrial. Algo sé del tema.
Y tengo delante de mí la vida, la propia vida, el resultado de la vida de otros, y claro, de diseñadores.
Me pregunto si el análisis llevado a cabo por los diseñadores es "correcto".
Otrora, cuando la ciencia del diseño ni existía, se consideraba que las cosas son lo que son y para lo que son. Y así a unas tijeras, usadas como herramienta de corte con la mano derecha, se le proporcionaba curvas que suavizaban la parte con la que se hace presión mutua entre sus dos elementos cizallantes.
Y tuvo que venir Le Corbusier a implantar su "Modulor" para hacernos ver que una escalera no puede estar hecha de escalones de 35 cm de altura, por más que haya que aprovechar el espacio, o que no lo haya. Claro que en los palacios nunca hubo escalones así.
Y los relojes mostraban una clara identificación de la posicion relativa de las agujas con respecto al punto de referencia tomado como las 12.
Bueno, pues luego, nos encontramos con cosas que diseñan ciertas personas, con más o único ánimo, que el de ser diferente. Y he visto tijeras "simétricas" (para ambas manos) que como hagas fuerza lo que te cortas son los dedos por sus aristas agudas en los mangos. Seas zurdo o diestro.
Sufro -como todos- la dictadura de los programadores, que en vez de simplificar lo que se hace para lo que se hace, "innovan" transformando los criterios de modo que se atiende a la comodidad del informático cuando hizo el programa antes que al usuario.
Y como es natural, los relojes, algunos carísimos, dotados de montones de brillantes -como símbolo de poderío indiscreto y ostentación absurda de lo inútil- o de ventanas que permiten ver la maquinaria (¿Hay alguien que se haga un traje de billetes para acreditar ser rico?) lo cual, será muy bonito el primer día, pero difícilmente aceptable para echar una ojeada al reloj en condiciones de luminosidad baja, por una persona con algo de presbicia, que alcanza al 60% de la pooblación (la padece el 44,5% de los españoles, dos de cada tres mayores de 40 y el 80% de los que superan los 55 años.), nada despreciable como anuncio de una limitación de futuro, que llega, y si no llega, peor.
Y claro, el diseño disparatado nos lleva a que -como decía de los informáticos- nos encontremos con tres distitnas esferas, descentradas, cuya "comodidad" a efectos de identificar la hora no deja de ser una cuestión bien alejada de lo simple de las dos o tres agujas centradas, visibles y en una esfera referenciada. Y claro, vemos esferas "sin nada" (¿Donde está el índice de las 12?), o agobiadísimas de elementos supérfluos, entre letras, leyendas, números no esenciales, índices, alargados radialmente, divisiones de quintos de segundo en relojes de cuarzo que avanzan de uno en uno, y otras cuestiones que permiten deducir que quien diseñó le importaba muy poco la finalidad, siendo el diseño utilitarista, bien ajeno a todo aquello.
En fin, que si Rolex, y algunas otras marcas tienen su buen arraigo, es, entre otras cosas, por la posibilidad del usuario en ver la hora, fuera de que el diseño sea básico, original como funcional, y ajeno de cuestiones estrafalarias. Y que cuando las hay, no pasa de ser una moda pasajera, que el tiempo se encarga de diluir.
Y valgan los ejemplos. Que ya he usado mucho texto. Pero da para un libro, y de los gordos.