JOACHIM
Forer@ Senior
Sin verificar
Desde estas líneas, mi trabajo para volver a la vida un reloj de este tipo.
Primero, mantengo la hipótesis que la denominación popular de “Reloj de Carruaje”, procede de la deformación de la voz en inglés “carriage” --de transporte, transportable--; una buena traducción hubiera sido --"reloj de viaje"--. El origen de estos relojes fue en Francia como “pendule d’Officier”, pues los Oficiales Napoleónicos los llevaban en un estuche formando parte de su impedimenta. Fueron muy populares en el Reino Unido “clock for comfortable carriage on the suitcase of the owner” donde se llegaron a fabricar. Del Reino Unido pasaron a la península Ibérica, donde se popularizaron por su belleza, atribuyendo su origen a Inglaterra “reloj inglés de carruaje” convirtiéndose en objeto de status social.
Por su belleza, adquirí un reloj de este tipo, su aspecto era bueno, aunque con el latón verdoso y las juntas de la caja con residuos blanquecinos de limpia-metales, señal que en algún tiempo estuvo cuidado. El reloj es del año 1880, en Francia lo conocen como “Pendule d'Officier dite Doucine” marque: Couaillet. Se comercializo en la relojería más importante de Burdeos.
A primera vista, parecía que el escape de cilindro estaba en perfecto estado, pero mucha suciedad y, como atascado, no mostraba la menor señal de movimiento. Al observar las ruedas, el barrilete del muelle real tenía dos dientes rotos.
Procedo a desmontar la caja y cristales biselados para la limpieza del latón con liquido desoxidante y detergente, con un buen secado y bruñido con paño de algodón.
El rodaje con las platinas lo desmonto. Aparte, el escape de cilindro, con sumo cuidado, lo baño toda una noche en queroseno y, al día siguiente, con un pincel muy suave, de “pelo de marta”, lo paso por todos los rincones, espiral, pivotes, piñones, etc.. y, entre la suciedad, una esquirla de cristal que lo debía tener bloqueado; el volante se suelta y se mueve, lo seco muy bien con secador de pelo y, aceito con una aguja sus pivotes y dientes del escape. El resto de ruedas, las dejo unas horas en amoníaco rebajado con agua y detergente, y con un cepillo de cerdas finas remato la limpieza, enjuagando muy bien con agua destilada y secándolas con secador y bruñido con paño de algodón.
El barrilete una vez desmontado y limpio, le reconstruyo los dos dientes que faltan, con cuatro taladros, dos en el lugar de cada diente y, encajo unos clavos de latón que con unas gotas de estaño fijo, después, con finas limas doy forma de diente a cada par de clavos hasta que quedan perfectamente ajustados y sustituyen los dientes que faltaban. Vuelvo a colocar el muelle real, lo aceito y cierro el barrilete.
Resueltos los dos problemas satisfactoriamente, vuelvo a montar el barrilete, las ruedas y por último el sistema del escape de cilindro, aceito los pivotes, doy cuerda y a la primera vuelta, la marcha del reloj se inicia, late de nuevo el volante; volvió a la vida.
El reloj funciona con una precisión pasmosa, lo utilizo para llevar hora buena y ajustar el resto de relojes de casa.
Primero, mantengo la hipótesis que la denominación popular de “Reloj de Carruaje”, procede de la deformación de la voz en inglés “carriage” --de transporte, transportable--; una buena traducción hubiera sido --"reloj de viaje"--. El origen de estos relojes fue en Francia como “pendule d’Officier”, pues los Oficiales Napoleónicos los llevaban en un estuche formando parte de su impedimenta. Fueron muy populares en el Reino Unido “clock for comfortable carriage on the suitcase of the owner” donde se llegaron a fabricar. Del Reino Unido pasaron a la península Ibérica, donde se popularizaron por su belleza, atribuyendo su origen a Inglaterra “reloj inglés de carruaje” convirtiéndose en objeto de status social.
Por su belleza, adquirí un reloj de este tipo, su aspecto era bueno, aunque con el latón verdoso y las juntas de la caja con residuos blanquecinos de limpia-metales, señal que en algún tiempo estuvo cuidado. El reloj es del año 1880, en Francia lo conocen como “Pendule d'Officier dite Doucine” marque: Couaillet. Se comercializo en la relojería más importante de Burdeos.
A primera vista, parecía que el escape de cilindro estaba en perfecto estado, pero mucha suciedad y, como atascado, no mostraba la menor señal de movimiento. Al observar las ruedas, el barrilete del muelle real tenía dos dientes rotos.
Procedo a desmontar la caja y cristales biselados para la limpieza del latón con liquido desoxidante y detergente, con un buen secado y bruñido con paño de algodón.
El rodaje con las platinas lo desmonto. Aparte, el escape de cilindro, con sumo cuidado, lo baño toda una noche en queroseno y, al día siguiente, con un pincel muy suave, de “pelo de marta”, lo paso por todos los rincones, espiral, pivotes, piñones, etc.. y, entre la suciedad, una esquirla de cristal que lo debía tener bloqueado; el volante se suelta y se mueve, lo seco muy bien con secador de pelo y, aceito con una aguja sus pivotes y dientes del escape. El resto de ruedas, las dejo unas horas en amoníaco rebajado con agua y detergente, y con un cepillo de cerdas finas remato la limpieza, enjuagando muy bien con agua destilada y secándolas con secador y bruñido con paño de algodón.
El barrilete una vez desmontado y limpio, le reconstruyo los dos dientes que faltan, con cuatro taladros, dos en el lugar de cada diente y, encajo unos clavos de latón que con unas gotas de estaño fijo, después, con finas limas doy forma de diente a cada par de clavos hasta que quedan perfectamente ajustados y sustituyen los dientes que faltaban. Vuelvo a colocar el muelle real, lo aceito y cierro el barrilete.
Resueltos los dos problemas satisfactoriamente, vuelvo a montar el barrilete, las ruedas y por último el sistema del escape de cilindro, aceito los pivotes, doy cuerda y a la primera vuelta, la marcha del reloj se inicia, late de nuevo el volante; volvió a la vida.
El reloj funciona con una precisión pasmosa, lo utilizo para llevar hora buena y ajustar el resto de relojes de casa.
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