Acabo de terminar Soviet Space Dogs, de la doctora Oleya Turkina, una experta en el tema.
No sé si está traducido al español.
El libro trata, ni mas ni menos, de cómo los perros astronautas soviéticos formaron parte fundamental de la conciencia colectiva soviética ( y siguen formando parte en la rusa y del mundo entero) y de cómo estos perritos connotaron belleza, solidaridad, trabajo digno, esfuerzo y alegría en años en los que esos atributos, precisamente, no abundaban por las enormes estepas de la URSS. Laika, Belka y Strelka fueron y siguen siendo estrellas indiscutidas, y no solamente para los rusos, sino para personas como yo, que tienen enorme simpatía y admiración por estos próceres históricos con cola y 4 patas.
Nos explica la doctora Turkina que, gracias a la desclasificación de los archivos de la entonces Agencia Espacial Soviética, a ella le ha sido posible tener a disposición enorme cantidad de información, documentos, fotos y notas que de otra manera no hubiesen podido estar incluidas en el libro.
No es un libro de historia, sin embargo. Es un libro con mas de 350 imágenes sobre mercadotecnia, fotos, propaganda, postales, juguetes y demás artículos anclados en Laika, Belka, Strelka y otros canes que ayudaron a sentar las bases de la inmortalidad e incombustibilidad de los simpáticos perritos espaciales soviéticos y tallarlos bien hondo en el alma y corazón soviético-ruso... y el mundo entero. Por vez primera, y gracias a la Dr Turkina, podemos ver fotos inéditas y tener datos mas certeros sobre qué pasó, cómo se entrenaron, cómo sufrieron y cómo terminaron sus días algunos de estos canes.
No todas fueron rosas para ellos...
La autora no lo oculta... hubo un lado muy oscuro sobre estos perritos: la mayoría sufrió terribles tormentos y brutalidades, torturas crónicas, vejaciones y privaciones. Las pruebas de laboratorio fueron salvajes e impiadosas para la enorme mayoría de estos simpáticos animalitos. Sin embargo, y en honor y gloria para ellos, se los recuerda y rememora con sonrisas y un respeto mundial. El sacrificio de Laika y los otros perros muertos antes y durante las fases de vuelos espaciales han contribuido enormemente y de manera fundamental para con los avances científicos y tecnológicos que hacen que hoy estemos acá, ustedes y yo. Y por ello debemos seguir rindiéndoles gratitud y admiración con risas y con buen espíritu.
Como ya saben, y lo he repetido incansables veces, no recomiendo nada, y sobre nada.
Pero el libro me encantó.
Y en un ataque de compras pre-navidades, ya me hice con varios libros para regalar a allegados que sé que les encantará.