Hola Iñaki, nuestro memorable y querido Spectra y su persa blanco pero esa vez sin reloj ni brujula..( yo tengo uno) nos lo explico con todo lujo de detalles, en vez de un frio link, te edito /copio/pego OK? Disfruta, es una gozada....
A ver Javier si fuimos compañeros de armas
Para el que le interese:
A ver, Bellido, parece que se lo sabe muy bien, así que él nos explicará cómo orientarnos por la noche.
Lógicamente el sargento no sabía que estaba hablando con un astrónomo aficionado, cuando empecé con la explicación se quedó con la boca abierta y retándome dijo...bueno y cómo te orientarías si estuviese nublado, así que le expliqué la orientación del musgo en los árboles, de los hormigueros, etc...y claro, como él tenía que quedar por encima me dijo De acuerdo, ya veo que te lo sabes....pero y si estuvieras en el desierto y estuviese nublado. Casi sin pensarlo respondí: ¡Pues me fabricaría una brújula!.
En la cara del sargento se dibujó una sonrisa de oreja a oreja, seguro que pensó "ya he cazado a este listillo", y dijo en voz alta Estupendo, el soldado Bellido nos va a enseñar a construir una brújula con el material de la mochila de campaña.
Cuando yo dije que fabricaría una brújula, no tenía mucha idea de cómo hacerlo, pero la idea surgió sobre la marcha y funcionó, ya lo creo que funcionó. Con el corcho y la aguja ya tenía los elementos principales. Metía la aguja en el corcho y lo dejaba flotando sobre un vaso con agua. El problema consistía en imantar la aguja e ideé la forma de hacer un rudimentario electroimán mediante una cuchara (como núcleo) en la que enrollé el alambre (poniendo como aislante un pañuelo de papel en medio) y con la pila de la linterna alimenté los extremos del alambre. No sé si el invento cumplió su función realmente o si la aguja ya tenía cierto magnetismo, el caso es que aquello funcionó y yo dije triunfalmente Mi sargento, allí tiene usted el norte. Esto supuso una pequeña victoria de los soldados ante el sargento y a partir de aquel día más que con respeto, mis compañeros me trataron con veneración. Lo cierto es que yo sabía por dónde quedaba el norte, la brújula indicaba la dirección Norte-Sur pero no indicaba qué punto cardinal correspondía a cada extremo, de todas formas el sargento quedó tan impresionado que no se le ocurrió pensar en ese detalle.
Esa noche vino la puesta en práctica de lo aprendido. Nos montaron en un camión y nos abandonaron a cinco kilómetros del campamento con la orden de asaltarlo. Yo iba con un compañero y a la hora y media de la partida ya estábamos en el lugar acordado. Aquello también tuvo su gracia, el sargento estaba fumando un cigarro sobre una roca calculando que aún faltaban un par de horas para que empezáramos a llegar. Yo, con toda la mala idea, le puse la boca del fusil sobre el cuello y le dije Mi sargento, está usted muerto. No os hacéis una idea del salto que dio el pobre hombre y la cara con la que me miró. Hora y media después vino el segundo grupo y a las siete de la mañana salió un helicóptero de reconocimiento para recoger a dos grupos que se habían perdido y habían acabado en la provincia de Segovia.
Ser los primeros en llegar no tuvo ningún secreto, en el camión me había fijado que la Luna quedaba siempre a nuestra espalda, de modo que al llegar, a pesar de que habíamos tomado varias curvas y la Luna quedaba ahora delante de nuestra posición, yo sabía que ése era el rumbo a tomar. El resto quizás fue suerte, sólo tuvimos que atravesar un riachuelo y escalar una pared, pero ese fue el único momento de dificultad.
Para que os hagáis una idea del nivel del sargento termino con otra anécdota. Al día siguiente explicaron el código internacional de radio, sí, ese de alfa, bravo, charlie...a cada letra le corresponde una palabra fácilmente entendible en todos los idiomas. A=Alfa, B=Bravo, C=Charlie, D=Delta...en fin, yo tenía amigos radioaficionados así que el código me resultaba familiar. Nuevamente el sargento vino y me dijo...Vaya, vaya, parece que el soldado Bellido se lo sabe y por eso no lo apunta...A ver, Bellido, sigue tú. De modo que me tocó recitar el código y al llegar a la Q=Quebec un compañero preguntó ¿Quebec? ¿Eso que es? ¿Eso cómo se escribe?. Nunca olvidaré la respuesta del sargento. ¡Qué brutos y qué incultos sois! ¿Nunca habéis oído hablar de Gustavo Adolfo Quebec?.
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