A ver, ya que lo mencionas, voy a contar la tierna historia del mío. No lo he hecho al subir la foto, porque muchos en el Foro ya me la habrán escuchado, y dirán que me repito más que el ajo, pero ... a los que no la conocéis, seguramente os guste.
Era 2014 cuando fuimos a pasar unos días en Irlanda. Diez días creo que anduvimos por esa bella isla y el viaje quedará siempre en nuestra memoria por el destino (que es precioso) y por lo mucho que disfrutamos los cuatro juntos. El caso es que la tarde anterior a nuestro regreso, dimos un paseo por la calle comercial de Dublin (los que hayan estado allí, saben a cuál me refiero: Grafton Street) y me paré, cómo no ...

ante el escaparate de una joyería, en el que había unas piezas alucinantes: Omega, Jaeger... yo ya ni sé lo que allí se mostraba. Y como yo era el único que no me había comprado nada como recuerdo del viaje, mi mujer me dijo que por qué no me compraba un reloj (sí, ya sé: tengo en casa una joya de mujer, como ésta hay pocas

Yo le dije que no. Que una cosa es comprarse una sudadera o una camiseta o algo así y otra irse a por un reloj. Y que menudas marcas había allí, que si no se daba cuenta de los precios, etc. Pero ella vio los Mondaine (que también estaban en el escaparate) y me dijo que podía comprarme uno de ésos.
El caso es que lo pensé y, finalmente, le dije que no. Que tenía ya muchos relojes en casa y que tampoco soy un crío para andar comprando algo sólo porque los demás se llevaban algún souvenir. Así se zanjó el tema.
Peeeeero, sólo un forero sabe cómo es otro forero. Y a la vuelta, en algún momento se me ocurrió decir que fui un poco tonto, que tenía que haber comprado el reloj, que total a final de año iba a ser igual de rico, o de pobre, y todo eso.
Llegaron las fiestas de Navidad y mi mujer me dijo una mañana:
_ Toma, anda, lee la carta que le ha escrito tu hijo mayor a los Reyes Magos
Me la dio y me emocioné al leer que el crío, que tenía 9 años, después de detallar qué regalos quería pedirles, le decía a sus majestades que no se olvidasen de traer un reloj Mondaine para su papá y que,
por favor, era muy importante que el reloj viniese de Dublin. Era muy impotante para él que hiciesen el favor de pasarse por esa ciudad para recoger el reloj que debían traerme el día 6 de enero. Si no, no valía.
Os podéis imaginar qué pasó. Hubo que buscar dónde hacernos con un Mondaine y, en mi ciudad ninguna tienda lo tenía a la venta, ninguna joyería era distribuidora de la marca (y creo que hoy día tampoco la hay). Pero por la web pude ver que sí vendía relojes Mondaine una tienda de mobiliario de diseño, tanto para casa como de oficina. Una cosa rarísima. Y, efectivamente, nos fuimos una tarde a la tienda y nos dijo que sí, que empezaron a vender los Mondaine de pared, para oficinas y que poco a poco se hicieron con la distribución de los de pulsera. Y que estaban teniendo cierto predicamento porque les habían encargado, hacía unos meses, una cantidad importante que el Colegio Oficial de Arquitectos iba a entregar a los colegiados que cumplían sus 25 años en la profesión, o algo así.
Elegí en catálogo el que más me gustó (el que he publicado) y luego sólo hubo que buscar un envoltorio que tuviese motivos, dibujos, letras, frases ... que pudiesen hacer creer al chiquillo que el reloj venía, efectivamente, desde Dublin.
Y así fue que, la mañana del 6 de enero, al entrar en el salón mi chaval (aún me emociono al recordarlo) se fue directo al paquete con papel de color verde y con un Santa Claus gordote dibujado, en el que venía escrito, en letras grades, el consabido Merry Xmas, y nos dijo a todos:
_ Éste no lo abráis, porque es para papá!!!
_
¿Para mí? -le dije yo-
¿y eso por qué lo sabes?
_ Tú ábrelo y ya verás. Es que eso lo pedí yo a los Reyes para ti.
_ Y, ¿qué es?
_ Aaaaaah . . . tú ábrelo y ya lo verás.
Y el resto, ya os lo imagináis vosotros, que sí sabéis toda la historia
En fin, qué puedo contaros que no sepáis ya: los relojes, todos los relojes tienen un valor. Muchos tienen "sólo" un valor económico, y podemos ahorrar mucho tiempo para alcanzarlos, y podemos disfrutarlos -cómo no- durante años o para siempre y podemos, finalmente, deshacernos de aluno de ellos, un dia, porque hay que sacrificarlos para que entre otro. Y no pasa nada. Pero hay otros que tienen una valor incalculable, que si el reloj es de un precio alto, ese valor intangible lo supera con creces y que, si es un reloj más asequible, el valor afectivo lo convierte en insustituible. Y ése es precisamente el valor que tiene para mí mi Mondaine Evo2 Big Date:
in-sus-ti-tu-ible, no hay otra forma de llamarlo. Porque mi "peque" se acordó de pedirlo para mí
. . . y porque vino desde Dublin, nada menos