Goldoff
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Victorinox es -mucho- más conocida por sus navajas que por cualquier otro producto que tenga en el mercado. Fundada en 1884 por un joven Karl Elsener de 23 años, que no tenía idea de lo que estaba levantando con su taller de cuchillería, empezó a vender cuchillos en la sombrerería de su padre con la complicidad de su madre, Victoria, que intercedió ante su marido para que el muchacho pudiera vender semejantes instrumentos entre sombreros (algo que a Herr Elsener no le hacía mucha gracia).
En 1897 consigue ser proveedor del ejército suizo al añadir un sacacorchos al elenco de herramientas que componía la navaja plegable. Parece que destinada a los oficiales, ya que la tropa rasa no necesitaba el tirabuzón... En 1913 se patenta el acero inoxidable. La empresa Victoria, que Karl había bautizado así en honor a su madre ya fallecida, adopta ese material y se renombra como Victoria-Inoxyd. El nombre definitivo de Victorinox llegará en 1921. Hoy día la empresa está dirigida por la cuarta-quinta generación de los Elsener.
Desde 1989 la marca ha expandido su actividad hacia campos tan dispares como el equipaje, los perfumes... o los relojes. Son perfectamente conscientes de que son cuchilleros ("cuchillero, a tus cuchillos"), de manera que no pretenden hacer alta relojería sino ofrecer la calidad por la que son reconocidos sus productos a precios que ellos consideran competitivos. Obviamente, no son manufactura, pero desde luego seleccionan muy bien a sus proveedores.
Si bien es cierto que llevan más de treinta años produciendo relojes, no fue hasta 2014, con la presentación del INOX en Baselworld, que la "sección relojera" de Victorinox saltó a la palestra de foros como este, especialmente con la aparición de las versiones mecánicas. Por cierto, esa correa que parece hecha de madera realmente lo está:
Parecía difícil superar ese éxito (y en mi opinión lo es: uno de los "muy más preferidos" de mi caja es el INOX Diver de titanio), pero Victorinox no se ha dormido en los laureles y llega ahora con el Journey 1884 -el año de la fundación de la empresa- en las dos versiones, de cuarzo y mecánica, combinadas con correas de caucho, y la ya mencionada de madera. Y un brazalete que me ha sorprendido por la calidad percibida teniendo en cuenta que voy a hablar de relojes que quedan por debajo de los 1000 euros. A este respecto (conceder que 1000 € es un precio "asequible") están contribuyendo muchas marcas suizas con sus subidas desde mi punto de vista desproporcionadas, pero no olvidemos que ya en 2014 -hace casi diez años- JC Biver, que en ese momento era el CEO de TAG-Heuer, reivindicaba esa cifra (995 €) como un precio de entrada.
El Victorinox Journey 1884 tiene unas medidas de 43mm de diámetro por 12 de alto y un "lug to lug" de 52mm, por lo que necesitas un mínimo de 17cm de muñeca para lucirlo decentemente, con más razón si eliges el brazalete de acero. Como he dicho, ese brazalete no sólo tiene una excelente pinta sino que sus endlinks macizos contribuyen a dar sensación de solidez. Esos endlinks contienen un sencillo pero efectivo mecanismo de cambio rápido que permiten pasar de un tipo de correa a otro en literalmente pocos segundos. Además, el cierre de tipo mariposa se complementa con una tapa protectora. Los eslabones son muy fáciles de quitar (si cuentas con la herramienta adecuada) ya que llevan pasadores a presión (la flecha indica el sentido de salida).
La esfera tiene referencias a la montaña suiza, lugar a donde la diseñadora en jefe se llevó a su equipo para tomar inspiración. Las agujas, que a más de uno han echado para atrás, quieren recordar la forma de los carteles indicadores de senderos, mientras que el aspecto granulado de algunas partes de la esfera evoca la irregularidad del terreno. He de decir que una vez entendido el por qué de esos detalles se me ha hecho más fácil mirarlo con mejores ojos. El bisel, unidireccional (insert de aluminio en los cuarzos, cerámico en los autos), presenta un corte horizontal a las seis que a los que padecen TOC relojero puede poner nerviosos: en cuanto lo mueves de la posición "neutra" pierde la simetría, haciendo que la vista vaya hacia ahí irremisiblemente. Ese corte, imaginariamente dado con una navaja, tiene dos objetivos: enlazarlo con su predecesor INOX y recordar el año de fundación de la empresa.
Volviendo a la esfera, tanto el contrapeso de la segundera (roja en los cuarzos, amarilla en los auto) como los índices 3 y 9 tienen la forma de las cachas de la navaja. Es fácil diferenciar la versión de cuarzo de la automática por el escudo de Suiza a las 12: en los cuarzos es blanco sobre rojo, mientras que en los automáticos se integra en el mismo tono de la esfera. También difiere el grabado en la propia esfera, pero es más difícil de percibir al primer vistazo. En todos los casos hay una subesfera concéntrica con la hora militar. La fecha, a las seis, se podría haber beneficiado de una lupa de aumento aunque fuera interna. Bien, la que se podría haber beneficiado es mi presbicia, pero creo que se entiende.
Tanto las agujas como los índices están generosamente pintados con SuperLuminova suiza, pero no he hecho un test de duración.
La caja es lo que coloquialmente podría llamarse un "pedazo de acero" en el sentido anglosajón de "chunk of iron": casi tan contundente como la del INOX, tiene toda a pinta de poder soportar las 150 pruebas a las que este fue sometido. En su carrura, a las ocho, anuncia su composición: "STAINLESS STEEL - AISI 316L". Los cepillados, que seguro que no están hechos a mano, son agradables a la vista, tanto en la versión "cruda" como en la que lleva el tratamiento PDV negro (sólo para cuarzos). Corona roscada de buen tamaño protegida por un guarda coronas no menor para una resistencia al agua de 20 atmósferas o 200 metros. Qué menos para un reloj deportivo. Fondos ciegos para el cuarzo, visto para los auto, pero ambos con el grabado de la navaja suiza que les da nombre. El bisel, tiene buenas "agarraderas". Cristal de zafiro plano con tratamiento antirreflejos por la cara interna.
Ya he hablado del brazalete. La correa de madera se acompaña de un desplegable de dos hojas rematado por un cierre de dos botones discreto y por ello elegante. Las correas de caucho se acompañan de una hebilla de acero, que es negra en la versión de reloj en PVD.
A quien le siga pareciendo que un reloj con Sellita SW-200-1 con brazalete y esos acabados es caro por 995 €, tal vez le puedan interesar las versiones de cuarzo con calibre Ronda igualmente suizo por 495 € con correa de caucho. Aunque yo lo tendría claro...
En 1897 consigue ser proveedor del ejército suizo al añadir un sacacorchos al elenco de herramientas que componía la navaja plegable. Parece que destinada a los oficiales, ya que la tropa rasa no necesitaba el tirabuzón... En 1913 se patenta el acero inoxidable. La empresa Victoria, que Karl había bautizado así en honor a su madre ya fallecida, adopta ese material y se renombra como Victoria-Inoxyd. El nombre definitivo de Victorinox llegará en 1921. Hoy día la empresa está dirigida por la cuarta-quinta generación de los Elsener.
Desde 1989 la marca ha expandido su actividad hacia campos tan dispares como el equipaje, los perfumes... o los relojes. Son perfectamente conscientes de que son cuchilleros ("cuchillero, a tus cuchillos"), de manera que no pretenden hacer alta relojería sino ofrecer la calidad por la que son reconocidos sus productos a precios que ellos consideran competitivos. Obviamente, no son manufactura, pero desde luego seleccionan muy bien a sus proveedores.
Si bien es cierto que llevan más de treinta años produciendo relojes, no fue hasta 2014, con la presentación del INOX en Baselworld, que la "sección relojera" de Victorinox saltó a la palestra de foros como este, especialmente con la aparición de las versiones mecánicas. Por cierto, esa correa que parece hecha de madera realmente lo está:
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Parecía difícil superar ese éxito (y en mi opinión lo es: uno de los "muy más preferidos" de mi caja es el INOX Diver de titanio), pero Victorinox no se ha dormido en los laureles y llega ahora con el Journey 1884 -el año de la fundación de la empresa- en las dos versiones, de cuarzo y mecánica, combinadas con correas de caucho, y la ya mencionada de madera. Y un brazalete que me ha sorprendido por la calidad percibida teniendo en cuenta que voy a hablar de relojes que quedan por debajo de los 1000 euros. A este respecto (conceder que 1000 € es un precio "asequible") están contribuyendo muchas marcas suizas con sus subidas desde mi punto de vista desproporcionadas, pero no olvidemos que ya en 2014 -hace casi diez años- JC Biver, que en ese momento era el CEO de TAG-Heuer, reivindicaba esa cifra (995 €) como un precio de entrada.
El Victorinox Journey 1884 tiene unas medidas de 43mm de diámetro por 12 de alto y un "lug to lug" de 52mm, por lo que necesitas un mínimo de 17cm de muñeca para lucirlo decentemente, con más razón si eliges el brazalete de acero. Como he dicho, ese brazalete no sólo tiene una excelente pinta sino que sus endlinks macizos contribuyen a dar sensación de solidez. Esos endlinks contienen un sencillo pero efectivo mecanismo de cambio rápido que permiten pasar de un tipo de correa a otro en literalmente pocos segundos. Además, el cierre de tipo mariposa se complementa con una tapa protectora. Los eslabones son muy fáciles de quitar (si cuentas con la herramienta adecuada) ya que llevan pasadores a presión (la flecha indica el sentido de salida).
La esfera tiene referencias a la montaña suiza, lugar a donde la diseñadora en jefe se llevó a su equipo para tomar inspiración. Las agujas, que a más de uno han echado para atrás, quieren recordar la forma de los carteles indicadores de senderos, mientras que el aspecto granulado de algunas partes de la esfera evoca la irregularidad del terreno. He de decir que una vez entendido el por qué de esos detalles se me ha hecho más fácil mirarlo con mejores ojos. El bisel, unidireccional (insert de aluminio en los cuarzos, cerámico en los autos), presenta un corte horizontal a las seis que a los que padecen TOC relojero puede poner nerviosos: en cuanto lo mueves de la posición "neutra" pierde la simetría, haciendo que la vista vaya hacia ahí irremisiblemente. Ese corte, imaginariamente dado con una navaja, tiene dos objetivos: enlazarlo con su predecesor INOX y recordar el año de fundación de la empresa.
Volviendo a la esfera, tanto el contrapeso de la segundera (roja en los cuarzos, amarilla en los auto) como los índices 3 y 9 tienen la forma de las cachas de la navaja. Es fácil diferenciar la versión de cuarzo de la automática por el escudo de Suiza a las 12: en los cuarzos es blanco sobre rojo, mientras que en los automáticos se integra en el mismo tono de la esfera. También difiere el grabado en la propia esfera, pero es más difícil de percibir al primer vistazo. En todos los casos hay una subesfera concéntrica con la hora militar. La fecha, a las seis, se podría haber beneficiado de una lupa de aumento aunque fuera interna. Bien, la que se podría haber beneficiado es mi presbicia, pero creo que se entiende.
Tanto las agujas como los índices están generosamente pintados con SuperLuminova suiza, pero no he hecho un test de duración.
La caja es lo que coloquialmente podría llamarse un "pedazo de acero" en el sentido anglosajón de "chunk of iron": casi tan contundente como la del INOX, tiene toda a pinta de poder soportar las 150 pruebas a las que este fue sometido. En su carrura, a las ocho, anuncia su composición: "STAINLESS STEEL - AISI 316L". Los cepillados, que seguro que no están hechos a mano, son agradables a la vista, tanto en la versión "cruda" como en la que lleva el tratamiento PDV negro (sólo para cuarzos). Corona roscada de buen tamaño protegida por un guarda coronas no menor para una resistencia al agua de 20 atmósferas o 200 metros. Qué menos para un reloj deportivo. Fondos ciegos para el cuarzo, visto para los auto, pero ambos con el grabado de la navaja suiza que les da nombre. El bisel, tiene buenas "agarraderas". Cristal de zafiro plano con tratamiento antirreflejos por la cara interna.
Ya he hablado del brazalete. La correa de madera se acompaña de un desplegable de dos hojas rematado por un cierre de dos botones discreto y por ello elegante. Las correas de caucho se acompañan de una hebilla de acero, que es negra en la versión de reloj en PVD.
A quien le siga pareciendo que un reloj con Sellita SW-200-1 con brazalete y esos acabados es caro por 995 €, tal vez le puedan interesar las versiones de cuarzo con calibre Ronda igualmente suizo por 495 € con correa de caucho. Aunque yo lo tendría claro...