Gutigon
¡Cruzcampo o muerte!
Sin verificar
Lo prometido es deuda: ayer me llegó el Kirovskie que compré hace unas dos semanas; un modelo con el que tuve un flechazo desde el día en que se lo vi a un compañero forero al que aprecio mucho (gracias @xsagasta, por metérmelo por los ojos, y por tus consejos ).
Es más: yo ya me había preparado mentalmente para el rejón aduanero; que, albricias, no llegó: el cartero me entregó el paquete sin más
Encontré la pieza bicheando por la bahía. Y, a pesar de que no era un momento demasiado adecuado para su compra (¡ay, las obras!) no tuve más remedio que lanzarme. La culpa, esta trasera, que le añade aún más atractivo si cabe al que el modelo ya de por sí destila.
He de reconocer que, en principio, su tamaño me asustaba, teniendo en cuenta mi minimuñeca de 16,5. Pero, como bien apunta Xabi, las asas tan características de este modelo ayudan a que no se vea excesivamente grande.
La historia de este tipo de piezas me fascina: el periodo convulso en el que se crearon y utilizaron les dona un atractivo irresistible a mis ojos; lo que unido a su estética -tan bien conseguida y con un diseño tan redondo, para mi gusto- los convierte en objeto de babeo.
Como es habitual, mis fotos son una caca; así que, con permiso de la bahía, os mezclo unas de cosecha propia con las del anuncio.
Y, fiel a mi reputación de avezado cervecero, ésta no podía faltar:
Gracias a los que habéis llegado hasta aquí.
Es más: yo ya me había preparado mentalmente para el rejón aduanero; que, albricias, no llegó: el cartero me entregó el paquete sin más
Encontré la pieza bicheando por la bahía. Y, a pesar de que no era un momento demasiado adecuado para su compra (¡ay, las obras!) no tuve más remedio que lanzarme. La culpa, esta trasera, que le añade aún más atractivo si cabe al que el modelo ya de por sí destila.
He de reconocer que, en principio, su tamaño me asustaba, teniendo en cuenta mi minimuñeca de 16,5. Pero, como bien apunta Xabi, las asas tan características de este modelo ayudan a que no se vea excesivamente grande.
La historia de este tipo de piezas me fascina: el periodo convulso en el que se crearon y utilizaron les dona un atractivo irresistible a mis ojos; lo que unido a su estética -tan bien conseguida y con un diseño tan redondo, para mi gusto- los convierte en objeto de babeo.
Como es habitual, mis fotos son una caca; así que, con permiso de la bahía, os mezclo unas de cosecha propia con las del anuncio.
Y, fiel a mi reputación de avezado cervecero, ésta no podía faltar:
Gracias a los que habéis llegado hasta aquí.
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