En un principio, el brazalete Oyster estaba destinado principalmente a los denominados "bubble backs" y a los cronógrafos, mientras que las correas seguían siendo la opción mucho más común en la gama de Rolex. El diseño y la construcción del brazalete Oyster se mantuvieron prácticamente sin cambios durante la década y media posterior a su introducción, pero en 1952 se introdujo una incorporación innovadora. Hasta esa fecha, el brazalete Oyster solo venía con extremos rectos, pero finalmente la patente número 303.005 dio vida a los famosos eslabones de los extremos, que completaron el aspecto de Rolex tal como lo conocemos hoy.
Los eslabones finales permiten que el Oyster se integre perfectamente en la caja del reloj en particular.
En la imagen del reloj completo, el eslabón final es el que faltaba, ya que cierra por fin el hueco entre el brazalete y la caja y permite una integración perfecta entre ambos elementos. También cumple una función práctica (como cabría esperar de Rolex), ya que reduce la presión sobre los bordes de los pasadores, ya que mantiene esas piezas en su sitio y distribuye la tensión de forma más uniforme. Como era de esperar, el primer modelo que se equipó de fábrica con eslabones finales fue el Rolex GMT-Master referencia 6542, lanzado en 1954. Esta elección subraya la calidad deportiva del brazalete Oyster, que pronto equipó también al Explorer y al Submariner. Siguió siendo la única opción disponible para los relojes deportivos de Rolex durante los siguientes 10 años, hasta que el Jubilee se ofreció con el Rolex GMT-Master actualizado, la referencia 1675.