No diría yo eso. Ambas burbujas fueron "sintéticas". La inmobiliaria, además, llevaba cocinándose prácticamente desde los años 80; lo de 2008 fue solo que se dieron las condiciones para "la tormenta perfecta". Por hacer una analogía, como las tormentas en Grecia: tras el verano que hemos tenido, con el Mediterráneo a temperaturas estratosféricas, en el momento en que se diesen las condiciones, la cosa tenía que estallar (y ahora mismo tenemos un huracán ¡un huracán! en el Mediterráneo).
En ambos casos, se trató de una apuesta sobre futuros: en el caso de los pisos, sobre deuda hipotecaria (que, en el fondo, no es más que traer dinero del futuro para hacerlo efectivo en el presente): de que un piso se pagase en unos 10 años (y eso, incluso a tipos tremendos por la inflación) a hipotecas otorgadas sobre la premisa de dos salarios pagando "toda la vida" (hipotecas que pasaron de 10 a 25 a 50... años). Aquí, en lo de los relojes, está pasando lo mismo, solo que el dinero del futuro no viene de préstamos hipotecarios sino de la previsión (o más bien esperanza) de que los precios mañana serán más altos que los de hoy. La parte de inyección de oferta (los fabricantes) hacen su parte para mantener la ficción subiendo los precios pero, como en el caso de las hipotecas, llegará el día en que, bien no habrá más de donde rascar (¿cómo sigues empujando un incremento de precios cuando las hipotecas ya te piden todo el dinero que puedas ahorrar toda tu vida... tú y tu pareja?) o habrá un "despertar" con efecto dominó ("me estoy jugando mi salario de un año a una carta ¿y si me sale mal?") máxime cuando viniendo una nueva generación que, en su mayoría no valora los relojes como herramienta/joyería, a esos relojes cada vez les está quedando menos de reloj y más de instrumento especulativo puro.
Veremos.