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El Viajero – Día 1
En Asturias decimos: “L’andariegu nun tien casa, tien caminos.”
Y es que así, haciendo su camino, llegó a mis manos “El Viajero”, envuelto en su caja reglamentaria especificada por @Goldoff . Empieza su tiempo conmigo y aquí hablaré solo de caminos, de relojes ya se habla en otros hilos.
Me apunté a este programa de custodia con mucha ilusión, aunque debo decir que ayer, mientras El Viajero emprendía su ruta desde tierras vitorianas hacia nuestro querido Principado, me hallaba completamente inmerso en una vorágine de trabajo. Estamos en una etapa intensa, ilusionante pero exigente, arrancando un nuevo proyecto que requiere el máximo de todos los integrantes de la empresa.
A la vez, tenía la cita habitual con mi amigo y entrenador “Fer” para correr a las 7 de la tarde. Entre unas cosas y otras no me detuve en todo el día a pensar en mi ilustre invitado, hasta que llegó la hora de recogerlo. Apurado, pero ordenado, aparqué delante de la oficina de Nacex y una vez lo tuve en mis manos, me fui al relojero para ajustar el brazalete (5 €). Ya con él en mi muñeca y casi sin solución de continuidad, salí directo a entrenar.
al arrancar, este bonito arco iris nos acompañaba.
Durante los primeros 35 minutos de carrera continua por la playa de Salinas y su entorno, iba dándole vueltas a cómo plasmar ese idílico paisaje que me rodea a diario en unas fotos para el foro, para todos vosotros. ¡Menudo frío! el aire cortaba. Salí abrigado con sudadera, pantalón con pernera y en el bolsillo metí el móvil, pero olvidé las gafas; ya no tan ordenado. Así todo, fui disparando fotos como pude, entre lluvia, niebla y sin saber del todo si el enfoque era bueno o no…
La playa de Arnao, con La Mina al fondo
La Peñona, vista desde atrás.
La playa y paseo de Salinas
El Viajero pasando un test de estanquidad
Al recoger el Yema Traveller. lo primero que me llamó la atención fue el peso, que sin ser exagerado (no lo voy a pesar), se siente, transmite personalidad, posiblemente por su brazalete. Lo segundo, fue que la esfera no es muy grande, destacando más la caja y el brazalete, este diseño lo dota de carácter. La medida de la caja es de 39mm, aunque es octogonal y en zonas es de 40mm, el diámetro de la esfera es de 29. Me gustó también el fondo: no se aprecia bien en fotos, pero tiene un relieve muy trabajado. En general, en mi muñeca (18cm) es cómodo y una vez ajustado, no resulta pesado ni cabezón. Los Endlink macho, en este caso, redondean el reloj en mi muñeca y le favorecen. Las agujas blancas, que al principio me parecieron extrañas, me van convenciendo con el paso de las horas. Con los descuentos que ofrece la marca, sinceramente me parece un reloj muy recomendable.
Después del calentamiento, llegó Fer y comenzamos el entrenamiento específico: Ayer cuestas. Antes de empezar, me quité El Viajero y se lo dí contándole esta maravillosa historia de andariegus. Hizo unas cuantas fotos y comentarios, en una de las bajadas de recuperación entre cuesta y cuesta, me espetó:
—¿Cuánto cuesta?
—Mil pavos.
—¿Mil pavos? (Con asombro)
Me fui alejando. Mil euros… A una persona que no lleva reloj, eso le parece una locura, pensé, pero si supiera lo que por aquí hay…
Después de las fotos, hay que cambiarse, la ropa usada a la bolsa de Rafia para lavar:
y a tomar una cerveza con Fer. La mía, Estrella Galicia,
la de él Voll Damm. Un gran rato con un gran amigo. No sé si leerás esto alguna vez Fer, pero eres grande. Gracias por tu amistad.
Tras la cerveza, a casa. A descansar. Derrotado del día, pero contento con mis primeras horas como tutor de este Viajero que igual que vino se irá. Me recordó una anécdota que vi en “La Clave”, de José Luis Balbín, hace décadas. Buscada la misma convenientemente por internet, os la puedo reproducir: Aparece en la obra Historia ecclesiastica gentis Anglorum, ambientada en la edad media, en ella el protagonista le explica a un joven lo que es la vida, este viaje en el que estamos inmersos:
“La vida del hombre en la Tierra me parece como el vuelo de un pájaro en una sala: entra por una ventana mientras fuera hace frío y nieva; cruza la sala cálida y luminosa, y sale por otra ventana hacia la oscuridad de la noche. Así es nuestra vida: no sabemos de dónde venimos ni a dónde vamos.”
Lejos de la profundidad del mensaje, sí es cierto que así ha parecido El Viajero… y así se irá.
Bueno, no exactamente: el compañero @superguti ha accedido a que el siguiente relevo se haga “en mano”… y así se hará.
Mañana, más.
En Asturias decimos: “L’andariegu nun tien casa, tien caminos.”
Y es que así, haciendo su camino, llegó a mis manos “El Viajero”, envuelto en su caja reglamentaria especificada por @Goldoff . Empieza su tiempo conmigo y aquí hablaré solo de caminos, de relojes ya se habla en otros hilos.
Me apunté a este programa de custodia con mucha ilusión, aunque debo decir que ayer, mientras El Viajero emprendía su ruta desde tierras vitorianas hacia nuestro querido Principado, me hallaba completamente inmerso en una vorágine de trabajo. Estamos en una etapa intensa, ilusionante pero exigente, arrancando un nuevo proyecto que requiere el máximo de todos los integrantes de la empresa.
A la vez, tenía la cita habitual con mi amigo y entrenador “Fer” para correr a las 7 de la tarde. Entre unas cosas y otras no me detuve en todo el día a pensar en mi ilustre invitado, hasta que llegó la hora de recogerlo. Apurado, pero ordenado, aparqué delante de la oficina de Nacex y una vez lo tuve en mis manos, me fui al relojero para ajustar el brazalete (5 €). Ya con él en mi muñeca y casi sin solución de continuidad, salí directo a entrenar.
al arrancar, este bonito arco iris nos acompañaba.
Durante los primeros 35 minutos de carrera continua por la playa de Salinas y su entorno, iba dándole vueltas a cómo plasmar ese idílico paisaje que me rodea a diario en unas fotos para el foro, para todos vosotros. ¡Menudo frío! el aire cortaba. Salí abrigado con sudadera, pantalón con pernera y en el bolsillo metí el móvil, pero olvidé las gafas; ya no tan ordenado. Así todo, fui disparando fotos como pude, entre lluvia, niebla y sin saber del todo si el enfoque era bueno o no…
La playa de Arnao, con La Mina al fondo
La Peñona, vista desde atrás.
La playa y paseo de Salinas
El Viajero pasando un test de estanquidad
Al recoger el Yema Traveller. lo primero que me llamó la atención fue el peso, que sin ser exagerado (no lo voy a pesar), se siente, transmite personalidad, posiblemente por su brazalete. Lo segundo, fue que la esfera no es muy grande, destacando más la caja y el brazalete, este diseño lo dota de carácter. La medida de la caja es de 39mm, aunque es octogonal y en zonas es de 40mm, el diámetro de la esfera es de 29. Me gustó también el fondo: no se aprecia bien en fotos, pero tiene un relieve muy trabajado. En general, en mi muñeca (18cm) es cómodo y una vez ajustado, no resulta pesado ni cabezón. Los Endlink macho, en este caso, redondean el reloj en mi muñeca y le favorecen. Las agujas blancas, que al principio me parecieron extrañas, me van convenciendo con el paso de las horas. Con los descuentos que ofrece la marca, sinceramente me parece un reloj muy recomendable.
Después del calentamiento, llegó Fer y comenzamos el entrenamiento específico: Ayer cuestas. Antes de empezar, me quité El Viajero y se lo dí contándole esta maravillosa historia de andariegus. Hizo unas cuantas fotos y comentarios, en una de las bajadas de recuperación entre cuesta y cuesta, me espetó:
—¿Cuánto cuesta?
—Mil pavos.
—¿Mil pavos? (Con asombro)
Me fui alejando. Mil euros… A una persona que no lleva reloj, eso le parece una locura, pensé, pero si supiera lo que por aquí hay…
Después de las fotos, hay que cambiarse, la ropa usada a la bolsa de Rafia para lavar:
y a tomar una cerveza con Fer. La mía, Estrella Galicia,
la de él Voll Damm. Un gran rato con un gran amigo. No sé si leerás esto alguna vez Fer, pero eres grande. Gracias por tu amistad.
Tras la cerveza, a casa. A descansar. Derrotado del día, pero contento con mis primeras horas como tutor de este Viajero que igual que vino se irá. Me recordó una anécdota que vi en “La Clave”, de José Luis Balbín, hace décadas. Buscada la misma convenientemente por internet, os la puedo reproducir: Aparece en la obra Historia ecclesiastica gentis Anglorum, ambientada en la edad media, en ella el protagonista le explica a un joven lo que es la vida, este viaje en el que estamos inmersos:
“La vida del hombre en la Tierra me parece como el vuelo de un pájaro en una sala: entra por una ventana mientras fuera hace frío y nieva; cruza la sala cálida y luminosa, y sale por otra ventana hacia la oscuridad de la noche. Así es nuestra vida: no sabemos de dónde venimos ni a dónde vamos.”
Lejos de la profundidad del mensaje, sí es cierto que así ha parecido El Viajero… y así se irá.
Bueno, no exactamente: el compañero @superguti ha accedido a que el siguiente relevo se haga “en mano”… y así se hará.
Mañana, más.
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