Puesto que me siento criticado…
Injustamente, desde luego, ya que por lo menos cuadruplico el –a mi juicio- intolerante límite de un Rolex marcado por Cabbai quien lo fija en tan sólo uno, trataré de especular sobre cuáles pudieran ser las razones que pueden llevar a afirmar, si quiera en tono jocoso, que es criticable o censurable poseer más de un Rolex…
De este modo, me imagino que quien hace tal afirmación, hace veinte años se compró un Rolex y, claro, ahora le aburre más que “noche de fiesta”.
No obstante, en el transcurso de esos largos años ha profundizado sus conocimientos y experiencia sobre la marca en cuestión, siguiendo de cerca las pequeñas y sucesivas mejoras que cada uno de sus modelos ha ido incorporando, haciendo de algo simplemente bueno, algo excepcional.
Imagino también que el supuesto sujeto aúna edad y experiencia tales en esta oceánica afición a la relojería, que tras esa lejana compra en el tiempo de su primer Rolex, ha ido conquistando cotas que le han llevado a superar con creces esa “gama media” de relojes a la que pertenece Rolex, para echarse en brazos de la alta relojería suiza o alemana.
Desde tal altura de conocimiento y experiencia, un reloj Rolex le debe parecer simplemente algo “pequeño”, tanto en tamaño y contenido como en singularidad, y seguramente tras haber “pilotado” sus Rolex favoritos, ahora ya no le queda nada nuevo que descubrir sobre ellos, porque sus conocimientos han alcanzado el cenit.
A partir de tal cúmulo de sabiduría y experiencia, se prodiga en consejos hacia quien inicia su ruta en la afición, y con la mejor de las intenciones y tratando de evitarle un recorrido empírico de veinte años de duración, le sirve en bandeja un atajo directo:
“además mandaría el Rolex a tomar viento... aburre mas que noche de fiesta. Toooodos tienen uno, es el reloj menos exclusivo que existe en el mercado (Submariner). Hace 15-20 años no te discuto que fuera algo interesante, pero hoy en día se ha quedado desfasado hasta en el tamaño”.
Ahora sabe que todos tienen uno, que resulta aburrido y que está desfasado, así que prodiga tal sentencia a los que se inician y critica a los que torpemente se han atrevido a hacerse con más de uno de ellos. Ahora aconseja la exclusividad como parámetro de la grandeza relojera, y casi me atrevería a poner en su boca un sabio consejo: “cómprate el que quieras pero, sobre todo, que no lo tenga nadie más, pues con ello acertarás y se verá justamente cumplida tu pasión por los relojes”.
Evidentemente, también trasciende a los entresijos de la propia política comercial de la marca en cuestión, y es verdad, pues seguramente Rolex está equivocada y por eso cada vez fabrica y vende menos relojes y cualquier día de estos nos anuncia una suspensión de pagos. De hecho, pocas o ninguna relojería quiere ya hoy en día ser tributaria de la concesión de dicha marca.
Sólo unas buenas decenas de años de afición a los relojes y tras haber escudriñado el universo de piezas que en sus respectivas gamas ofrece la relojería, permite llegar a tales conclusiones y autoriza a prodigarse en consejos de tal calado.
Yo en cambio, confieso que mi breve treintena de años de entrega a esta afición, no me han sacado de la torpeza de admirar a Rolex como lo que es y no como los más avezados opinan que debiera de ser, y así, opino que cada marca, o bien cubre un segmento del mercado y del tipo de relojes que sirve a éste, o bien trata de “pisar” el terreno del vecino para quitarle ventas. Rolex me parece de las primeras y ofrece lo que ofrece, pues para módulos con fases de lunas, reservas de marcha, calendarios complicados, “tourbillones” y demás ingenios relojeros, en los que, por cierto, Rolex también se prodigó en tiempos, existen otras marcas o proveedores especialistas de ellas que, bajo la pretendida bandera de la “innovación” y el ingenio, y a unos precios que quitan el hipo, cubren bien las expectativas de quienes buscan todo ello a la hora de adquirir un reloj. ¿Para qué habría de entrar Rolex en ese campo, habiendo otros que lo cultivan y explotan a la perfección?
Por el contrario, entiendo que Rolex ofrece nada más y nada menos que eso, RELOJES, con un calibre propio que no está pero que nada mal y que además es muy preciso, con unos acabados absolutamente excelentes, capaces de sumergirse a unos cuantos metros, con una legibilidad estupenda, una comodidad y durabilidad legendarias, capaces de mantenerse en el mercado como prácticamente ningún otro, y de esto hace ya más de cincuenta años, tremendamente codiciados por la inmensa mayoría de compradores y vendedores, fiables hasta la saciedad, capaces de mantener en gran parte valores cercanos a su precio inicial en segundas o terceras ventas, con un servicio técnico y de distribución irreprochables, con costos de mantenimiento razonabilísimos y una estética demostradamente intemporal a la vista de su corto y aburrido período de existencia…
Pues eso, que cada uno cuenta como le va, y yo llevo más de treinta años sumido en un error, que incluso me ha llevado a cuadruplicar mi colección de Rolex, y es que todavía estoy buscando uno que, reuniendo todas esas características, tenga un precio mejor, o al mismo precio, las supere… y, por favor, que nadie me replique con argumentos amarillos, que eso es “harina de otro continente”…
Por cierto, además degustan –lo siento-, aunque en la lentitud de mi aprendizaje, no puedo descartar que dentro de otros treinta años puedan llegar a aburrirme, pero aún así y a pesar de ello, seguirán siendo lo que son: buenos relojes, sólo eso, algo tan sencillo y tan difícil de encontrar en muchas ocasiones.
¡Saludos!